Muñecos de carne y hueso

No es un secreto a voces que el parecido entre las políticas socialistas y la mafia se parecen tanto como dos gotas de agua y ello es lógico y se supone que a estas alturas del partido es un hecho que no debería de sorprender absolutamente a nadie. Ya sabemos, al menos los despiertos (y si no lo está, por favor, investigue) que muchos de los que nos gobiernan son elegidos a dedos en esos encuentros internacionales tan importantes como para unir la creme de la creme en un salón y decidir nuestro futuro porque se creen tan inteligentes para decidir por nosotros al controlarlo todo, salvo nuestras almas.

Tampoco lo es que el PP no es precisamente una asociación de ángeles celestiales. Solo hay que tener algo de memoria y recordar la ley Auschwitz que intentó sacar Feijóo en 2021 en Galicia, multando desde 6.00 euros a quien no se inyectase el veneno o hablara contra él o que allí fue donde se impuso el uso obligatorio de bozales de perro como Comunidad Autónoma experimental, o el caso Bárcenas y la contabilidad B, en medio de la crisis económica de aquel fatídico 2013 cuando leí sobre el escándalo en Barajas, poco antes de salir mi vuelo a Miami. Si entrar si el caso Koldo es más grave o no, las similitudes y actitudes de cacique en estos dos partidos mayoritarios es tan palmaria que ninguno se libra del San Benito.

Nada de ello es casualidad, pues fue precisamente Rajoy el que firmó el acuerdo en el 2015, por el cual España entraba a formar parte del club de países que implementaría la agenda 2030 y ahora el PSOE, muy en la línea, como no puede ser de otro modo, no sólo está conforme con esta agenda fascista, sino que además la va aplicando como una apisonadora en un cultivo campestre, aunque genere hambruna. Está muy claro que para hacer eso en España no se necesitan ni políticos inteligentes, prácticos, honestos, sinceros ni que esté al servicio de los ciudadanos, sino todo lo contrario: estúpidos, delirantes, mentirosos y una dosis de psicopatía para no torcer el rictus cuando sean pillados en sus crímenes. Hablamos de personas que nos cuentan sólo lo que les conviene a ellos, mientras, por detrás, nos ocultan sus verdaderas intenciones, que no son ni suyas, sino de otros que los han escogido por sus maravillosas cualidades, tan humanas todas.

Por ende, que tengan casos de corrupción y que se vean sus cacicadas tarde o temprano es algo inevitable y si no salen ahora se verán después.  De hecho, forman parte del indispensable espectáculo en el que los que entran a gobernar siempre salen quemados como cartuchos de dinamita porque así hacen que los fuegos artificiales sean cada vez más llamativos y coloridos, más que el arco iris de la agenda 2030 o de la banderita de gays, otros grupos y pedófilos varios. El plan es el mismo y el PP y PSOE gobiernan juntos en el parlamento europeo, mientras en España se sacan los ojos en un espectáculo tan verbalmente dantesco como aburrido para que los infantilizados españoles se queden extasiados con los videos de youtube donde nos muestran sus batallitas, no sé si conscientes o no al flaco favor que hacen a la verdadera democracia o al grado de disidencia controlada que corre por sus venas.

La huella digital, con todos nuestros datos en el móvil, donde se sabrá en qué gastamos el dinero, si nos hemos puestos la inyección o no, si chateamos con personas sospechosas desde nuestro teléfono, si tenemos alguna deuda con el banco, con la justicia (por cierto, tan desigual para los españoles, dependiendo de si eres un delincuente de altos vuelos o simplemente un pobre desgraciado sin recursos), si te sales del perímetro, en el caso de que se declaren las ciudades de quince minutos, si te mueves de tu casa en el caso de que declaren otras cuarentenas al estilo fascista del 2020, es uno de sus proyectos, así como el resto de los 17 puntos de su agenda y las normas que van aprobando, una tras otra, para ir implementándolas sin que nos demos cuenta, todo ello con total nocturnidad y alevosía, propia de los asesinos más fríos, son objetivos que están sobre la mesa de sus despachos. PSOE, PP y verdes son lo mismo, agenda 2030, y, como se puede observar, el PP la acepta y aplica allí dónde gobierna, como en el caso de Andalucía, donde Bonilla se convirtió en el nuevo cacique, al igual que lo fueron antes los socialistas, en la línea de la defensa de las vacunitas, incluso para los vulnerables niños que acaban enfermándose, de la doctrina LGTBIQ+, del feminismo y todo lo asociado a la cultura wok. No hay más que echar un vistazo a lo que allí se aprueba para entender que las diferencias entre PP y PSOE en cuanto a agenda 2030 son nulas.

Pero, como es inevitable que los sinvergüenzas sean descubiertos porque las redes sociales se encargan de airear esos casos de corrupción, han de ser otros los que han de tomar el relevo y, cuanto peor lo hagan los que salgan, con más amor los votantes se echarán en los hombros a sus nuevos verdugos, los cuales son enviados por los mismos que han puesto a los que cada vez odian con más fuerza. Se trata de incrementar este sentimiento hasta límites insoportables, haciendo que todas las redes (Youtube, X, Instagram y otros…) se hagan eco de los escándalos, convirtiendo el periodismo en un campo de batalla entre poli bueno y poli malo. El primero es el que habla de los pecados y actos insultantes de los que ya están por irse, porque les toca, y el segundo es el que cada vez comete más estupideces y llega a actuar de manera completamente dictatorial, fascista y mafiosa para que el vulgo no soporte vivir sin democracia, esa democracia en la que nos ponen a las caras y las listas cerradas a las que la gente vota, esperando el cambio y el fin de todos los abusos.

¿No es casualidad que se permitan ciertos debates y otros no, como los que hablan de las vacunitas covidianas, el fin genocida de la agendita asesina u otros temas que las élites demoníacas ocultan, pero salen a la luz? ¿Por qué el PP no critica nunca la agenda 2030, por qué ni la nombra y se limita a exigir al gobierno responsabilidad por sus casos de corrupción, cuando pudiendo hacer lo que podría, no se atreve a clavarle la espada al toro en la plaza y, al final, lo deja con vida? ¿Existe algún acuerdo bajo cuerda de que ambos líderes no llegarán a la sangre o es que se conocen tanto que ninguno de ellos es capaz de hablar demasiado del otro, no sea que salgan otras sorpresitas a los medios? Todo ello sin mencionar a los partidos de extrema izquierda, como Sumar o Podemos, claramente comprados y estupidizados hasta la médula de sus pequeñísimos cerebritos.

Finalmente, cuando el caso sea tan insoportable que ni ellos podrán seguir con el teatro, se derrumbará hasta caer hecho una ruina y llegarán los otros para hacer el suyo, mientras los que dejaron España hecha un erial de miseria, incluso espiritual, no serán ni perseguidos y muchos tendrán cargos en otras instituciones internacionales, como premio por su excelentísimo servicio a la causa. Se impondrá la amnesia que da vivir en un Estado falsamente democrático (controlado desde el exterior desde 1978 cuando Kissinger logró que nuestro país fuese del club europeo desde que se dieron órdenes a ETA para matar a Carrero Blanco) y nuestros conciudadanos podrán al fin conciliar el sueño porque el dictadorzuelo de Pedrito Sánchez ya no está en la Moncloa, y, en su lugar, estará el educado y sofista Feijóo, en un arte perfecto del engaño.

Así hasta que empiecen a descubrirse otros casos de corrupción, aunque para entonces la agendita estará ya tan avanzada que dará igual que ocurran o no, pues la censura será tan intensa y el control sobre el ciudadano tan soporífero y asfixiante que con sobrevivir tendrá preocupaciones más que suficientes e, incluso, como dice Klaus Schwab será la inteligencia artificial la que elegirá a nuestros amados y admirados presidentes porque eso de votar, que quedó trasnochado, ya no será moderno, sino una pérdida de dinero y energía que contaminará el planeta.

Éste es el panorama, mi querido conciudadano, esto es lo que se otea en el horizonte, mientras siguen con prácticas decimonónicas, sacadas de los Protocolos de los sabios de Sion.

Estar despierto es entender todo esto y poder intuir lo que viene después, estar dormidos es creer que los burros tienen alas. ¿Has visto alguno? Perdona, pero yo hasta la fecha aún no, más bien van a cuatro patas y siempre son los mismos, como nuestros gobernantes.