Desde hace ya bastante tiempo no creemos en casualidades y mucho menos en esas casualidades con las que siempre nos tratan de intoxicar los gobiernos y medios de comunicación oficiales.
Por creerles, mucha gente está sufriendo en estos momentos las consecuencias y, bajo nuestro punto de vista, es fundamental para todos nosotros coger las informaciones que provengan de toda esta gente con pinzas y desconfiar de entrada.
Eso es lo que estamos haciendo con lo que sucede en Francia y parece que el tiempo va dándonos la razón. Hemos creído, desde un principio, que todo lo de Francia está organizado a partir de una falsa bandera para desactivar y controlar más a una población, la única del mundo, que había salido a las calles a protestar de una forma masiva.
Y lo que hemos oído decir a Macron nos ratifica mucho más esa idea inicial que teníamos. Escuchen con atención sus palabras y se darán cuenta de cuáles eran sus objetivos desde un principio. Aquí no estamos viendo a alguien que pretenda solucionar un problema, es alguien que lo ha provocado y que está implantando las soluciones que buscaba.
Vivimos tiempos muy difíciles y lo mínimo que hay que hacer en tiempos como estos, es desconfiar de entrada.
Las últimas hordas de invasores, las de la ofensiva final, venían con tecnología móvil militar. También han recibido el armamento disfrazado de «ayuda a Ucrania» y que ya está distribuido por toda Europa en manos de los de la «guerra santa».
Los que van a quedar incomunicados, amordazados e indefensos van a ser los franceses, la población objetivo. Luego vamos los demás.
La guillotina es poco para lo que merecen los macrones, vonderleyen y sánchez. No son torpes, son asesinos genocidas.
Merecerian ser condenados a la zona fantasma 4000 años por lo menos.