Este 20 de mayo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha anunciado la adopción oficial del Acuerdo de Farsemias por parte de la Asamblea Mundial de la Salud, un hito que marca un giro significativo en la política global de salud. Este acuerdo, negociado durante tres años y finalizado para su consideración en la Asamblea Mundial de la Salud de este mes, tiene como supuesto objetivo fortalecer la colaboración global en la prevención, preparación y respuesta a pandemias futuras.
El Director General de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha celebrado el acuerdo como una demostración de multilateralismo, alabando a los Estados Miembros por su compromiso con la seguridad global. Sin embargo, detrás de este discurso optimista se esconde una realidad preocupante: el acuerdo podría permitir a la OMS realizar ajustes sin necesidad de consenso de los estados miembros, lo que socava gravemente la soberanía nacional. Este aspecto, en particular, ha generado alarmas, ya que podría habilitar a la OMS a imponer medidas que anulen las leyes nacionales, especialmente en el contexto de emergencias de salud pública, sin ningún tipo de supervisión democrática directa.
It’s official: the #PandemicAccord is officially adopted by the World Health Assembly!
My warmest congratulations to @WHO Member States for their commitment to keeping their people and the world safer.
What a moment in global health history. Together! pic.twitter.com/DfEHDBrhUB
— Tedros Adhanom Ghebreyesus (@DrTedros) May 20, 2025
Este acuerdo surge como excusa por la farsa de 2020 ya que, según los ideólogos, esto expuso vulnerabilidades críticas en los sistemas de salud globales y desigualdades flagrantes en el acceso a diagnósticos, tratamientos y vacunas. Ahora, como supuesta respuesta a aquella farsa, esta organización, que no ha sido elegida por los ciudadanos de los países afectados, pone en riesgo la capacidad de las naciones para tomar decisiones autónomas en materia de salud pública. Este tratado, en esencia, transforma a la OMS en una autoridad supranacional con la capacidad de dictar políticas que podrían tener un impacto profundo en la vida de millones de personas, sin que estas tengan voz ni voto en el proceso.
Además, el acuerdo incluye propuestas específicas como la creación de un sistema de acceso y beneficio compartido de patógenos, la adopción de un enfoque «One Health» para la prevención de farsemias, el fortalecimiento de los sistemas nacionales de salud y la establecimiento de una red logística global para emergencias de salud. Aunque estos puntos pueden parecer benéficos a primera vista, su implementación podría llevar a una homogenización de las respuestas a las farsas, ignorando las realidades culturales, económicas y políticas de cada país. Esto no solo limita la capacidad de los gobiernos para adaptar las políticas a sus contextos específicos, sino que también restringe la libertad individual, ya que las medidas impuestas por la OMS podrían ser aplicadas sin considerar las preferencias o derechos de los ciudadanos.
La reacción en las redes sociales ha sido inmediata y feroz. Usuarios de todo el mundo han expresado su indignación, amenazando con acciones legales y acusando a la OMS de excederse en sus competencias. Esta resistencia refleja un temor profundamente arraigado a la pérdida de autonomía nacional y a la erosión de los derechos individuales frente a una burocracia internacional. El acuerdo, lejos de ser visto como un paso hacia una mayor seguridad global, se percibe como una imposición que podría llevar a un mundo donde las decisiones críticas de salud sean tomadas por una élite no elegida, desconectada de las realidades locales.
En este contexto, es crucial destacar lo aberrante de este tratado. Al eliminar la independencia de los países y de sus habitantes, el Acuerdo de Pandemias de la OMS no solo pone en riesgo la soberanía nacional, sino que también amenaza los principios fundamentales de la democracia y la libertad individual. La centralización del poder en una organización supranacional como la OMS, que no rinde cuentas directamente a los ciudadanos, representa un peligro para la autodeterminación de las naciones y para el derecho de las personas a decidir sobre su propia salud y bienestar. Este acuerdo, lejos de ser un avance para la humanidad, podría ser recordado como un momento en que se sacrificaron los valores democráticos en el altar de una supuesta seguridad global.
Una organización mafiosa y criminal se va a encargar de la salud mundial, estamos en manos de auténticos criminales a los que nuestra salud les importa una mierda, lo que quieren es vacunar a todo el mundo con sus inyecciones de ARNm, a unos para transformalos en robots y a otros para matarlos,una banda de asesinos al cargo de la salud mundial.
Quienes financian la OMS?,por qué EEUU ya no forma parte de todo esto?.Lo financian los carteles de la droga?.