viernes, octubre 10, 2025
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Un marco legal para la gran mentira del «climacambiático» y otros engaños: Ley de Movilidad Sostenible

¡Lo que vale un voto! En este caso, y parece que va siendo costumbre, el voto ausente del Partido Popular le permitió a Pedro Sánchez sacar adelante el proyecto de “Ley de movilidad sostenible”. Los lectores, máxime aquellos que hayan leído mi libro Agenda 2030, una conjura contra la humanidad, ya saben el choteo que nos traemos con estos conceptos germinados en la sopa de la ingeniería verbal en forma de neolengua de la subcultura woke: sostenible, inclusivo, multicultural, resiliente y alguno más por ahí. Pues bien, ya tenemos aquí la leyecita de la “movilidad sostenible”. La frase del día es que tenemos que alcanzar la neutralidad climática. ¿Qué quiere decir esto? Pues nada y todo; que cualquier ocurrencia es posible. En principio, que no podremos desplazarnos a voluntad, ni utilizar los medios de transporte que elijamos, como veníamos haciendo, es decir, que, si el Senado no lo remedia, que no lo hará porque sirve más bien para poco o nada, nos convertirá en los esclavos premium del siglo XXI. Y la cosa no ha hecho más que empezar.

Este proyecto de ley es ideológicamente “woke”, siguiendo el deseo de los magnates del mundo, de los cuales los políticos de turno y la Comisión Europea, ese ente extraño que, por cierto, nadie vota, son sus marionetas. ¿Hay algún político en España que no lo sea? En caso afirmativo, que me escriba a mi correo. Es para poder contarlo.

Quienes nos dedicamos a la información alternativa, es decir, todos aquellos asuntos que se cocinan en las cloacas del sistema, y no precisamente para hacernos más felices, sino para tener a la sociedad más controlada y esclava, hace años que venimos alertando sobre el saqueo de la sociedad y la restricción de libertades, para alimentar el “gran bulo del cambio climático”. La ignorancia y el miedo son los grandes aliados de los dictadores; y el ciudadano se ha tragado la gran mentira y se rinde dispuesto al sacrificio. Es una invención, créanme. Consulten opiniones de científicos no adscritos al sistema, sin conflicto de intereses, y se llevarán una sorpresa.

Auguramos hace mucho tiempo que nos sangrarían a impuestos y restringirían nuestras libertades hasta el punto de penalizarnos por respirar. Primero nos robaron el agua y ahora quieren robarnos el aire. Pronosticamos que nos confinarían en casa y nos aglutinarían en sectores, que no son otra cosa que barrios jaula, con rígidas normas de vigilancia, donde cada movimiento será controlado las veinticuatro horas a través de la inteligencia artificial. La paranoia de la huella de carbono de estos sátrapas, unida a su megalomanía creciente, les hace creerse dioses y pretenden enmendar la naturaleza con sus falsos proyectos sostenibles y resilientes. ¡Son una peste!

¿Recuerdan las ciudades de quince minutos y las “smart cities” de las que hablamos en varios artículos? Pues de esto y otros extremos trata la ley de movilidad sostenible. Y hablan a las claras. Dice el texto: 

“La norma contribuirá  a cumplir con los acuerdos internacionales asumidos por España para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible que marca la Agenda 2030 de la ONU y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de París y con las estrategias europeas, como el Pacto Verde Europeo o la Estrategia de Movilidad Sostenible e Inteligente de la Comisión Europea”.  

De todo lo que lleve la etiqueta de pacto verde y sostenible no solo hay que desconfiar, sino oponerse. Lo mismo que de la ONU y sus organismos internacionales, de donde no sale nada bueno. Las Naciones Unidas –y no nos cansaremos de repetirlo– es la organización más corrupta del mundo. No encuentro otra solución que fumigarla con DDT, refundarla o, simplemente, dinamitarla. A lo largo del tiempo, solo ha servido para dar cabida a vividores, inventar pandemias, recomendar medicamentos inadecuados, y presionar a los legisladores de los países miembros, con sus recomendaciones –no vinculantes–, para elaborar leyes ad hoc, como las de género, salud reproductiva con todos sus flecos y amplia distopía.

La nueva ley de movilidad trasluce una gran intención adoctrinadora, en la que palabras como sostenibilidad, digitalidad, cohesión social y territorial se repiten de manera intencionada. Cuando hablan de mejorar la calidad del aire, ¿estarán pensando en dejar de utilizar los Falcon con champán y caviar, o solo se refieren a los humanos que obligarán a utilizar el transporte público? Porque todo apunta a que para alcanzar la descarbonización progresiva nos van a  castigar sin coche o a poner unas tasas inasumibles por el ciudadano medio. En cuanto al transporte por carretera de vehículos ligeros, dice el proyecto de ley que “se apuesta por la necesidad de actualizar las etiquetas medioambientales de la Dirección general de tráfico teniendo en cuenta la evolución tecnológica de estos vehículos”. Es decir, etiquetas verdes al por mayor.

El párrafo siguiente es propio de sistemas totalitarios cien por cien:

“Asimismo, la norma apuesta por un sistema digital e innovador. Se incluye en ella la creación del Espacio de Datos Integrado de Movilidad, el cual permitirá disponer de información sistematizada del funcionamiento del sistema de transportes y movilidad para el diseño sólido de las políticas públicas. De esta forma, se garantiza la participación activa de todas las administraciones con competencias en esta materia apostando así por un sistema de cogobernanza”.

De este párrafo tan farragoso, hecho a medida para que no se entienda, se vislumbra que “adiós a los coches viejos”, aunque funcionen bien y que nuestras administraciones cercanas nos tiranizarán con el látigo del bolsillo. Enseguida nos enteraremos al pasar la ITV reglamentaria. Seguro que nos harán comprar los fraudulentos coches eléctricos de China. Para eso tenemos tanto panel solar donde debía haber árboles y cultivos. Y “adiós a la libertad de movimientos” sin que el Gran Hermano se entere. Tu emisión de carbono quedará registrada y te penalizarán y/o restringirán tus movimientos. ¿Recuerdan cuando hablamos del carné de buen ciudadano chino? ¿No estamos cabalgando hacia él?

Nos cuentan que la finalidad es la transformación de “las ciudades de los coches” en “las ciudades de las personas”. ¡Qué majos, qué sabios y cómo velan por nuestro bienestar! Es urgente que la sociedad despierte y reaccione. Estas ideas peregrinas están basadas en una premisa falsa, una gran mentira, pero es lo que tienen en sus cabecitas los señores del Nuevo Orden Mundial.

Nada menos que unos 10.000 millones de euros de fondos europeos se emplearán para este esbozo de dictadura que denominan “Plan de recuperación”. ¡Como si hubiésemos pasado por una guerra! En realidad, estamos en guerra; se trata de una gran batalla contra los seres humanos. Una lucha por su control total: control de cuerpos, de mentes, de emociones, y control espiritual. Digamos no a la esclavitud, no a la manipulación, no al control.

Quiero terminar con este texto que publiqué hace tiempo: Zbigniew Brzezinski, miembro de la Trilateral y del Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, por sus siglas en inglés) y consejero de Seguridad Nacional del gobierno de Jimmy Carter, dijo estas palabras hace más de cincuenta años:

“La Era Tecnocrática está dando lugar a una sociedad cada vez más controlada. Esta sociedad será dominada por una élite formada por personas libres de valores tradicionales […] que no dudará en realizar sus objetivos mediante técnicas depuradas con las que influirá en el comportamiento del pueblo y controlará y vigilará con todo detalle a la sociedad […] llegará a ser posible ejercer una vigilancia casi permanente sobre cada uno de los ciudadanos del mundo”.

¿Controlar y vigilar a los ciudadanos del mundo en todo momento? Parece que está hablando del internet de las cosas y de la inteligencia artificial. ¡Y de hombres carentes de valores tradicionales! Sorprendentemente, estas palabras tienen más de medio siglo y, sin embargo, están describiendo hechos de nuestra actualidad, prueba de que el plan de quienes diseñan y dirigen el mundo se está siguiendo implacablemente. ¿Podrán conseguirlo? El ser humano es vulnerable, pero también muy poderoso. Debemos integrar esto. Ellos conforman el Imperio del Mal y nos engañan con sus mil triquiñuelas, pero si todos dijésemos NO a sus estúpidas ocurrencias, sus distópicas leyes y su global Cultura de la Muerte, venceríamos. Hagamos un esfuerzo, aunque nos pese la modorra. El Imperio del Bien nos espera para la lucha. La utopía es posible.

Magdalena del Amo
Periodista, psicóloga, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.
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