China ha anunciado el éxito de su primer ensayo clínico de una interfaz cerebro-computadora (BCI, por sus siglas en inglés) invasiva, un hito que posiciona al país como el segundo en el mundo, después de Estados Unidos, en alcanzar la fase de pruebas clínicas con esta tecnología. Este ensayo, liderado por el Centro de Excelencia en Ciencia e Inteligencia del Cerebro (CEBSIT) de la Academia China de Ciencias y el Hospital Huashan de la Universidad de Fudan en Shanghái, representa un paso significativo en la transición de la investigación de laboratorio a aplicaciones clínicas. Sin embargo, junto con las promesas de esta tecnología, surgen preocupaciones sobre los riesgos médicos, éticos y sociales que podrían derivarse de su uso generalizado.
El ensayo, iniciado el 5 de marzo de 2025, consistió en la implantación de un sistema BCI inalámbrico de alta capacidad en un paciente tetrapléjico que perdió sus cuatro extremidades en un accidente eléctrico hace 13 años. La cirugía, realizada el 25 de marzo en Shanghái, utilizó técnicas quirúrgicas mínimamente invasivas para implantar electrodos ultraflexibles en el córtex motor del paciente, con una precisión milimétrica.
Tras solo dos a tres semanas de entrenamiento postoperatorio, el paciente logró controlar dispositivos electrónicos con su mente, incluyendo la capacidad de jugar al ajedrez y operar videojuegos de carreras. Según el CEBSIT, el sistema ha funcionado de manera estable sin infecciones ni fallos en los electrodos hasta la fecha. Los electrodos, desarrollados por el equipo liderado por Zhao Zhengtuo, son los más pequeños y flexibles del mundo, con un área transversal de una quinta a una séptima parte del tamaño de los utilizados por Neuralink (la empresa estadounidense pionera en BCI invasivas) y una flexibilidad 100 veces mayor, lo que reduce significativamente el daño al tejido cerebral.
El sistema BCI permite la adquisición de señales neuronales claras y de alta densidad, procesadas en tiempo real en decenas de milisegundos, más rápido que un parpadeo. Antes de las pruebas en humanos, la tecnología fue validada en roedores y primates. Los investigadores planean expandir las capacidades del sistema para permitir al paciente controlar un brazo robótico, realizar tareas como sujetar objetos y, en el futuro, interactuar con dispositivos más complejos, como robots inteligentes. Se espera que, tras obtener la aprobación regulatoria, el sistema esté disponible en el mercado para 2028, con el potencial de mejorar la calidad de vida de pacientes con lesiones medulares, amputaciones o enfermedades como la esclerosis lateral amiotrófica (ELA).
China se convierte en el segundo país en realizar ensayos clínicos con BCI invasivas, siguiendo los pasos de Neuralink, que en enero de 2024 anunció su primer implante humano exitoso. A diferencia de las BCI no invasivas (que usan electroencefalogramas externos) o semi-invasivas (que colocan electrodos fuera del córtex), las BCI invasivas implantan electrodos directamente en el cerebro, ofreciendo señales de mayor resolución y precisión, ideales para aplicaciones como el control de dispositivos externos o la restauración de funciones motoras.
El dispositivo chino, con un diámetro de 26 mm y un grosor de menos de 6 mm, es aproximadamente la mitad del tamaño del implante de Neuralink, lo que reduce el impacto quirúrgico. Además, su diseño inalámbrico elimina la necesidad de conexiones físicas, mejorando la comodidad y reduciendo riesgos de infección. Comparado con Neuralink, el enfoque chino prioriza la flexibilidad y la biocompatibilidad, lo que podría minimizar complicaciones a largo plazo.
Las interfaces cerebro-computadora invasivas tienen un enorme potencial en el ámbito médico, especialmente para personas con discapacidades severas. Entre las aplicaciones destacadas se encuentran:
Restauración de funciones motoras: Permitir a pacientes con parálisis controlar prótesis, sillas de ruedas o brazos robóticos mediante el pensamiento.
Comunicación: Facilitar la interacción para personas con síndrome de enclaustramiento o ELA, traduciendo señales cerebrales en texto o voz.
Tratamiento de trastornos neurológicos: Modulación de la actividad cerebral para tratar enfermedades como el Parkinson, la epilepsia o la depresión resistente mediante estimulación eléctrica.
Investigación neurocientífica: Mejorar la comprensión de los procesos cerebrales al registrar señales neuronales con alta precisión.
En el caso chino, el objetivo a corto plazo es expandir las capacidades del paciente para realizar tareas cotidianas, mientras que a largo plazo se busca integrar la tecnología con inteligencia artificial (IA) para desarrollar sistemas de interacción humano-máquina más avanzados.
Las interfaces cerebro-computadora invasivas plantean riesgos significativos que abarcan aspectos médicos, éticos, de privacidad y sociales. A continuación, se detallan los principales peligros asociados:
1. Riesgos Médicos
- Complicaciones quirúrgicas: La implantación de electrodos requiere cirugía cerebral, lo que conlleva riesgos de hemorragia, infección o rechazo inmunológico. Aunque el ensayo chino reporta estabilidad hasta ahora, los efectos a largo plazo (más allá de meses) no están documentados.
- Daño cerebral: Aunque los electrodos chinos son más flexibles, cualquier implante puede provocar inflamación o cicatrices en el tejido cerebral, afectando la funcionalidad neuronal con el tiempo.
- Fallo del dispositivo: Problemas mecánicos o de hardware, como la degradación de los electrodos en el ambiente acuoso del cerebro, podrían requerir cirugías adicionales para reemplazar o reparar el implante, aumentando los riesgos.
- Biocompatibilidad limitada: La durabilidad y compatibilidad de los materiales en el cerebro a largo plazo aún no están probadas, lo que podría derivar en reacciones adversas o pérdida de eficacia.
2. Riesgos Éticos
- Consentimiento informado: Los pacientes, especialmente aquellos con discapacidades severas, podrían sentirse presionados a participar en ensayos experimentales sin comprender completamente los riesgos debido a la esperanza de recuperar funciones perdidas.
- Responsabilidad a largo plazo: No está claro quién asumirá la responsabilidad de mantener o retirar los implantes tras la conclusión de los ensayos clínicos, lo que podría dejar a los pacientes en una situación vulnerable si las empresas o instituciones abandonan el soporte.
- Uso no médico: Empresas como Neuralink han expresado interés en aplicaciones de «neuro-aumentación» (mejorar capacidades cognitivas en personas sanas), lo que plantea dilemas éticos sobre la equidad y el potencial abuso de la tecnología. Aunque el ensayo chino se centra en aplicaciones clínicas, el desarrollo futuro podría derivar hacia usos comerciales.
3. Riesgos de Privacidad y Seguridad
- Privacidad cerebral: Las BCI invasivas registran datos neuronales sensibles que podrían revelar pensamientos, intenciones o estados emocionales. Sin regulaciones estrictas, estos datos podrían ser explotados por empresas, gobiernos o piratas informáticos.
- Ciberseguridad: Los sistemas inalámbricos, como el chino, son vulnerables a ciberataques. Un hackeo podría permitir la manipulación de las señales cerebrales o el control no autorizado de dispositivos conectados, con consecuencias graves para la seguridad del paciente.
- Uso indebido por terceros: En un contexto autoritario, la tecnología podría ser utilizada para vigilancia o control de poblaciones, especialmente si se combina con IA avanzada capaz de interpretar señales cerebrales.
4. Riesgos Sociales y Culturales
- Desigualdad de acceso: Las BCI invasivas son costosas debido a la complejidad de la cirugía y el desarrollo tecnológico, lo que podría limitar su acceso a los más ricos, exacerbando las desigualdades sociales.
- Dependencia tecnológica: Los pacientes podrían volverse dependientes de los implantes para funciones básicas, lo que plantea problemas si los dispositivos fallan o si las empresas discontinúan el soporte.
- Impacto en la identidad humana: La integración profunda de la mente con máquinas, especialmente si se combina con IA, podría generar preguntas filosóficas sobre la autonomía, la privacidad mental y la definición de humanidad. Algunos expertos advierten que el desarrollo descontrolado de BCI podría permitir que la IA supere el control humano, con consecuencias impredecibles.
5. Precedentes preocupantes
La experiencia de Neuralink ha levantado alarmas éticas debido a reportes de muertes de animales en pruebas preclínicas y críticas por la falta de transparencia en sus ensayos humanos. Aunque el ensayo chino no ha enfrentado acusaciones similares, la rapidez con la que se avanza en esta tecnología podría presionar a los reguladores a flexibilizar los estándares éticos, aumentando los riesgos para los participantes.
Perspectivas y Desafíos Futuros
El equipo chino planea expandir el ensayo para incluir más pacientes y explorar aplicaciones más complejas, como el control de robots inteligentes. Sin embargo, para que las BCI invasivas alcancen un uso clínico generalizado, se deben abordar varios desafíos:
Regulación estricta: Establecer normativas globales para garantizar la seguridad, la privacidad y el uso ético de la tecnología.
Mejoras tecnológicas: Desarrollar materiales más biocompatibles y sistemas más robustos para minimizar riesgos a largo plazo.
Transparencia: Publicar datos detallados sobre los ensayos clínicos para garantizar la confianza pública y permitir la evaluación independiente.
Inversión en ética: Crear comités interdisciplinarios que incluyan neurocientíficos, ingenieros, éticos y pacientes para guiar el desarrollo responsable de la tecnología.