En estos últimos días todos nosotros hemos oído hablar de un documental que, al parecer, está haciendo especial daño a Pedro Sánchez y toda su camarilla de pelotas. ‘El autócrata’, que así se titula, está dirigido por Carlos Hernando, director de cine con varias nominaciones a los Premios Goya a sus espaldas, y, según denuncia el propio director, ha tenido todo tipo de trabas por parte del Ministerio de Cultura, por lo que le ha sido imposible estrenarlo en cines.
Ante esta circunstancia y el adelanto electoral, Hernando ha decidido distribuirlo en abierto a través de distintas plataformas, con lo que el ministerio, en lugar de censura, ha conseguido con este documental el auténtico «Efecto Streisand».
Nosotros ya hemos podido ver el documental y hemos de decir que está bastante bien. Varios miembros del propio PSOE denuncian la personalidad del «autócrata» y cuentan alguna de las barbaridades políticas y económicas que ha cometido y que cualquiera, con dos dedos de frente, tiene meridianamente claras.
Pero nosotros, a pesar de habernos gustado el documental, seguimos echando en falta que se denuncie lo más grave que ha hecho Sánchez a lo largo de estos años: la farsemia y el veneno experimental.
Seguimos echando en falta que haya gente que se atreva a denunciar todo esto y lo pase por alto. Parece que, incluso los más críticos, no se atreven a tocar este tema que, difícilmente, será superado por ningún gobierno en muchos años.
Y no podemos evitar preguntarnos si es porque no se atreven, o es porque no lo ven. El caso es que hay muchos motivos para criticar a Sánchez y para echarlo a patadas del gobierno, pero este, además, es un motivo para sentarle en un juzgado y que lo pague de por vida.