Nos hace mucha gracia cuando vemos, leemos o escuchamos artículos, o comentarios, en los que se habla de Pedro Sánchez y de su capacidad de negociación para alcanzar pactos y acuerdos. Cualquier despistado que los leyera podría pensar que Sánchez es una especie de estadista y experto negociador que alcanza esos pactos por sus capacidades para llegar a acuerdos.
Pero nada más lejos de la realidad. Lo único que hace Sánchez es decir sí a todo porque lo que se le pide es, entre otras cosas, pasta y la pasta la consigue saqueando cada día más a los españoles a través de los impuestos. Pero como, además, vivimos en una sociedad cobarde, en la sociedad del «qué voy a hacer yo», estos se la dan alegremente, sin darse cuenta de que están financiando «al enemigo».
Y así funciona con todo y con todos, también con los medios de comunicación. Ahora hay mucha gente encantada de la vida porque el diario ‘El País’ ha publicado un artículo crítico con el gobierno, a propósito del nombramiento de Miguel Ángel Oliver, exsecretario de estado de Comunicación, como presidente de la Agencia EFE.
En el editorial se dice, entre otras cosas, que ese nombramiento «produce un daño innecesario al decoro institucional» y que «el daño dura décadas, hasta que alguien decide tomarse en serio la regeneración».
«Pedro Sánchez sitúa al frente de EFE a una persona sin la más mínima apariencia de imparcialidad. El nombramiento daña la imagen de la agencia y del propio Ejecutivo, primer responsable de establecer los estándares de decoro institucional en una democracia. Las críticas están plenamente justificadas. Damos la bienvenida al PP al campo de la indignación ante los nombramientos partidistas», indica el artículo.
El texto asegura que, durante su periplo a cargo de la Comunicación de La Moncloa, «la gestión de Oliver destacó por la protección militante del Gobierno por encima del servicio a los medios» y que «llegó a provocar la protesta colectiva de cientos de profesionales por tratar de imponer un control previo en las preguntas al Ejecutivo, especialmente durante la pandemia».
El País aprovecha también para mezclar al CIS en su texto. «La propuesta de Oliver se suma a la ratificación del presidente del CIS, José Félix Tezanos, quien, más allá de su capacitación técnica, contamina con su discurso la imagen de necesaria imparcialidad de un centro de estudios cuya credibilidad es capital para el debate público, al margen del acierto o el error de sus pronósticos».
Y añade: «Esta imagen partidista de las instituciones no es un juego inocente. Los precedentes se utilizan de forma revanchista por turnos y el daño dura décadas, hasta que alguien decide tomarse en serio la regeneración (…). Es una mala señal que Pedro Sánchez renuncie a frenar esa deriva e incluso la agrave nombrando a un exmiembro de su Gobierno al frente de la agencia estatal de noticias».
Pero, ¿creen ustedes que un editorial así significa en realidad algo cuando, justamente, estamos llegando a fin de año? Bajo nuestro punto de vista, no. Bajo nuestro punto de vista, la pasta con las que les ha regado a todos se ha acabado y, viendo lo que está haciendo con sus pactos y con nuestro dinero, simplemente están diciendo: «¿qué hay de lo nuestro?»
A los Illuminati, amos de todos nuestros políticos, les va la vida en seguir ocultos mientras usan a sus títeres en los puntos clave de las estructuras de poder. Son magníficos guionistas de este enrevesado engañabobos teatro político lleno rocambolescas escenas aparentemente contradictorias cuyo objetivo es liarnos y despistarnos para que no veamos la metarealidad en la que se ocultan. ¿Qué podemos esperar de un diario creado, protegido e instrumentarizado por la masonería?