Cuando, pasados ya tres años, nos ponemos a analizar el asunto de la farsemia y de lo que ha sucedido después, nos vamos explicando muchas más cosas. El asunto no solo iba de encerrarnos en nuestras casas, aterrorizarnos e inocularnos un veneno. El asunto también iba de realizar un test de inteligencia y de capacidad de sometimiento de la población.
Y con todo lo sucedido, con más de un 90% de la población inoculada, a pesar de que el oficialismo nunca mentía ya que nos decía que era experimental y no obligatorio, creemos que el resultado está claro y a la vista de todos. Además, no hay más que darse una vuelta por la calle para ver los resultados.
Por eso, ahora nos encontramos con que roban unas elecciones sin disimulo, te saquean sin ningún miramiento y mienten sin molestarse mucho en ocultarlo, o más bien nada. Y mientras tanto, las calles siguen llenas de gente que deambula de un lado a otro sin enterarse de nada. De personajes absolutamente abducidos y ya completamente sometidos.
Y mientras tanto, los fieles vasallos de los ideólogos, esos a los que llamamos políticos, están en estas.
No hace demasiados años, un tipo como Puigdemont no habría podido ascender nunca de la categoría de friki. Y ahora, ese friki va a negociar con otro, el propio presidente del Gobierno, el futuro de millones de personas. Pero, ¿creen que a esos millones de personas les importa algo? Nada. Y menos en agosto.
Mientras tanto y delante de sus narices, les recortarán cada día más libertades, más derechos y lo harán de la noche a la mañana porque se han dado cuenta que la masa se amolda a todo inmediatamente.
Por desgracia, aquí solo hay una solución y es tocar fondo, cuando ya no se pueda caer más y ya nadie se salve de la quema. Entonces, solo entonces puede que una mayoría despierte y se busque el resurgimiento como el Ave Fénix pero, mientras tanto, el panorama es desolador.