sábado, julio 27, 2024
InicioOpiniónColaboradoresSobre el preocupante clima "cambiático"

Sobre el preocupante clima «cambiático»

Las armas que utilizan los satanistas contra los que llaman despreciablemente humanos no tienen nombre  dado que el dinero y el poder les permite emplearlas con total impunidad. La tercera guerra mundial, que ya comenzó en el año 2020 de manera descarada (yo diría que incluso híbrida), se ha convertido en una suerte de conflicto en el que sin armas y sin bombas se están aniquilando a la población mundial sin que ésta se percate del crimen de lesa humanidad. Me refiero a dos especialmente peligrosa: la geoingeniería y la guerra bacteriológica, ambas ligadas a la secta del cambio climático y a las teorías globalistas de las plandemias.

Cuando Edward Telar en la década de los sesenta hablaba de las bombas de hidrógeno como esenciales para prevenir la tercera guerra mundial, al tiempo que las pruebas se empleaban para ver cómo se podía alterar el clima, el cual ya se veía como arma de guerra, lo que oficialmente se proponía era acabar con la sequía. Ya sabemos que estos personajes son especialmente siniestros, sobre todo cuando nos hablan de que tienen con nosotros las mejores intenciones (que luego resultan ser la peores, en realidad). De hecho Henry Kissinger, uno de los asesinos globalistas más renombrados de la historia y protagonistas en todos los foros sionisto genocidas, autorizó el uso de yoduro de plata en ciertos países asiáticos para provocar monzones de especial intensidad, aprovechando la guerra de Vietnam, entre los años de 1967 a 1972. Dichas inundaciones impedían que las fuerzas de este país pudiesen unirse de manera adecuada. Lowell Wood fue otro personaje pagado por Ronald Reagan, junto con Edward Telar, para experimentar la nueva ciencia de la geoingeniería a partir de los años 80. Irwing Langmuir fue uno de los precursores del yoduro de plata en los años 40.

Las técnicas climáticas tienen varios objetivos: evitar el granizo (tal como anuncia el BOE), regar las nubes y crearlas o evitar las lluvias.  Países como Australia, China, México y España (durante la presidencia de Esperanza Aguirre) emplearon estos recursos. Hagamos un poco de historia: en 1891 se empleaba el ácido carbónico,  a principios de siglo XX el cloruro de samario y el amoniaco, en la década de los años 20 el CO2 y el fósforo, en la década de los 30 la bentonina para dispersar niebla, en los 40 se descubrió el yoduro de plata, en 1950 el óxido de zinc, la nafelina y la apatita, así como diatomitas y el cloruro de calcio (éstos últimos para provocar sequías), en 1956 el polonio, en 1957 el amoniaco, el dióxido de carbono, el usobutam, el propano y los feroles, en 1960 el aluminio, el ácido sulfúrico, en forma de emanaciones volátiles para reducir las lluvias, en 1966 el cesio, el litio y el sodio (en programas balísticos de nubes de iones), en 1991 el bario, el peroclato amónico, el ferules, las resinas epoxídicas, el formalhebido (para hacer llover),  en 1972 misiles de yoduro de plata y cohetes de bario, en 1975 compuestos sulfúricos y derivdos del aluminio, en la década de los 80 dióxido de circonio para reducir las radiaciones UV, así como gases poliméricos conductivos, en el 1990 la dispersión de oxído de aluminio en la estratosfera para evitar el tan temido calentameinto global, en 1991 fibras recombinantes por manipulación genética de aminoáncidos de arañas, en 1992 la dispersión de melanina a 35.000 pies sobre las zonas articas para bajar las temperaturas e impedir el deshielo y ahora la nanotecnología, los polímeros autoensamblajes, la nanofibras y los nanotubos de carbono o grafeno, todo ello sin contar con el azufre en capas altas de la atmósfera para impedir el sobrecalentamiento de la atmósfera. Baste con añadir que durante la Rusia comunista cuando se celebraban los desfiles en la Plaza Roja de Moscú se lanzaba a la atmósfera yoduro de plata, hielo y cemento para que hiciera mucho sol y así el pueblo pudiese disfrutar del orgullo del comunismo soviético.

Como todo buen negocio (a qué personaje de estas élites satánicas no le tenta la idea de poder controlar el clima a su antojo y poder matar a millones de personas con un tifón o con un huracán y sale de rositas ante cualquier país que no obedezca las reglas de la agendita 2030), está lleno de buenísimas intenciones: las de protegernos del cambio climático, del mismo que ya en los 70 alertaban de que la civilización iba a acabar en un periodo que iba de los 50 años (ya deberíamos de estar muertos) o de aquéllos que decían que las temperaturas iban a subir 2 grados en 20 años, no hace muchos años. Está claro que la geoingeniería es una fuente de pasta y de negocio en todo planeta y que su fin no es que vivamos felices y que no sea necesario cambiar nuestro estilo de vida para vivir en un mundo mejor (Ay que ser iluso para creerse ese cuentazo), sino la de alterarlo y provocar cuantos fenómenos naturales o desastres (como ellos los llaman), para así someternos antes y con menos esfuerzo, palabra que a estos demonios les hace temblar y de qué manera.

La gran contradicción reside en el avance vertiginoso de las estrategias para dicho cambio climático y que no es fácil concluir que son estos personajes (los que lo defienden, los que lo autorizan, como el gobierno de España y las empresas que se llenan los bolsillos, como cualquier compañía bélica) los que lo provocan y la razón es bien obvia. La atmósfera no se centra en un país o región, sino en todo nuestro hermoso planeta, de modo que si echamos yoduro de plata para que no llueva en Murcia el efecto va afectar al resto, del mismo modo que en Dubai llevan años intentando lograr el sueño dorado de tener un país verde y la última tormenta ha sido tan desastrosa que ha inundado toda la ciudad obligando a cerrar calles y, oh sorpresa, obligando a tomar medidas extraordinarias porque sus avenidas parecían  ríos para deportes de riesgo. ¿Acaso eso no tiene relación con la crisis del agua y el hecho de que la agenda 2030 quiere apropiarse de todos los recursos hidráulicos y destrozar el sector primario en España? ¿No les suena esto a la ley de seguridad nacional que autoriza a nuestro dictador Sánchez (a menos que Puigdemont le de una patada en el trasero) a decidir en el nombre de todos los españoles, que han sido responsables de esos desastres naturales porque ellos nunca lo son?

Por lo tanto, de existir un cambio climático, sería el resultado de más de 130 años de investigaciones de geoingeniería en la que el hombre juega a ser como Dios, porque en eso consiste el satanismo. No sería nada de raro (y no pierdo la apuesta) si afirmo con contundencia que esta estrategia se emplea para acelerar los objetivos de la agenda 2030 y, así, convencer a los sufridos ciudadanos de su conveniencia.

Todo ello va a ligado a la guerra bacteriológica, empleada por Japón contra China ya en la segunda guerra mundial, o en Inglaterra que se dedicó a esparcir tularemia, antrax brucelosis y toxinas de bucolismo en las isla escocesa de Gruirnard, la cual estuvo contaminada durante cuarenta y ocho años y por fin habitable en 1990. La idea era infectar el bovino alemán y matar a gran parte de la población que consumía dichos alimentos.  Tras la segunda contienda planetaria siguieron con sus investigaciones. El 22 de febrero de 1952 China acusó a EEUU de lanzar mosquitos con bacterias para  provocar cólera y plagas en el ganado. El ébola se incluye entre dichos patógenos y China, la misma China comunista que criticaba los EEUU hace 72 años, hace experimentos en ese sentido y no es el único. Tampoco seria raro que lanzasen bacterias, junto con todos esos metales para alterar el clima, con el fin de crear problemas respiratorios y que las personas afectadas en China hayan sido enfermadas por sustancias echadas en las nubes.

Pensar que unen la geoingeniería con la guerra biológica desde los aviones puede explicar porque desde Davos se habla del virus X, 20 veces más letal que el que llamaron Sars cov 2 (inexistente) y cómo tienen toda la tecnología y todos los agentes biológicos para matarnos desde el cielo, sin que nos demos cuenta.

Esto es el cambio climático del que nos hablan en el marco de la agenda genocida 2030, la secuela irresponsable de unos genocidas y unos perros servidores que desean controlarlo todo. Por eso la ministra de sanidad relacionaba el virus X con el cambio climático. Si partimos de las diabólicas intenciones de estos hijos de Satanás todo adquiere mucho, pero que muchísimo sentido.

Artículo relacionados

1 COMENTARIO

  1. Mientras tanto la borregada sigue sin pensar por cuenta propia y creyendo lo que les dicen las desinformadoras televisiones globalistas: Que las estelas químicas son estelas de condensación que el HAARP no existe que los gobiernos globalistas velan por el bien de los ciudadanos y que los científicos independientes que desmienten la narrativa oficial son terroristas desinformadores a condenar

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Entradas recientes

Comments

Tiene mega cojones la cosa en La carta
Anonimo en La carta
Rafael Perales en La carta
Rafael Perales en Kali Yuga y Monopantos