Cuando conocimos los resultados de las elecciones en Argentina nos extrañaba mucho que el globalismo hubiera permitido la llegada de Milei a la presidencia. A pesar de su discurso con asuntos como la farsemia, Ucrania, o Israel, parecía que Milei aparentaba criticar el discurso globalista de la farsemia climática y similares.
Y apenas pasadas unas horas desde su nombramiento, ya tenemos claro que donde decía una cosa, ahora dice la contraria. Marcia Levaggi, jefa de la delegación argentina en la Cumbre sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas que se celebra en Dubai, ha sido contundente con este asunto y ha declarado: “Vine a traer tranquilidad a las Naciones Unidas y a otros países que Argentina va a seguir comprometida con el Acuerdo de París y va a cumplir sus obligaciones climáticas”.
Añadía, además, que “Milei es liberal, es libertario y cree en las fuerzas del mercado. Y el mercado exige incluir medidas para abordar el cambio climático”. Hace casi siete años, 197 países se pusieron de acuerdo en París para intentar frenar el aumento promedio global de la temperatura en 1.5ºC y Argentina es uno de ellos. Levaggi ha garantizado que seguirán formando parte de ese acuerdo.
Con el asunto de Milei volvemos a encontrarnos con otra verdad, que el sabio refranero español resume con esta frase: «prometer hasta meter y una vez metido, se acabó lo prometido». Ya nos extrañaba a nosotros que se fuera a producir una revolución en Argentina con la victoria de Milei.
Un masón psicopata que para haberlo colocado ahí tiene que haber matado (sacrificado) gente en rituales como ofrenda a sus demonios.