Está claro que la sociedad española camina hacia un desastre seguro y está claro, también, que no va a hacer nada para impedirlo, por cobardía, borreguismo o por pura vagancia, tal y como ha quedado demostrado a lo largo de toda la farsemia.
Y como ya ha quedado sobradamente demostrado, el gobierno tiene claro que va a hacer lo que quiera, cuando quiera y como quiera, porque no va a haber ningún tipo de movilización social para impedirlo. Nos encontramos en un momento crítico como sociedad y como nación, con la complacencia, por completa inacción, de todos.
Ahora al sátrapa de la Moncloa, por puro interés personal, se le ha ocurrido que sería bueno, para él y sus intereses, que hubiera traductores en el Congreso de los Diputados. Es decir, habiendo un idioma común que hablamos todos, pretenden malgastar el dinero que nos saquean contratando innecesarios traductores y colocando el aparataje técnico necesario para hacerlo. ¡Son ricos gracias a tu trabajo! Tú sigue deslomándote a trabajar, que ellos ya sabrán en qué malgastar tu dinero.
El capricho del déspota tiene el siguiente gasto: como el Congreso cuenta ya con 200 auriculares, se ha establecido la compra de otros 450 que costarán 7.600 euros. A eso hay que sumarle el servicio por el alquiler de los equipos técnicos de traducción -los llamados transmisores, que seguramente se compren a partir de 2024 y que tienen un coste de 300 euros cada uno (195.000 si se adquieren también 650)- y su mantenimiento por el que habrá que desembolsar 45.900 euros hasta el 31 de diciembre. En total, 53.500 euros, a los que habrá que añadir el salario de los intérpretes.
Pero nada, nosotros tranquilos en nuestro sillón, que aquí no pasa nada. ¿Lo importante? Rubiales y su beso.
Es todo una locura diabólica,para tapar la ruina económica de el país.