Artículo de Alfonso de la Vega
Algunos comentaristas piensan que la UE se encuentra casi al borde de una guerra civil. Sin exagerar, lo que sí parece pasar es que el Poder se encuentra en guerra contra la Sociedad. El enemigo también está en Bruselas por delegación del Imperio. Y que en algunos lugares como en Francia se está reaccionando de modo contundente contra las agresiones institucionales.
Por fin parece que el agro español empieza despertar y se une a las reclamaciones de la mayoría de sus colegas europeos víctimas de las criminales políticas de la actual UE y de la Agenda 2030, en general. Al parecer, los agricultores y ganaderos españoles anuncian que se van a producir movilizaciones a partir del día 6 de febrero.
En el caso español se viene produciendo una pérdida de perspectiva cada vez mayor de lo que nos conviene como nación derivada de la malversación de la soberanía nacional promovida por la actual Monarquía.
Existen dos modelos teóricos geoestratégicos básicos de sectores agrarios, del que el antiguo de la CEE venía ser una suerte de integración desde los países miembros.
En uno de ellos, vigente tradicionalmente en España hasta hace no tanto, se promueve el autoabastecimiento para conseguir independencia o autonomía, de modo que esté asegurado el suministro a precios razonables de los principales alimentos y materias primas de origen vegetal o ganadero que necesita la población y la industria. Esto da lugar, entre otros, al mejor conocimiento de los recursos y su aprovechamiento, a dietas más variadas y saludables, a la promoción del empleo rural, al fomento de una política hidráulica y contra la erosión, la conservación de los suelos y sistemas agrarios, cierta mayor estabilidad financiera, así como al desarrollo de subsectores integrados.
Dentro de esa concepción se asegura el abastecimiento nacional de productos básicos, por ejemplo trigo y cereales, mediante las instituciones oportunas. Y el comercio internacional mantiene un interés relativamente secundario salvo en determinados productos y no es responsable del suministro de alimentos básicos que requiere la sociedad, si bien puede llegar a poseer importantes partidas cara a la exportación. Por ejemplo, cítricos, vinos, aceite de oliva, horticultura temprana o productos cárnicos.
El otro, considerado habitual o típico en el mundo anglosajón, se basa en el comercio internacional y no asegura las producciones necesarias para la sociedad en su propio territorio nacional. Se puede especializar en algunos monocultivos cara a la exportación. Salvo en el caso de planteamientos de dominación imperialista por grandes corporaciones puede provocar desajustes, desabastecimientos y penurias, cuando existen problemas internacionales de malas cosechas o dificultad de transporte, como es el caso ahora de la crisis del estrecho de Aden. Y se generan relaciones de dependencia y de pérdida de soberanía.
La Política Agraria Común, pilar fundamental de la antigua CEE, tenía cinco objetivos según el Tratado de Roma: 1 aumentar la productividad de la agricultura; 2 asegurar un nivel de vida equitativo a los agricultores; 3 estabilizar los mercados; 4 garantizar la seguridad de los alimentos y 5 asegurar precios razonables al consumo.
Hoy la situación provocada mueve sarcasmo. Tras la toma del poder oligárquico desde Maastricht se ha venido transformando de modo que ahora con la UE está vulnerando todos esos objetivos básicos iniciales, arruinando a los agricultores y ganaderos mientras favorece los grandes intereses oligárquicos internacionales ligados al gran Capital financiero, dedicado a dominar, crear valor monetario para el accionista más que a satisfacer las necesidades reales de la sociedad. Mediante varias estrategias se externalizan las producciones y sabotea la producción propia europea.
Los pretextos son muchos, en especial, los que pretenden justificase en el falsario calentamiento global o en los problemas energéticos derivados del uso de energía fósil en la moderna agricultura industrializada, o en la ganadería intensiva.
Aunque estas aberraciones forman parte de la embrutecida o encanallada izquierda occidental actual, cada vez más desconectada del mundo de la producción o del trabajo del que procede y más dependiente de sus amos ocultos, también son adoptadas por la “derecha” de falsa de bandera seguidora de la Agenda 2030, el PP aquí en España.
Las reivindicaciones conocidas tienen que ver mucho con el modelo de producción y consumo antes apuntado, entre ellas:
Control y bloqueo de las importaciones de productos extranjeros sin control fitosanitario. Reducción de los impuestos. Compromiso de no aumento de los precios del gasóleo agrícola. Relajar las políticas de la nueva PAC agroambiental. Rebajar drásticamente las leyes ambientales y de protección de especies. Derogación de la ley de «bienestar» animal perpetrada por el PSOE y sus cómplices.
Estos son algunos de los puntos que reclamarán los agricultores, ganadores y pescadores españoles en las próximas movilizaciones agrícolas, pero como ingeniero agrónomo considero que se precisa la definición estratégica previa de un cierto modelo de sector primario en el que integrar las diferentes medidas. Pero para ello se requiere necesariamente un cierto margen de soberanía que niegan o atropellan las actuales instituciones nacionales y globalistas que están en la causa de nuestros males.
Tanto en España como en el resto de Europa ha llegado el momento de denunciar y superar a organizaciones corruptas cuya ideología o desempeño es frontalmente opuesta a los legítimos intereses de agricultores y ganaderos. Y al cabo, de la nación y la sociedad en general. Además, por ejemplaridad y sentido común o de supervivencia, alguien tiene que pagar los actuales sabotajes perpetrados tales como la ley de «bienestar» animal, las políticas eco-totalitarias, las limitaciones a los cultivos y al riego, las demoliciones de presas, la desindustrialización de España, las importaciones de productos extranjeros con o sin etiquetar que compiten deslealmente con los españoles, las cosechas arrancadas, el maltrato a los ganaderos, los parques solares, el deterioro de nuestro patrimonio natural y paisajístico…
Ojalá la cuestión no termine en pasajera nube de verano porque nos estamos jugando mucho en el empeño.