Artículo de Ana Tidae
Hablo de “izquierda” porque es el esquema mental en el que sigue atrapada una mayoría, si bien llevo varias décadas dedicada en los ratos libres a destruir la Madre de todas las Estafas de la era contemporánea en nuestras sociedades, que es llamar izquierda a esa pegajosa religión (literalmente lo es) omnipresente, dogmática, inescrupulosa , voraz y falaz atrincherada en el poder, los mecanismos del Estado y los medios de aborregación. Y lo de coral no es un error tipográfico. Hablo del ubicuo coro consagrado a inundar la sociedad de consignas sobre la supuesta “superioridad moral” de la izquierda, que como muchos sabemos, y cada día más personas entienden para desesperación de dicho coro, es puro márketing y autobombo sin respaldo real. Porque no vivimos en tiempos filosóficos ni ilustrados, vivimos en la era del neuromárketing, la programación neurolingüística y la propaganda facilona, diseñados por unos entes de los que la “izquierda” reciente y actual es la alumna aventajada. Así, te venden como buenos caros productos que hacen lo contrario de lo que anuncian en su publicidad (trágico símil: las vacunas “eficaces, seguras y solidarias”).
Pero yo que de natural escruto la realidad fijándome en los detalles menos aparentes y ruidosos, bastante inmune a la corrupción del lenguaje, al pueril chantaje emocional y a las maniobras baratas de distracción, observo desde hace bastante tiempo que el coro de “izquierda” lleva mucho tiempo en bucle, agotado, estirando con agotadas energías un chicle reseco y sin sabor. Las redes sociales permiten paladear mejor todavía este fenómeno.
La “izquierda”, desgastada por su propia estupidez, desustanciada por sus propios abusos, desnortada por haber vivido demasiado bien en el humo mullido de la manipulación y la extracción , literalmente enferma mental por la ingesta desmedida de “causas” parasitables, camino de la aniquilación final víctimas de unas estructuras insostenibles por ley natural que ellos mismos han construido a base de engaño y explotación del trabajador (los cotizantes), ofrece en el presente un espectáculo terminal, vetusto y patético aferrada como clavo ardiendo a sus apolilladas consignas de emergencia. Completamente ciega. “La ultraderecha”, “el fascismo”, “el franquismo”, “violentos”. “Nazis”. “Cayetanos”. “Democracia”. “Urnas”. “Valores”. “Progreso”. Lo de siempre. Y cada día decenas de miles de personas conscientes de no ser franquistas, ni violentas, ni “cayetanas”, y también conscientes de la corrompida, empobrecida y peligrosa realidad que los rodea despiertan del antiguo engaño de las palabras a partir del cual se destruyó su presente, su futuro, su patria y hasta su consciencia con técnicas pavlovianas.
La secta pseudoizquierdista enquistada en España se mantiene única y exclusivamente de dinero. Pero desde hace mucho tiempo este dinero sólo se emplea, aparte de para los vicios y lujos de sus activistas y sus redes clientelares, para repetir las típicas voces de control del ganado, como los chasquidos monótonos de un pastor de ovejas, sin ser capaces de crear nada nuevo. Se puede apreciar en X/twitter que cada vez que el partido de las siglas más embusteras (PSOE) atraviesa un bache crítico sus principales cuentas graznan coordinadas las consignas cortadas con el mismo patrón (qué mala es la ultraderecha, qué buenos que somos, cuánto progreso, y qué culito tenemos). Del mismo modo activan de urgencia a sus redes de sicarios digitales, por supuesto previo pago, cuya cansina y desagradable presencia cualquiera puede detectar proliferando en redes sociales y campos de comentarios. Esta es la finalidad del dinero (deuda) robado por la ultra Belarra cuando de forma ilegal estando en (dis)funciones inyectó millones de euros a entidades como la llamada “cibervoluntarios” (¿desde cuándo un voluntario cobra por un trabajo? Darle la vuelta al lenguaje con cinismo insuperable es su especialidad). Y del dinero regalado a la prensa para machacar el relato y placar a la verdad y a la razón ya ni hablamos, es decir, ya hemos hablado mucho, aunque nunca será suficiente hasta que la prostitución periodística sea enviada a la trituradora de la historia.
El PSOE es un espectáculo decadente. Si hubiese que elegir imágenes y sonido para representar su moribunda existencia, sería la de un Ábalos con un hilo de voz cínica defendiendo entre dientes la “democracia” del tsunami catalanista, la cara rígida y la voz balbuceante de la ministra de Educación -la que dice “producieron” y merma el currículo escolar mientras lleva a sus hijos a colegios privados- con la monserga de las urnas y la “democracia”, a las decrépitas viejas glorias del psoe, los que colocaron todas las cargas explosivas y malvendieron nuestra industria y dignidad, simulando ser sabios y venerables ancianos preocupados por el país, al agente Sánchez en vídeos concatenando mentiras con la parsimonia que le permite su condición de psicópata maligno, a las charos de pelo frito y a los manolos de barriga regada de cerveza subvencionada, a los comegambas de fulard hortera y pelo cano y a los comegambas arcoiris que lloran por inventadas señoras mayores homófobas y neonazis. A Reyes Maroto e Iceta bailando grotesca e inapropiadamente pretendiendo resultar juveniles y ‘enrollados’. A los impávidos figurantes tras el atril del mitin, que asisten a cambio de un vale para la pizzería. Al inane Miguel Ríos, a la “intelectual” Anabel Alonso, al agrio Jorge Javier, a los ojos de lunático de Willy Toledo y al resto de mediocres, ajados y caducos párodos a sueldo.
Como he dicho leo la actualidad a través de los detalles, los matices, los sonidos, las caras, los ojos, las frases inconscientes, los balbuceos, registros y temblores de las voces, los patrones de consignas, las oleadas de trolls y bots y ‘likes’ al peso, y el perfil de las personas en acción. El PSOE y en general toda la fraudulenta “izquierda” oficial de España están tomando conciencia horrorizada de que están perdiendo lo que siempre proclamaron que era suyo, hasta acabar creyéndoselo. Las calles y las redes sociales. Y lo que ellos llamaban cultura, y lo que llaman ‘relato’. Pero lo peor que ven es que están perdiendo irremisiblemente el más codiciado premio: la juventud. Las calles, esas calles que ya no soportan al psoe y su banda, los canales influencers, las discotecas coreando “que te vote Txapote” a ritmo de música maquinera, las asociaciones civiles, están inundados masivamente de caras jóvenes. Jóvenes y muy jóvenes. Un buen número de ellos despiertos gracias a que ya no ven la tele ni escuchan a los dinosaurios de la radio vividores del bipartido. Una juventud que ya no ve al partido-carcoma en forma de un González con americana de pana setentera que promete “libertad y progreso”, sino como a una abusiva, antiestética, insultante, antilibertaria y catastrófica asociación de boomers malhechores a la que hay que darle la patada generacional urgente y definitiva en defensa propia. Es muy probable que tengamos agente Sánchez, alias el Liquidador, durante mucho tiempo, pero el PSOE, la psoe, la Mentira hecha siglas, se apea en esta estación. Celebrémoslo.
En España no existe ni un solo partido de Izquierdas en el Congreso, fuera de el puede y digo puede porque sabemos que el CNI se infiltra en la mayoria de ellos. Otros que en el futuro veremos que clases de servicios prestaron a la patria o a sus jefes y bolsillos. No es izquierda es falsa izquierda aparte que yo no se quien es el idiota que se invento estos terminos cuando en realidad es pueblo contra feudalismo no izquierdas y derechas.
Y algunos se dicen de Derechas sin serlo porque no son millonarios otra cosa es que sean sus lacayos o esclavos por conveniencia o idiotez.