sábado, julio 27, 2024
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Contubernio a plazos

Artículo de Alfonso de la Vega

El contubernio entre las cofradías socialistas de Feijoo y Sánchez del Monipodio español con motivo de la posible entrega de la Judicatura al golpe de estado en curso, con mediador internacional de la UE y todo, muestra una vez más la verdadera cara del PP. Al que la prensa oficialista mohatrera intenta blanquear como también a un Régimen degenerado, ruinoso y liberticida que se empeña en calificar de “democrático”. El suspense se retrasa al 12 de febrero, como el del famoso espíritu de Carlos Arias Navarro. La degradada UE con su insólito mediador carabina para disimular indecencias también se presta al cambalache de apaciguamiento o disimulo del mal en vez de combatirlo. La UE actual también es parte el problema, no de su solución.

Como se recordará, Su Majestad nos dio la tabarra en la pasada Nochebuena sobre las bondades de la constitución y lo maravilloso y conveniente que era la Monarquía parlamentaria.  Y que, como aseguraba su ilustre predecesor don Fernando VII: “Marchemos francamente y yo el primero por la senda constitucional.”

Nada más lejos de la realidad. Don Felipe o vive en otro mundo y no se entera de nada de lo que pasa extramuros de Palacio, ni menos en ciertos aposentos cercanos, o nos pretende engañar en la creencia de que el español traga con todo.

La Monarquía parlamentaria es un sistema supuestamente sometido a una constitución vigente pero que encubre en realidad un régimen oligárquico cerrado, saqueador e injusto en el que el Parlamento no es el centro político principal sino una institución subalterna, de palmeros, meritorios y “agradaores” del jefe de partido que hacen lo que les dicen según convenga al jefe o sus intereses partidarios, caciquiles u oligárquicos. Un régimen en el que el pueblo, muy “soberano” según se pontifica, lo más que puede escoger es entre los dos validos reales o jefes de banda que le indican en el escaparate mediático del sistema y que serán los agentes visibles, los conseguidores y encubridores del saqueo oligárquico durante esa legislatura o periodo de dominación. Las cosas importantes se cohechan fuera del Parlamento. Incluso están a merced de forajidos.

El propio gobierno actual de Su Majestad con el que cohecha la leal oposición a Su Majestad se apoya en delincuentes de todas clases, traidores, golpistas, desfalcadores, incluidos filoterroristas 

Pero esto no es tanta novedad. Ya era denunciado hace casi un siglo, al final de la anterior Restauración fracasada.

«La Restauración. Es decir, ficción, anemia, parálisis. Un pueblo que tras una fiebre pertinaz, cae en agotamiento nervioso. Ansía quietud y le maniatan. Pide serenidad y le narcotizan. Toma cuerpo una doctrina escandalosamente inmoral, que ¡todavía hoy! Reputan exquisita algunos obcecados:

La de la dualidad de constituciones, una externa y otra interna. Dígase claro: la externa un conjunto de reglas sabias que se lleva a la “Gaceta”, con la intención de no obedecerlas jamás; la interna, un contubernio de dos oligarquías para reírse de lo legislado y mantener una dominación alternativa en provecho de deudos y familiares, socios y compinches, apologistas y turiferarios.

Con tan novísima doctrina se sostiene -creen que se sostiene- la Monarquía restaurada, primero; la Regencia, después. El Trono queda sin culpa personal de Alfonso XII ni de María Cristina, colocado sobre una oquedad. Hay sufragio universal, pero falseado desde Gobernación; hay Parlamento pero organizado simple instrumento ministerial; …; hay administración de Justicia, pero los jueces han de ser gratos al cacique, al diputado, al gobernador; hay Jurado, pero con deserción de los buenos, monopolio de los venales, lucimiento de letrados corruptores y astutos y complicidad de magistrados interesados en desprestigiar la institución; hay Prensa, pero toda, o casi toda, con tentáculos en el fondo de reptiles…

Con los Borbones estamos desgraciadamente siempre en lo mismo.

Recordemos lo que dice la constitución que Su Majestad presume aún vigente:

Artículo 117. 1 “La justicia emana del pueblo y se administra en nombre del Rey por Jueces y Magistrados integrantes del poder judicial, independientes, inamovibles, responsables y sometidos únicamente al imperio de la ley”

Del pueblo no parece que emane mucha cosa salvo aplaudir cuando toca, pero la administración de Justicia debiera preocupar especialmente a Su Majestad y no distraerse puesto que se hace en Su nombre.

Como ya advertía Quevedo: «Apliquen los príncipes remedios con tiempo, porque en los extremos de las enfermedades, aunque pueden curar algunas veces, pocas se vio sin abceso de alguna parte principal del mismo príncipe y de su autoridad.»  

Camus nos explicaba en La Peste que vivir con una memoria que no sirve para nada es el sufrimiento de todos los prisioneros. Un pasado que sólo puede ser visto con añoranza por lo que acaso pudo haber sido pero no lo fue, ni lo es ahora, ¿ni será? Impacientes para su presente, enemigos de su verdadero pasado y privados de su porvenir, nos asemejaríamos a aquellos que la justicia o el odio humanos hacen vivir entre rejas.

Prisioneros de una casta corrupta e inepta y de unas instituciones mohatreras o degradadas vivimos asombrados por nuestro presente, añorando un pasado en que podríamos haber evitado los desastres actuales e inquietos por un futuro que pasa de castaño oscuro. Ojalá la Providencia quiera que nosotros los españolitos traicionados también podamos superar la peste y confirmar las palabras finales del Doctor Rieux, sobre «lo que se aprende en las calamidades, a saber: que hay en los hombres más cosas dignas de admiración que de desprecio».

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