domingo, febrero 23, 2025
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Aplicarse el cuento (incluye PDF del libro ‘El Conde Lucanor’)

Por Alfonso de la Vega

Los apólogos eran empleados para enseñar valores y promover dignidad e inteligencia en las conductas. Solían ir dirigidos a reyes o autoridades para informar un mejor gobierno. Los apólogos de la colección del conde Lucanor, obra maestra del Infante don Juan Manuel, siguen constituyendo preciosos ejemplos de comprensión de la naturaleza humana. Aún conservo con todo cariño y devoción filial un ejemplar de la colección de apólogos editada por Aguilar que me regalara mi padre siendo niño. Pese a formar parte de lo mejor de nuestra Cultura es una pena que olvidemos y no pongamos en práctica sus lecciones.

En otro momento he recordado el famoso apólogo de lo vendedores de telas invisibles que parecería escrito para ilustrar las malas mañas de los que nos venden a este calamitoso y fraudulento régimen como democracia fetén, como la más alta conquista de la civilización que vieran los siglos. Ha tenido que venir el deslenguado Trump para confirmar lo que todos sabían pero no se atrevían a decir: el rey va desnudo. 

Como ejemplo de lo que acontece cabe recordar de nuevo al apólogo en que el infante don Juan Manuel nos cuenta sobre lo que sucedió con el árbol de la Mentira:

Un día hablaba el Conde Lucanor con Patronio, su consejero, y le dijo: Patronio, sabed que estoy muy pesaroso y en continua pelea con unos hombres que no me estiman, y son tan farsantes y tan embusteros que siempre mienten, tanto a mí como a quienes tratan. Dicen unas mentiras tan parecidas a la verdad que, si a ellos les resultan muy beneficiosas, a mí me causan gran daño, pues gracias a ellas aumentan su poder y levantan a la gente contra mí. Pensad que, si yo quisiera obrar como ellos, sabría hacerlo igual de bien; pero como la mentira es mala, nunca me he valido de ella. Por vuestro buen entendimiento os ruego que me aconsejéis el modo de actuar frente a estos hombres.

-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, para que hagáis lo mejor y más beneficioso, me gustaría mucho contaros lo que sucedió a la Verdad y la Mentira. La Verdad y la Mentira se pusieron a vivir juntas una vez y, pasado cierto tiempo, la Mentira, que es muy inquieta, propuso a la Verdad que plantaran un árbol, para que les diese fruta y poder disfrutar de su sombra en los días más calurosos. La Verdad, que no tiene doblez y se conforma con poco, aceptó aquella propuesta.

»Cuando el árbol estuvo ya plantado y había empezado a crecer frondoso, la Mentira propuso a la Verdad que se lo repartieran entre las dos, cosa que agradó a la Verdad. La Mentira, dándole a entender con razonamientos muy bellos y bien construidos que la raíz mantiene al árbol, le da vida y, por ello, es la mejor parte y la de mayor provecho, aconsejó a la Verdad que se quedara con las raíces, que viven bajo tierra, en tanto ella se contentaría con las ramitas que aún habían de salir y vivir por encima de la tierra, lo que sería un gran peligro, pues estarían a merced de los hombres, que las podrían cortar o pisar, cosa que también podrían hacer los animales y las aves. También le dijo que los grandes calores podrían secarlas, y quemarlas los grandes fríos; por el contrario, las raíces no estarían expuestas a estos peligros….

La Verdad se metió bajo tierra para vivir, pues allí estaban las raíces, que ella había elegido, y la Mentira permaneció encima de la tierra, con los hombres y los demás seres vivos. Y como la Mentira es muy lisonjera, en poco tiempo se ganó la admiración de las gentes, pues su árbol comenzó a crecer y a echar grandes ramas y hojas que daban fresca sombra; también nacieron en el árbol flores muy hermosas, de muchos colores y gratas a la vista. »Al ver las gentes un árbol tan hermoso, empezaron a reunirse junto a él muy contentas, gozando de su sombra y de sus flores, que eran de colores muy bellos; la mayoría de la gente permanecía allí, e incluso quienes vivían lejos se recomendaban el árbol de la Mentira por su alegría, sosiego y fresca sombra.

Tanto sabía de esto la Mentira y tan bien lo enseñaba a quienes querían acogerse a la sombra de su árbol, que los hombres siempre acababan sus asuntos engañando y mintiendo, y no encontraban a nadie que no supiera mentir que no acabara siendo iniciado en esa falsa ciencia. En parte por la hermosura del árbol y en parte también por la gran sabiduría que la Mentira les enseñaba, las gentes deseaban mucho vivir bajo aquella sombra y aprender lo que la Mentira podía enseñarles. Así la Mentira se sentía muy honrada y era muy considerada por las gentes, que buscaban siempre su compañía: al que menos se acercaba a ella y menos sabía de sus artes, todos lo despreciaban, e incluso él mismo se tenía en poco.

Mientras esto le ocurría a la Mentira, que se sentía muy feliz, la triste y despreciada Verdad estaba escondida bajo la tierra, sin que nadie supiera de ella ni la quisiera ir a buscar. Viendo la Verdad que no tenía con qué alimentarse, sino con las raíces de aquel árbol que la Mentira le aconsejó tomar como suyas, y a falta de otro alimento, se puso a roer y a cortar para su sustento las raíces del árbol de la Mentira. Aunque el árbol tenía gruesas ramas, hojas muy anchas que daban mucha sombra y flores de colores muy alegres, antes de que llegase a dar su fruto fueron cortadas todas sus raíces pues se las tuvo que comer la Verdad.

Cuando las raíces desaparecieron, estando la Mentira a la sombra de su árbol con todas las gentes que aprendían sus artimañas, se levantó viento y movió el árbol, que, como no tenía raíces, muy fácilmente cayó derribado sobre la Mentira, a la que hirió y quebró muchos huesos, así como a sus acompañantes, que resultaron muertos o malheridos. Todos, pues, salieron muy mal librados. Entonces, por el vacío que había dejado el tronco, salió la Verdad, que estaba escondida, y cuando llegó a la superficie vio que la Mentira y todos los que la acompañaban estaban muy maltrechos y habían recibido gran daño por haber seguido el camino de la Mentira….”

Sí. El cuento es de aplicación a los próceres actuales. Es una descripción afortunada del régimen del 78 o de Bruselas. Es posible que con el viento de Poniente a favor nos encontremos ante una oportunidad histórica única para que la Verdad ocultada salga a la luz y abatir el árbol de la Mentira  Pero habría que actuar con contundencia. Sobre eso también me viene a la memoria el Ejemplo XXXV, De lo que le aconteció a un mozo que casó con una mujer muy fuerte y muy brava. Un cuento muy famoso y comentado. E incluso plagiado por el mismísimo Shakespeare en La Fierecilla domada. Por cierto, no el único plagio de la gran Cultura española del supuesto bardo de Avon. Ruego al amigo culto lector me disculpe si resumo brevemente el texto citado para mejor comprensión de lo que hablo. El texto no deja de ser hoy políticamente incorrecto, y que me perdonen las feministas sinceras.

 

Se trata de un mozo que quiere casarse con una moza de carácter intratable por lo que nadie quería casarse con aquel demonio. Su padre se lo desaconseja pero no consigue disuadirle, de modo que va a pedir la mano de la novia. El futuro cosuegro le confiesa que «si tal hiciera cometería una maldad muy grande pues su hijo es bueno y si se casa con mi hija le matará o le hará pasar una vida peor que la muerte». Al final, la boda se produce, pero el astuto mozo ha planeado su estrategia para someter a la fiera. Pide a varios animales que le traigan agua para lavarse las manos. Dado que ellos por supuesto no le entienden y no lo hacen, los mata con su espada. Muerto así incluso su propio caballo por fin le llega el turno a su mujer que, visto lo visto, se asusta y le obedece sin rechistar para evitar las fatales consecuencias de la temible ira marital.

Dado el éxito de la estratagema, el suegro quiso repetirla con un gallo que como es natural tampoco le obedecía, pero su mujer le disuadió: «la verdad, don Fulano, que te has acordado tarde, pues ya de nada te valdrá matar cien caballos que tuvieras, antes tendrías que haber empezado, que ahora te conozco

Patronio termina la narración escuchada atentamente por el conde con esta moraleja: “Si al principio no te muestras como eres, no podrás hacerlo cuando tú quisieres”.

Me temo que ya es tarde para hacerse respetar pero sugiero como Patronio que no estaría de más probar a intentarlo por el bien de España y Europa. Lo mismo va y cuela.

El Conde Lucanor (Libro completo para descargar)

 

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