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¿Estamos ante el posible descubrimiento de lo que podría haber sido el Arca de Noé?

Durante siglos, la historia del Arca de Noé, narrada en el libro del Génesis, ha fascinado a creyentes, científicos y aventureros por igual. Este relato bíblico describe cómo Noé, por mandato divino, construyó una embarcación para salvar a su familia y a representantes de cada especie animal de un diluvio universal que purificaría la Tierra. Ahora, un reciente descubrimiento en Turquía ha reavivado el debate sobre la posible existencia histórica del Arca, con nuevos escaneos que revelan estructuras que podrían alinearse con las descripciones bíblicas.

El descubrimiento se centra en la Formación Durupinar, una estructura geológica ubicada a unos 29 kilómetros al sur del Monte Ararat, en el este de Turquía. Esta formación, descubierta en 1948 tras fuertes lluvias y terremotos que desplazaron el lodo circundante, tiene una forma que recuerda a un barco, con dimensiones aproximadas de unos 157 metros de largo, 26 de ancho y 15 pies de alto, sorprendentemente cercanas a las medidas del Arca descritas en Génesis 6:15 (300 codos de largo, 50 codos de ancho y 30 codos de alto). Según la Biblia, el Arca encalló en las «montañas de Ararat», lo que ha llevado a numerosos exploradores a centrarse en esta región.

En los últimos años, un equipo de investigadores estadounidenses y turcos, liderado por Andrew Jones de Noah’s Ark Scans, ha utilizado tecnología de radar de penetración terrestre (GPR) para analizar la Formación Durupinar. Los escaneos han revelado detalles intrigantes: una estructura angular a unos 6 metros bajo la superficie, un túnel central de 4 metros de ancho y, lo más sorprendente, tres capas distintas subterráneas. Estas capas coinciden con la descripción bíblica del Arca como una embarcación con tres cubiertas (Génesis 6:16). Además, los análisis de suelo muestran un contenido de materia orgánica significativamente mayor dentro de la formación en comparación con el entorno, así como niveles elevados de potasio, lo que sugiere la posible presencia de estructuras artificiales.

El equipo de investigación, que incluye a arqueólogos de la Universidad Técnica de Estambul, la Universidad Andrews y la Universidad Ibrahim Çeçen, ha trabajado desde 2022 en la recolección de más de 30 muestras de roca y suelo en la región. Los análisis de estas muestras, que contienen materiales arcillosos, sustancias marinas y fósiles de mariscos, datan de entre 5500 y 3000 a.C., un período que coincide con la cronología estimada del diluvio universal según algunas interpretaciones bíblicas. Faruk Kaya, vicerrector de la Universidad Ibrahim Çeçen, ha calificado los resultados como «prometedores», aunque advierte que se necesita más investigación para confirmar la autenticidad de los hallazgos.

Otro descubrimiento relevante proviene de una tablilla babilónica de 3000 años de antigüedad, conocida como el Imago Mundi, descifrada por expertos del Museo Británico. Esta tablilla, que contiene escritura cuneiforme, incluye referencias a una embarcación similar al Arca de Noé, mencionada con el término «parsiktu», y señala su ubicación en «Urartu», el nombre antiguo de la región donde se encuentra el Monte Ararat. Según el arqueólogo Irving Finkel, este artefacto sugiere que la historia del diluvio era considerada un hecho histórico por los babilonios, lo que podría reforzar la narrativa bíblica.

La búsqueda del Arca de Noé no es nueva. Desde el siglo XIX, exploradores han recorrido el Monte Ararat en busca de evidencias. En 1829, el científico alemán Friedrich von Parrot escaló la montaña sin éxito. En 1955, el alpinista francés Fernand Navarra afirmó haber encontrado madera a 4000 metros de altura, aunque los análisis posteriores no fueron concluyentes. En 2010, una expedición chino-turca reportó el hallazgo de una estructura de madera datada en 4800 años, pero la comunidad científica descartó las pruebas por falta de rigor.

La Formación Durupinar, en particular, ha sido objeto de debate desde su descubrimiento. Mientras algunos la consideran una formación geológica natural, otros, como el equipo de Noah’s Ark Scans, argumentan que su forma y las estructuras detectadas apuntan a un origen artificial. La falta de métodos invasivos, como excavaciones profundas, ha limitado las conclusiones, ya que el equipo solo ha podido emplear técnicas no destructivas como el GPR.

El descubrimiento ha generado un intenso debate entre la comunidad científica y religiosa. Por un lado, los defensores de la narrativa bíblica ven en estos hallazgos una validación de la historia del diluvio, que también aparece en otras tradiciones, como el mito sumerio de Utnapishtim en la Epopeya de Gilgamesh y el relato zoroástrico de Vara. Estas similitudes sugieren que el diluvio podría estar basado en un evento catastrófico real, posiblemente una inundación local en Mesopotamia.

Por otro lado, arqueólogos como Jodi Magness y Eric Cline expresan escepticismo. Argumentan que, incluso si se encontraran restos de una embarcación, sería imposible vincularlos directamente con Noé o un diluvio universal, ya que no existen inscripciones antiguas que lo confirmen. Además, el Génesis sitúa el Arca en las «montañas de Ararat», una región amplia que incluye partes de Turquía, Armenia e Irán, no necesariamente el Monte Ararat moderno. Los críticos también señalan que la búsqueda del Arca a menudo está impulsada por el creacionismo de la Tierra joven, una perspectiva que ignora evidencias geológicas que contradicen un diluvio universal.

National Geographic ha destacado que los relatos de diluvios catastróficos son comunes en múltiples culturas mesopotámicas, lo que podría indicar una memoria colectiva de inundaciones locales, pero no necesariamente un evento global. Además, la ausencia de un registro geológico de un diluvio universal plantea dudas sobre la literalidad del relato bíblico.

Si se confirmara que la Formación Durupinar contiene los restos del Arca de Noé, las implicaciones serían profundas. No solo desafiaría las teorías científicas tradicionales sobre la historia de la humanidad, sino que también podría reavivar el diálogo entre ciencia y fe. Como señala Faruk Kaya, los hallazgos abren nuevas perspectivas para entender el origen de las historias bíblicas, que podrían estar arraigadas en eventos históricos reales.

Sin embargo, los investigadores enfatizan la necesidad de un trabajo científico riguroso. El profesor Raúl Esperante, del Geoscience Research Institute, subraya que aún falta un análisis exhaustivo para certificar la existencia del Arca. La comunidad científica permanece dividida, con algunos expertos considerando que las evidencias geológicas no son suficientes para confirmar la narrativa bíblica.

El descubrimiento en la Formación Durupinar, con sus escaneos de tres capas y estructuras angulares, ha captado la atención mundial al ofrecer una posible conexión con la historia del Arca de Noé. Aunque los hallazgos son prometedores, la falta de evidencia concluyente mantiene el misterio vivo.

 

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1 COMENTARIO

  1. El Globalismo está volviendo a la Humanidad cada vez más irracional, ya la ha llevado hasta unos niveles preapocalíticos. Cuqalq1uier geólogo se reiría a lo bestia del que esta formación sea de los restos del Arca de Noé

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