El artículo 2 de los derechos de hombre, aprobada por la asamblea francesa el 26 de agosto de 1789 nos dice que “el fin de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales e imprescindibles del hombre” y el artículo 3 que “la fuente de toda soberanía reside esencialmente en la nación y que ninguna corporación o individuo puede ejercer una autoridad que emane de ella.”
La revolución masónica, hagamos un poco de historia, supuso el inicio de la tradición supuestamente democrática, en la que el ciudadano elegiría a su gobernante. ¿Qué es una asociación política? No está para defender intereses públicos, sino primero de tipo corporativo, de ideologías para que los miembros del partido entiendan el origen, proceso y fin de sus decisiones, poniendo todo en una balanza, en la que los intereses personales queden cubiertos, como primera prioridad, el resto tiene que esperar su turno, no sea que la estructura del partido se debilite o, peor aún, que desaparezca. Es por ello que los cabecillas de la asamblea de París se pusieron las pilas para crear corporaciones y defender su ideología puramente masónica. Que la soberanía, según dice el artículo 3, resida en la nación, nos habla del espíritu expropiatorio de estos grupos, del “ánimus” para ser dueños de los países, como lo son de sus economías, sus estructuras políticas, sus recursos y de quienes hacen las leyes, puestos a dedo como peones de ajedrez, para cumplir órdenes. Por eso, no hay corporación y mucho menos individuo que pueda ejercer autoridad, dado que el estado tiene sus amos y el resto son esclavos, y los que ejecutan los mandamientos masónicos, no se sabe si son sicarios pagados para sus sucios planes, a menos que sean peones de sus intenciones, como en el caso de los sindicatos o de la ONGs, pagadas por la Open Society de Soros.
Todo ello, muy pensado desde 1789, cuando se decidió la representación del ciudadano, como única forma de que éste no ejerciera sus derechos (lo más peligrosos para sus amos) y, de paso, engañarlo, haciéndole creer que escoge a alguien para que resuelva su vida y que puede cambiarlo mientras de desee, el perfecto timo de la estampita, elaborado ya desde que, tras la aparición de los illuminati el 1 de mayo de 1776, se ordenara la redacción del proceso de la revolución francesa, siendo el mismo Robespierre el destinatario de tan siniestro plan. Desde entonces sufrimos la lacra de los partidos al estilo poli bueno, poli malo (de las técnicas de la CIA), los primero son los progresistas y de izquierda, prometiendo derechos y luchar contra las injusticias, y los segundos, regodeándose en ellos, al mismos siendo sinceros y mostrando las más diabólicas intenciones contra la población que gobiernan, las mismas que nos pintan el mundo de color de rosa, pero con sucias mentiras y discursos invertidos que sólo se podría invertir un esquizofrénico lleno de disonancias y contradicciones para confundir a los ciudadanos que acaban siendo infantilizados hasta grados muy preocupantes. Así llevamos más de 200 años.
Dicho de otro, el súbdito debe obediencia a una autoridad representativa, movido por intereses e intenciones ajenas a las del bien común, el cual, para ser comprendido, ha de ser alterado, haciendo creer al ignorante súbdito que la sociedad está en continuo cambio, en una metamorfosis constante, en la que los políticos están para hacer las correcciones necesarias, cuando, en realidad, muchos de los problemas son creados por los mismos supuestos gestores públicos, en realidad sicarios de la masonería luciferina, provocando tal grado de dolor que al pueblo le parece sencillamente insoportable, que sólo no puede enfrentar a semejante monstruo y que necesita el estado, donde reside la soberanía y el poder. ¿No es el mismo planteamiento que el antiguo régimen? ¿No decía Luis XIV “l´état c´est moi? ¿No nos confirma eso mismo el dictador Pedro Sánchez al revertir esa declaración del “pueblo salva al pueblo” con aquélla, según la cual, “el estado somos todos”, algo sólo comprensible si quien ostenta el control de todas sus instituciones se cree emperador y dios, tanto que se auto otorga la decisión de decidir en nuestro nombre?
La masonería y la revolución francesa entonces sólo corrió un tupido velo, no cambió nada del esquema anterior y lo perfeccionó para crear una masa social de borregos hambrientos que no se revolucionaran contra sus sicarios gobernantes en la sombra. Es lo mismo que hace la izquierda, con los discursos que se pueden escuchar ahora en Sevilla en el 41 congreso del PSOE, vacíos, sin contenido, con el fin de adorar al líder, como al dios Molock, como si este partido fuese una secta de fanáticos a los que, no sólo no les interesa los españoles, sino que, en el nombre de su engaño, de su pérfida mentira, de los falsos derechos que encierran la pobreza y el dolor más profundo para alimentar la dependencia hacia sus sucias gestiones criminalizadas por parte de ciudadanos que acaban siendo puros ignorantes de lo sucio que puede llegar a ser el poder, cuando es ejercido por sujetos de tan baja calaña humana y otros montajes de cuentos infantiles llenos de odio hacia quienes desean mesmerizar con el hechizo de los altares de los sacrificios, con tanto miles de años de historia.
No existe ningún partido que no pase por el filtro, del mismo modo que ocurrió en París tras la revolución que dio lugar a la era contemporánea de la nueva esclavitud humana. Ninguno de ellos osa criticar la agenda 2030 y sus 17 diabólicos objetivos, la visión modernizada de la nueva política, dirigida hacia el control del mundo, sueño de cualquier satánico que se precie, pasando por encima de nuestros cadáveres si fuera necesario. Dado que declararse en contra de todos sus objetivos supone una afrenta directa a los demonios, los hay que dan una de cal y otra de arena, critican algunos aspectos y otros no los tratan, manteniendo su cordura de apariencia estructural, acorde con los credos masónicos. Los partidos de izquierda son el motor de estas élites oscuras y sus mayores defensores, describiéndose, hipócritamente, como defensores de la humanidad.
En el siguiente articulo se relatará esta oscura historia con más detalle, desde la revolución, pasando por Kant, Hegel, Feuerbach, Stirner, Bauer, Engels y Marx, como artífices del neo comunismo y del nuevo plan para erradicar a la humanidad, si no se esclaviza siguiendo sus reglas.
El actual congreso del PSOE es una muestra más de todas sus mentiras. ¿Sirve para algo la clase política o deberíamos de reinventarla los ciudadanos? No olvidemos que somos más que ellos y por eso nos temen tanto…
Es sólo cuestión de dar la vuelta al calcetín, hacer que ese miedo que los alimenta, como a los demonios, se dirija hacia ellos por su falta de inteligencia.
Sánchez es la piñata diseñada para que se lleve los odios de los impotentes.
Teresa Ribera tiene más poder que él.
Nadie se ha dado cuenta y encima se nos ha escapado a mayor gloria .
Saldremos de esta?
Lo dudo y aunque no me asusta, me apena la, para mí, desaparecida España .
Quedan nuestras familias y en cierta manera nuestras comunidades cercanas y ahí es donde ahora mismo está la trinchera.
Una lección magistral Ángel, otra más…
Gracias por tu talento y esfuerzos.