La cuarta ronda de negociaciones para el Anexo del Sistema de Acceso a Patógenos y Distribución de Beneficios (PABS) de la OMS al Acuerdo sobre Pandemias se llevará a cabo del 1 al 5 de diciembre de 2025. Día 1, inicio, nada casual. Día del SIDA, otra descomunal farsa dizque vírica: VIH, pues. Y mientras se transforma diciembre en una tediosa sucesión de farsa víricas animales (los pangolines de antaño devienen hogaño cerdos, jabalíes, aves, delfines, monos, mejillones…), brota crucial y oficial documento. «Plataforma de prevención de pandemias de DARPA (Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Duke» (HR0011-17-2-0069). Frases textuales de los militronchos yanquis, siempre – repito, siempre – enfangados en estos menesteres «biológicos»(fíjense también en los madelman de la UME de una Cataluña que explora la “teoría del bocata”: la pura descojonación) Sostiene esta ilegítima gentuza armada lo que sigue: “Reconocemos la posibilidad de que durante un brote pandémico solo esté disponible la información electrónica de la secuencia viral». Otro fragmento del informe:» Se está abierto a construir una plataforma que funcione incluso cuando no exista ningún virus físico, sino sólo un archivo de computadora”.

A grandes rasgos, la farsa vírico-informática
Los ejércitos contemporáneos, concretamente sus sistemas de biodefensa, tratan un código digital como si fuese un “virus”, transformando en todos – repito, todos – los casos, constructos informáticos en entidades biológicas físicas. Secuencias generadas en ordenador que posteriormente son tratadas como patógenos reales. Secuencias genómicas de consenso ensambladas arbitraria e informáticamente derivadas de ARN (fragmento de ARN que proviene de donde les salga de la punta del nabo: recuerden que en Wuham procedía, en principio, de líquido de lavado broncoalveolar de un solo paciente con neumonía de etiología desconocida).

Grosso modo, un suponer: una proteína espiga – glicoproteína – sintética, diseñada digitalmente, in silico, utilizando modelos matemáticos y simulación para emular procesos biológicos o moleculares, y que no surge de la naturaleza (ni de un mercado de abastos de la ciudad china de Wuham), sino de un proceso de ingeniería informática del Pentágono y los NIH (National Institutes of Health, Institutos Nacionales de Salud). Con la calandraca pangolínica de hace más un lustro, verbigracia: la secuencia informática resultante de 29.903 nucleótidos (Wuhan-Hu-1, NC_045512.2) se adoptó rápida, informática y falsariamente como referencia para ensayos de diagnóstico, estudios filogenéticos y desarrollo de timovacunas covidicias.
En fin.


