miércoles, febrero 5, 2025
InicioCulturaLa memoria histórica del embajador Hayes

La memoria histórica del embajador Hayes

Por Alfonso de la Vega

Nos cuentan que la propuesta estrella para lo que queda de legislatura del gobierno falsario de Su Majestad será denigrar la memoria del antiguo Jefe del Estado, don Francisco Franco, a cuya voluntad le debe el trono y fabulosa fortuna familiar Su Majestad cuyo gobierno insulta. Las instituciones borbónicas contra el origen de sí mismas. Ahora bien, entre tanto desatino impune don Felipe parece que se está dando cuenta de la gravedad de lo que pasa y que su propia continuidad en el trono está ya en riesgo. Y se da una tregua no asistiendo al acto inaugural de la campaña contra Franco que va perpetrar Su gobierno. Acaso conveniente para tapar grandes logros del régimen como que el reino de España de ser una potencia mundial cuando la muerte del denostado general, se haya encaramado a primeros lugares de la miseria en la UE, o haya degenerado a triste títere globalista.

Cada cual cuenta la feria según le va en ella. Es dogma interesado de la mal llamada Memoria Histórica que Franco era un facha malísimo, sin mezcla de bien alguno y que los rojos reunían todas las virtudes. Sin embargo, las cosas sucedieron con muchos más matices. Así lo reconoce y lo cuenta en sus memorias un personaje tan poco sospechoso de veleidades franquistas como fuera Carlton Hayes, el embajador norteamericano en España desde 1942 a 1945, años cruciales de la Segunda Guerra Mundial y en los que la Península Ibérica y España en particular, se convirtieron en áreas de gran importancia geoestratégica para ambos bandos en conflicto. No en balde las titula Misión de Guerra en España (EPESA, 1946).

El Doctor Hayes estaba muy lejos de ser la figura del político ignorante, prepotente, arrogante y pendenciero, por desgracia tan habitual entre los dirigentes norteamericanos actuales. Se trataba de un catedrático de reconocido prestigio académico y personal experto en Historia, conocedor de la de España, y profesor de varias universidades americanas. Demócrata, de firmes ideas republicanas y partidario de los derechos civiles, muy poco simpatizante del Régimen de Franco, se mostró muy reticente a aceptar la embajada en España que le propusiera el Presidente Roosevelt.  Por la insistencia del Presidente, interesado en mantener la neutralidad o al menos la no beligerancia de nuestro país en una etapa tan crítica, así como por la suerte del tesoro artístico español, al cabo acepta el puesto de embajador norteamericano en España donde se traslada con su familia en la primavera de 1942.

El embajador Hayes narra la ceremonia de entrega de credenciales en el Palacio Real y su conversación posterior con Franco. ”Pronto me di cuenta que ningún parecido guardaba el General con las caricaturas que de él corrían en la prensa ”izquierdista” de los Estados Unidos. Físicamente no era tan gordo ni tan bajo como querían presentarlo y tampoco hacía nada por “pavonearse”. Desde el punto de vista espiritual  me pareció no tener nada de torpe ni ser un “poseído” de su persona, antes se me reveló como dotado de una inteligencia clara y despierta, y de un notable poder de decisión y cautela, así como de un vivo y espontáneo sentido del humor. ”. Tras narrar el resto de la conversación y en especial el intercambio de opiniones sobre los papeles de Alemania y Rusia en el que quedó patente la oposición de Franco al comunismo, el embajador prosigue: “Dio realmente pruebas de gran cortesía, tanto de palabra como de actitud. Su silencioso Ministro de Asuntos Exteriores, Sr. Serrano Suñer, en cambio, me pareció dudoso, irónico, más bien sentí que estaba cordialmente inclinado al Eje”. 

A lo largo de sus memorias, el embajador establece una especie de catálogo de personajes de la época, tanto españoles como del cuerpo diplomático acreditado. Y va desgranando sus opiniones y conclusiones sobre España a lo largo de casi cuatrocientas páginas. Entre ellas, por ejemplo, cabe espigar las siguientes:

 “(Franco) Vivía en un palacio relativamente modesto”.

Los grandes inconvenientes del momento son los pésimos transportes y la escasa y excesivamente cara alimentación. Los ferrocarriles están verdaderamente destrozados y las carreteras piden a gritos una nueva pavimentación. Casi no se ven coches particulares y los pocos automóviles y camiones, al igual que los taxis, avanzan a saltos, con unos contrapesos que llaman gasógenos. La falta de transportes, unida a la carencia durante seis años de abonos, explican la terrible escasez de alimentos…”

 “No intento entablar, como no lo hice entonces, una discusión sobre el pro y contra de la guerra civil española o lo que a ella condujo. Debo señalar, sin embargo, basado en una cuidadosa y creo que objetiva investigación y profundo estudio de España, que no fue tan sencilla como muchos publicistas extranjeros quieren presentarla. No fue una lucha bien delimitada entre democracia y fascismo, ni el primer “round” de la Segunda Guerra Mundial. Es totalmente cierto que no fue un conflicto entre un “negro puro” y un “blanco puro”, sino que en cada parte había tonalidades grises. Ninguno de los bandos era totalmente homogéneo, y amargas atrocidades fueron cometidas por ambas partes.

 Por otra parte, por lo que sé de la Historia de España y de los acontecimientos del país entre los años 1931 y 1939, estoy convencido de que cualquiera que hubiese sido el bando vencedor de la guerra civil hubiera quedado rápidamente bajo el influjo de sus grupos más extremos y habría impuesto al vencido idéntica clase de prescripción y castigo…. Nadie puede estar seguro de lo que habría ocurrido si la coalición contraria hubiere triunfado, pues la condición no se dio, pero sospecho firmemente de que en tal caso otros grupos extremistas, tales como los comunistas y anarquistas, hubieran ascendido al Poder y hubieran demostrado no menos intolerancia y deseos de venganza”  

 “Recuerdo una conversación con un izquierdista que había sido alcalde de Toledo durante la República,…no sentía aprecio por sus carceleros ni menos hacia el régimen del General Franco. Sin embargo, atribuía que este obtuviera el Poder no a una determinada superioridad militar o estratégica de los nacionales en la guerra civil, ni a la ayuda que recibieran de Alemania e Italia, sino a la escisión y querellas entre los republicanos, que los comunistas agravaron y explotaron en beneficio propio, cargando de ese modo de deshonor y llevando al desastre la causa republicana en España…” 

Como puede apreciarse, el embajador da todo un mentís a cierta visión falsamente idealizada del bando republicano que pretende imponer la izquierda de pensamiento único y asume la amorfa acomplejada o cínica del PP, pero que también fuera denunciada ya en su día por investigadores hispanistas como Bolloten y luego por Pío Moa.

No sabemos si va a haber debate civilizado sobre estas cuestiones o si nadie se va a oponer a que el social comunismo cuente sus fábulas liberticidas con total impunidad.  Más allá de campañas o de las consignas es preciso intentar ser ecuánimes en los juicios a las personas e instituciones teniendo en cuenta sus condicionantes, comprender motivaciones, buscar las causas de los fenómenos históricos y sus interacciones dialécticas, más que las anécdotas, si queremos que la Historia nos sirva para mejorar el porvenir o al menos evitar o paliar futuros desastres. Para ello es condición imprescindible la libertad de conciencia, cátedra y expresión, amenazadas por el cínico promotor de estos saraos y abucheado hoy en su primer acto inaugural.

 

EsDiestro
Es Diestro. Opinión en Libertad
Artículo relacionados

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Entradas recientes