El Ministerio de Hacienda ha anunciado este lunes el aplazamiento de un año en la entrada en vigor del sistema Verifactu, esa enésima capa de control burocrático disfrazada de «modernización fiscal». Este retraso llega como un bálsamo insuficiente para un sector ahogado en impuestos y papeleo. Hacienda justifica el aplazamiento argumentando que se busca «facilitar la adaptación de las empresas y autónomos al sistema», permitiendo una «transición ordenada» a la Ley Antifraude, ante las quejas de múltiples asociaciones y patronales que alertaban de la falta de preparación del tejido productivo.
¿Casualidad o consecuencia directa de la masiva manifestación de autónomos del pasado domingo 30 de noviembre? Las calles de Madrid, Barcelona y decenas de ciudades españolas gritaron lo que Hacienda finge ignorar: basta ya de estrangular al motor de la economía con regulaciones absurdas y cuotas asfixiantes. Por cierto, una manifestación que fue tapada por la verbena-protesta convocada casualmente ese mismo día por el PP.
¿Qué demonios es Verifactu y por qué es un disparate para los autónomos?
Verifactu, o «Sistemas de Emisión de Facturas Verificables», no es más que el último capítulo de la obsesión recaudatoria de la Agencia Tributaria. Aprobado en el Real Decreto 1007/2023 como parte de la Ley Antifraude de 2021, este sistema obliga a autónomos y pymes a emitir facturas exclusivamente a través de software certificado y homologado por Hacienda. Cada factura o ticket genera un registro único, inalterable y trazable, con una huella digital y un código QR que permite a la Administración escanear y verificar en tiempo real su autenticidad, integridad y pagos asociados. En la modalidad «Verifactu», estos datos se envían automáticamente a Hacienda, convirtiendo a cada pequeño empresario en un informante involuntario de sus propios ingresos.
El argumento oficial es «luchar contra el fraude fiscal» y «garantizar transparencia». Pero, ¿a qué precio? Para un autónomo que factura manualmente o con herramientas básicas, implementar esto supone invertir en actualizaciones de software, formación y tiempo que no tiene. Solo un 8% de las pymes y autónomos lo ha implantado hasta la fecha y un 15% está en proceso –no por entusiasmo, sino por pánico a las multas. Hacienda lo vende como una «facilidad», pero en realidad es un Gran Hermano fiscal que acelera el control sobre cada euro ganado. En un país donde el 83% de los autónomos ya declara con el SII (Suministro Inmediato de Información), ¿era necesario este nuevo yugo?
La presión burocrática y fiscal: El verdadero cáncer que devora a los autónomos
Los autónomos no son delincuentes; son el 16% del PIB español, más de 3,4 millones de personas que generan empleo y riqueza en barrios y pueblos. Pero bajo el Gobierno de Sánc-hez, se han convertido en el objetivo perfecto para una burocracia voraz y una presión fiscal que roza el sadismo. Verifactu es la gota que colma el vaso de un sistema que asfixia con obligaciones interminables. Desde la obligatoriedad del SII en 2017, pasando por las cuotas de autónomos reformadas en 2023 –que subieron para la mayoría sin mejorar prestaciones–, hasta las deducciones fiscales que benefician más a grandes corporaciones que a un peluquero de barrio.
La presión burocrática es un laberinto: declaraciones trimestrales, modelos 347, 349, 303… Cada nuevo reglamento como Verifactu añade horas de papeleo, costes en asesores y un estrés crónico que cierra 38 negocios al día. ¿Y la fiscalidad? Peor aún. Cuotas mínimas que no discriminan entre uno que factura 600 euros y uno de 6.000, IRPF al 24% medio, IVA del 21% que se retiene meses… En 2024, cerraron más 14.000 establecimientos, mientras Hacienda recauda récord tras récord. Este Gobierno, que presume de «progresista», ignora que la verdadera desigualdad está en cómo machaca a los que arriesgan todo para emprender.
¿La manifestación del 30N habrá tenido algo que ver con ese aplazamiento?
Este retraso no nace de la bondad de la Ministro «Mopongo» María Jesús Montero, sino que ha podido ser como consecuencia del rugido de miles de autónomos que el domingo 30 de noviembre tomaron las calles bajo el lema «Por unas condiciones dignas de trabajo». La protesta reunió a decenas de miles en 21 ciudades: en Madrid, desde la Plaza de España a las 11:00 horas; en Barcelona, Valencia, Sevilla… Familias enteras, estudiantes y vecinos se unieron a un sector «ahogado y asfixiado». Exigían cuotas justas, menos cargas fiscales y protección social equivalente a la de cualquier asalariado. «Gobierne quien gobierne, el autónomo siempre pierde», coreaban, recordando que nunca habían salido a la calle así porque nunca se habían sentido tan traicionados.
Varias asociaciones de autónomos llevaban semanas pidiendo el aplazamiento de Verifactu argumentando la «complejidad de la adaptación» y la «falta de reglamento definitivo». Pero ha podido ser la marea humana –no las reuniones en despachos– la que ha obligado a Hacienda a ceder. Ahora, con el motivo oficial de «dar más margen para adaptarse al nuevo sistema» y evitar la incertidumbre que generaba su inminente llegada, Verifactu se pospone al 1 de enero de 2027 para pymes y empresas que tributan en el Impuesto de Sociedades, y al 1 de julio de 2027 para autónomos personas físicas.
Esta pequeña victoria solo es el principio. Hay que apretar más y más.
(Por Laura González)

