Un Presidente ejemplar

Si alguna potencia extranjera quisiera conquistar nuestro país, seguro que este sería el momento perfecto, con nuestro presidente de baja por depresión. Se ve que el pobre ya no puede más, que ya no le estimulan ni las estimulantes maletas del Delcy. Ha hecho como el emperador Carlos (que se fue a Yuste) y se ha largado, seguramente, a Doñana, a buscar la complicidad de los patos, o a Lanzarote, a preguntar a los vientos alisios -¿Vale la pena?- Ya te digo yo que no, que delinquir nunca sale a cuenta.

Lejos queda aquel día en el que fue a recoger su diploma de masón, de manos del Papa de Roma. Entonces se le veía ufano, feliz -¡Ahora también soy uno de los amos de mundo!- debió pensar, pero no. Ellos dan títulos y premios pero no regalan nada. Lo que hay que hacer, a cambio, es lo que, tarde o temprano, lleva a preguntarse si vale realmente la pena. ¿Valió la pena lo que ingresaste a cambio de cargar sobre tu chepa tantos muertos por miocarditis post-vacunal? ¿Valdrá la pena lo que ingresarás por enviarnos a la guerra?

Pero claro, hay cosas que no se pueden decir y por eso dijo que la causa de su sufrimiento es el sufrimiento que están causando a su pareja. En algún tiempo habría quedado como un príncipe azul, como un galán, pero ahora ha quedado un poco machista. ¿Estarías dispuesto a dejarlo todo por proteger a tu esposa? ¿Protegerla de qué? ¿De los jueces que la han encausado? ¿Te han asegurado que, si dejas el cargo, la dejarán, a ella, en paz? ¿Crees que podrán archivar su caso por no ver indicios de delito cuando lo abrieron por haberlos visto?

A dos días de que nos comunique su soberana decisión, docenas de columnistas y tertulianos copan los medios con sus augurios y sus porras ¿Dimitirá? ¿No dimitirá? Yo no quiero ser menos pero, la verdad, me da exactamente igual. ¿Acaso, si dimite, no pondrán a otro (u otra) para que siga la misma endiablada agenda? ¿Hay algún político, en activo, que no sea agendista? ¿Mejor aquel que quería pincharnos por obligación?

A mi me la suda quién de ellos gobierne porque sé que cualquiera de ellos haría lo mismo que ha hecho éste; porque ellos no mandan, no son el corazón de la hidra sino sus cabecitas locas, siempre dispuestas a corromperse por un título. Si acaso, lo bueno del asunto sería que todos los servidores públicos tomaran su ejemplo y cogieran cinco días para reflexionar si vale la pena seguir cumpliendo órdenes inconstitucionales y seguir arruinando y deprimiendo a la ciudadanía. Es más, todos, en general, podríamos tomar ejemplo y preguntarnos si vale la pena seguir trabajando para que se lo lleve todo el diablo. Por lo que a mí respecta, ya tiene ese puesto, en la Historia, que le hacía tanta ilusión ganar. Si es por mí, enseguida lo nombro presidente ejemplar.