viernes, octubre 18, 2024
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Prohibido fumar, ahora en las terrazas con una caña y unas tapas

El tabaco es la droga más lucrativa para el estado suponiendo el 80% del producto en sí añadiendo impuestos especiales y otros como el IVA van a parar a sus arcas. Suena, cuanto menos chistoso, que ahora el ministerio de sanidad abogue por prohibir relajarse con un cigarrillo en una terraza. Hay claras razones para ellos, que vamos a ir desgranando.

El tabaco no sólo contiene nicotina (de la que luego hablaré largo y tendido por sus efectos en el cerebro), sino monóxido de carbono, sustancias cancerígenas, radicales libres, formaldehido, cadmio, berilio o arsénico.  Es decir, que provoca problemas en el sistema respiratorio y altera el funcionamiento de nuestros órganos. ¿Acaso el gobierno es tan ignorante de estos datos, del mismo modo que lo es por los efectos de los componentes de las mal llamadas “vacunas”? La verdad es que de inocentes no tienen nada y que su fin no es erradicar el hábito de tabaco, sino incrementarlo, al ser la nicotina adictiva.

Si nos movemos en un ambiente con un elevadísimo nivel de estrés (por la prisa en las urgencias que implica sobrevivir en estos tiempos, la incertidumbre, la constante sensación de ataque por parte del estado o de la sociedad por las leyes, cada vez más kafkianas, la situación económica, el aislamiento emocional de muchas personas y un largo etcétera), está claro que los niveles de adrenalina, noradrenalina y cortisol, así como la disminución de endorfinas, dopamina y serotonina (asociadas a la sensación de felicidad, de búsqueda de premio o de tranquilidad, respectivamente), van a acelerar la transmisión de ciertos neurotransmisores, alterando nuestro sistema nervioso, como en el caso del cortisol, la hormona del miedo,  cuya función es extraer la glucosa y hacerla circular para poder ponernos en estado de huida en cualquier momento. ¿Y qué papel juega la nicotina en todo ello?

La nicotina tapa los receptores de acetilcolina, responsable de que nuestras neuronas se comuniquen entre sí, favoreciendo los procesos de aprendizaje y de memoria. Una disminución de la misma hace que nuestro organismo reduzca su activación y compense ese exceso de sustancias del estrés, aliviándonos de ese mal. Es decir, que la gente fuma para relajarse, así de claro, pero lo que no saben es que, por ejemplo, están afectando a su corazón y otras muchas funciones de movilidad en su cuerpo. Es, por ello, adictiva. Muchas personas han encontrado en el tabaco su refugio personal para aliviar su ansiedad.

Como vía de escape que el estado favorece, no hay mejor manera para que la gente fume más que prohibiendo este placer de manera soterrada y, de paso, joder a los españoles diciéndoles que no pueden fumarse un pitillo tomándose en una terraza una taza de café bajo el sol, como siempre ha ocurrido. Les conviene que el ciudadano no tenga forma de huir de los efectos de sus demoniacas políticas y, cuando descubren una salida, no tardan en impedirla, pues a mayor nivel de estrés, de ansiedad y de depresión en la población, mejor y mayor dominio tienen sobre las masas, dado que sus medidas hacen más daño y éste es más prolongado a nivel emocional. Llegados a un punto donde este daño es de tal envergadura que es insoportable y que el sujeto ya no es capaz de discernir sobre el origen de su malestar o llega a pensar que es por su culpa al no hacer las cosas al ritmo que demandan los tiempos, se crea esa ansiedad líquida que flota en el aire, que nadie entiende, pero que se respira en el ambiente. Basta con una adjudicación, una razón o un grupo de traidores bien identificado, para que las hordas de ideologizados lancen toda su furia contra estas personas, ante la insufrible e insoportable acumulación de desesperación que creen debida a unos indeseables sociales, designados al estilo de Joseph Goebbels, ministro de propaganda de Hitler, tal como hacen los del llamado grupo de progres.

Al mismo tiempo que relaja, hace que baje su atención y, por ende, su nivel de alerta, de modo que se vuelven, si cabe más manipulables emocionalmente, hasta el punto de que se centran en ese momento en el que la nicotina les alivia esa insoportable tensión entre sus neuronas, porque, digámoslo claramente, es como el antidepresivo, nos hace adictos al neuroléptico al obstruir los canales de serotonina con neuroquímicos muy similares, lo cual nos hace adictos a las pastillas que nos recetan los tan sabios psiquiatras en su ciencia sanitaria. De este modo, el que fuma, sigue fumando, y, si se le prohíbe, buscará la forma de hacerlo. Muchas personas acabarán con el pitillo fuera de las terrazas de los bares para evitar que los policías de balcón y los camareros llamen a la policía porque, fíjate el delito, estás fumando una droga autorizada por el estado, de la cual se benefician de manera descarada desde hace años. 

¿Recuerdas los anuncios de malboro o cuando Edward Bernays invitó a las mujeres a salir fumando en las manifestaciones de Nueva York en los años 20 del siglo pasado para reclamar los derechos de las féminas y la igualdad entre los sexos? Parece que ahora, en vez de ello, quieren que seamos aún más adictos, lo cual nos convierte en seres más manipulables y desesperados ante un mundo que ya resulta sencillamente invivible e insoportable y es así como nos quieren someter a nuestros vicios, del mismo modo que quieren hacer con las farfollas que te haces. ¿Lo captas? Es la nueva política de la agenda 2030 sobre las adicciones, prohibirlas por el hipócrita bien común para que la gente nos la suelte, ahora que, justamente, la conciencia y la información corre como la tinta por las redes sociales, no sea que se queden sin esclavos, quiero decir esclavos y siervos mentales.

De este modo, cuando dentro de unos meses aprueben la medida, habrán dado una vuelta más de tuerca al plan de la psicología oscura, que es la psicología de la muerte, la psicología de la autodestrucción intencionada y planificada por los gobiernos y todos sus políticos, de modo que serás preso de tu adicción y de su voluntad, como ganado. Y no habrás los ojos porque, dentro de poco, darán otra y otra y otra…

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2 COMENTARIOS

  1. Mi teoría es que, después de tanto efecto adverso por los pinchazos y una gestión desastrosa de la supuesta pandemia, el Sistema pretende lavar su imagen, trasmitir un mensaje al subconsciente, «tranquilo ciudadano, velamos por tu Salud». Fíjate que lo hace la nueva ministra irrumpiendo como un elefante en una cacharrería, pura ingeniería social, «la salvadora», un personaje que hace ejercicio por las calles y prohíbe fumar… ¡ohhh!

    El show debe continuar…

  2. También hay que j..era a la hostelería, que la gente en las terrazas es una de sus mayores fuente de ingreso.
    Ahora los fumadores tendrán que fumar de en los parques y calle, lejos de su cañita o café habitual.
    Un saludo

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