Hoy se ha emitido el enésimo capítulo de la farsamnistía con el que nos tienen muy entretenidos a todos los españoles. En el país de las muertes repentinas e inexplicables, de las extrañas estelas de vapor en los cielos, de la ruina de sectores económicos fundamentales, como el agrícola y ganadero, de las subidas de precios, del descalabro absoluto… se sigue despistando al personal con el agente Puigdemont.
El capítulo de hoy se emitía en el Congreso y se titulaba: «ahora sí, ahora no». El argumento nos contaba como los malos, malísimos, de Junts, en un alarde de arrogancia y atacando de paso a los jueces decían que no les gustaba la ley y que querían volver a «negociar». Entrecomillamos «negociar», porque su verdadero negocio está en la interpretación.
Entonces, un «desencajado» Sánchez y sus no menos desencajados compañeros suciolistos, grandes intérpretes también, se hacían los compungidos al no haberse dado el ansiado «sí de los malos y, por tanto, se retiraban para ensayar su siguiente interpretación.
Como la representación les está funcionando, ya que está siendo un gran éxito de crítica y, sobre todo, de público, tratarán de alargarla un poco más, tal y como sucede con las series de televisión que triunfan. Aparecerán nuevos personajes que harán las delicias de los espectadores para que, a base de meter árboles, no puedan ver el bosque que hay detrás.
Mientras tanto, los meses siguen pasando y oculto, entre bambalinas, se está produciendo la verdadera superproducción: la de la tragedia de miles de familias que ven como, sorprendentemente, pierden a sus seres queridos de forma inexplicable. La de miles de autónomos que ven como, cada día, pierden más dinero por trabajar. La de agricultores y ganaderos que asisten, casi impasibles, a la destrucción de su forma de vida. En definitiva, la del hundimiento y saqueo de España convenientemente tapada con una farsa basada en un tema mucho menor.
Exacto, ya he opinado algunas veces que lo único que está haciendo esta gentuza a las órdenes del NOM es hacer tiempo mientras siguen destruyendo el país, arruinándolo de forma irreparable, desertificándolo de forma dantesca, «disminuyendo su población» (la autóctona) y desmoralizando aún más a los españoles. A todos, por supuesto, catalanes separatas incluidos, que arden en el ansia viva y también los tienen arrasados.
Así es ganan tiempo pero el tiempo ya se les acorta.
De ahí sus caras demacradas y sus tonos de voz alterados por más que se esfuercen en mantenerlos en el registro tavistockero.
Y mientras desviando la atención de los efectos de las vacuna del COVID y gripe…