Por Alfonso de la Vega
El triunfo electoral de Trump tanto más meritorio cuanto tenía casi todo en contra menos el apoyo de la mayor parte de la gente está empezando a desenmascarar a mucho impostor. Aquí en España ya sabíamos las prioridades del Frente Popular y del infame gobierno de Su Majestad, su obsceno planteamiento woke. Sin embargo, lo del PP en igual sentido es verdaderamente interesante aunque he de decir que no sorprendente visto lo que estamos viendo.
La reina madre de la banda popular se ha marcado sermón en el que muestra su monumental cabreo por derrota de la Harris y su vice compinche. En tal órbita de servidumbre sesudos militares con grandes entorchados y obvia lealtad otanista, que no española, perpetran jeremiadas lacrimógenas por la desgracia. Otras plañideras peperas se suman al coro fúnebre inconsolable.
En principio, no se entiende. ¿Por qué un partido de la supuesta derecha española se lamenta de la derrota del neo comunismo woke procedente de la peor izquierda de América?
Pues porque contra lo que pudiera parecer por sus engañosas siglas ambos son socios en cuanto que instrumentos del poder globalitario plutocrático mundial al que sirven.
Lo woke viene a significar una forma de lucha social soterrada o violenta esta vez no entre clases sino entre diferentes grupos sociales reales o inventados de la misma nación. Se intenta fragmentar a la sociedad no solo atendiendo a cuestiones de posición o riqueza social sino incluso contra la biología o la propia naturaleza del ser humano. Así se intenta determinar a qué grupo o grupos pertenece un individuo, mirando no su esencia sino lo contingente como su raza, origen, género u orientación sexual para determinar si cabe incluirlo como víctima o como privilegiado y en función de ello colocarlo en una u otra categoría para atribuirle derechos específicos y distintos. Se acaba así con algunas de las bases de la civilización tales como la igualdad ante la ley, el disponer de los mismos derechos en cuanto a la propia pertenencia a la misma condición humana, o la presunción de inocencia.
Esta fragmentación social destruye la nación tanto como la cantonal separatista, disuelve su población y señas de identidad para hacerla más vulnerable dentro del magma amorfo del NOM y la agenda 2030.
Uno de los corolarios tiene que ver con la promoción del mérito, la igualdad de oportunidades, la solidaridad entre compatriotas. Si la Belleza es el resplandor de la Verdad como decía Platón no es de extrañar que el poder woke promueva las mayores aberraciones, la fealdad de las formas y del espíritu, la corrupción del Arte. La verdad es que lo woke es una forma posmoderna de violentos mamporreros del gran capital globalitario monopolista. Una función violenta que históricamente se suele achacar al fascismo o al nazismo, precisa y paradójicamente los pretendidos o supuestos adversarios de lo woke según el pensamiento único pero disparatado existente. En España una de las más feroces y moralmente despreciables facciones políticas woke intenta hundir a las empresas y autónomos españoles en beneficio de las grandes corporaciones monopolistas globalitarias promotoras o sostenedoras de esas mismas facciones woke. El PP se suma al desvarío devastador. Pero no se trata solo de traición, todo tiene su razón de ser más o menos oculta.
Es una cuestión de gran interés indagar el porqué el gran capital globalitario ha venido promoviendo lo woke, ya que el cómo es gracias a la informática, los “big data” y la capacidad actual de manipulación de la gente incluso casi por encima del propio sentido común o instinto de supervivencia. La función de consumo se intenta cambiar para que ya no sea la familia tradicional su unidad básica y conquistar así nuevos mercados potenciales. Con los big data y mediante diversos algoritmos proyectivos se puede explotar un futuro más o menos manipulado apátrida, multiculturalista, empobrecido, envejecido, multirracial, de género diluido o amorfo. Las grandes corporaciones globalitarias trascienden lo clásico o tradicional para crear nuevos mercados para satisfacer las necesidades más o menos artificiales de grupos multirraciales, unidades nucleares en vez de familias, con un consumo reducido ajustado a lo que dará de sí su programada renta menguante.
Lo del aspecto de devastación familiar característico de lo woke, a lo que se ha sumado con especial orgullo y satisfacción el PP, merece un desarrollo mayor. Basta comentar que tiene que ver con muchos aspectos de carácter espiritual, cultural, moral, sexual, psicológico, económico… pero también con otros de carácter empresarial no en el sentido tradicional del objeto de la economía de satisfacer necesidades reales de la gente sino al contrario por el ahora vigente de crear valor para el accionista. Algo abstracto, que por poder ser además de lo habitual lo mismo puede ser resultado del comercio con órganos o con niños separados de los padres, trata de blancas, invasiones, drogas, venta de armas o de fármacos asesinos. Y como decía el fabiano lord Keynes si aún no hay mercado pues se crea la propia demanda. La perspectiva woke de futuro es el mercado global emergente amorfo mejor que las antiguas sociedades o naciones estructuradas.
Por eso, y no solo por cobardía o corrupción del entendimiento, en la práctica el PP apoya todas las políticas woke contra la familia, ultra feminismo, aborto, perversión de menores, perspectiva de género, invasiones.
Ahora bien, al igual que la promoción de las invasiones posee un factor de devastación multiculturalista evidente también tiene su efecto económico empresarial. Con las invasiones se promueve a la baja el salario existente mediante una especie de dumping social. Pero hay otro aspecto menos conocido. Es el que algunos autores llaman salario de reproducción, tradicionalmente no ligado al mercado. Que sería la parte que cobra el trabajador por su trabajo productivo pero financia la reposición en el tiempo de la fuerza del trabajo, de modo que permite satisfacer las necesidades de los hijos o elementos familiares no productivos lo que al cabo permite la sostenibilidad social en el tiempo. El proceso histórico desde la segunda guerra mundial asociado a la globalización y a lo woke es que el trabajo productivo pagado por la empresa a su empleado cada vez pueda sostener menos al no productivo. Si el salario tiende a la baja de modo contundente en términos reales la población apenas se reproduce o no cubre la mínima tasa de reemplazo. En vez del comunismo de la dictadura del proletariado la plutocracia va a lograr su dictadura absoluta pero sin proletariado, que ni siquiera va a poder tener prole pero será feliz.
Un poco de memoria democrática: durante el franquismo la mayoría de los hogares disponían del ingreso solo del hombre, pues la mujer no solía trabajar fuera del hogar. Pero curiosamente no había ni IRPF ni IVA con sus nefastas consecuencias. Ahora suelen trabajar los dos y aún así la penuria va aumentando, con otro efecto que puede llegar a ser grave: el descuido en la atención de los hijos, que crecen cada vez más a su aire con una paradójica combinación de relativa falta de atención y de cierta sobre protección a la vez. La educación familiar se ve condicionada, lo que hace a los niños y jóvenes más inmaduros y menos protegidos ante los abusos exteriores de incontrolados o la voraz propaganda de las empresas. Y muchas veces los colegios no sólo no suplen estas deficiencias sino que agravan la cuestión incluso llegando a corromper a los jóvenes en algunas ocasiones.
Entre otros factores relacionados cabe citar la inmigración, la familia monoparental, la promoción de la homosexualidad, pues con una familia en proceso paulatino de desaparición los roles sexuales no resultan ser tan necesarios. O la promoción de un anti racismo asimétrico que fomente o minimice el impacto social de las invasiones.
Claro es que todas estas cuestiones que fomentan una población menguante y embrutecida sin duda pueden modificar los beneficios corporativos a largo plazo pero precisamente otra cuestión fundamental es que la plutocracia está por la disminución de la población mundial. Y llegado a un cierto momento lo más importante es mantener la dominación no tanto el volumen de rentabilidad valorado en términos monetarios. Los pocos super mega ricos que ya poseen fortunas inmensas gracias a la tecnología y el control del dinero creado de la nada prefieren asegurar su poder y capacidad de dominación.
No conviene olvidar en este sucinto repaso la problemática de la ineficiencia energética que representa otro factor de precariedad en la sostenibilidad de la población y de la pérdida de rentabilidad.
Para rematar y no hacer el texto más largo y tedioso cabe resaltar la incapacidad de las naciones y antiguas sociedades para defenderse adecuadamente de la plutocracia y sus cómplices títeres políticos que como los partidos turnistas buscan el engaño de sus más ingenuos votantes. Es el fenómeno de la privatización de la política y de la desnaturalización de la democracia con toda clase de fraudes.
Es muy probable que estas cuestiones hayan influido en el pueblo americano para votar a Trump en un intento a la desesperada de oponerse a la continuidad de este proceso de barbarie. Pero no hay que descartar que sea una parte de la plutocracia la que haya preferido una tregua para recapacitar y tomar nuevos impulsos. Estamos en un momento histórico decisivo.