viernes, diciembre 13, 2024
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Demasiadas señales anuncian el fin del sistema actual y de la era humana. Hay que elegir si estar dentro o fuera

El nuevo año recién estrenado llega con la herencia envenenada del anterior, en el que la distopía alcanzó cotas nunca imaginadas por esta humanidad en caída libre hacia el barranco del transhumanismo, el comunismo, la antirreligiosidad, el satanismo, la cristofobia y la dictadura global. Los jinetes del Apocalipsis alineados en el milenario hipódromo del tiempo parecen prepararse para la gran carrera final. Guerras y rumores de guerra como profetizan los textos bíblicos, salpican el escenario de la actualidad vertiginosa de las redes sociales. Gurúes de todo jaez, variopintos charlatanes, santones milagreros y falsos profetas florecen por doquier en este tiempo preapocalíptico vendiendo ideas y opiniones a los adeptos que almidonan sus egos a golpe de clic. Es la gran feria de las vanidades, de tintes milenaristas, en este ciberespacio absorbente en el que cada quien ofrece su elixir mágico a los parroquianos. Hay para todos los gustos. Y entre tanto guirigay, algunos despiertos bienintencionados, con vocación de servicio, proponen alternativas de autosuficiencia ante los tiempos de fin de ciclo que se avecinan, algo inconcebible para la mayoría de seres humanos afanados en buscarse la vida, en lo cotidiano, en la política rasa o en cuestiones de bajo calado, más propias de épocas de bonanza pasadas que del momento presente, el más peligroso y trascendente de nuestra historia.

Es hora de despertar. No sé si será demasiado tarde, pero una sobredosis de optimismo me lleva a pensar que aún estamos a tiempo. Las élites, aparte de estar muy divididas, no están nada seguras de poder implementar su Agenda –al menos al completo—, a pesar de la exhibición de su prepotencia. Por eso llevan tiempo en la promoción de políticos sin escrúpulos, de perfil psicopático, dispuestos a cualquier barrabasada, incluso el genocidio.

Creíamos que la disidencia no les suponía demasiada preocupación, dado el gran poder de la maquinaria del establishment para difundir su discurso tramposo, así como la mano dura a la hora de implementar sus medidas. Pero no nos subestimemos.  Somos para ellos un pain on the neck, y así se desprende de las palabras de la presidente de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en el Foro de Davos, donde ha reconocido que la información alternativa es el mayor enemigo del globalismo, recalcando que entorpece sus planes sobre el cambio climático y otros objetivos de la Agenda 2030, carriles conductores hacia el esclavismo. En el mismo foro y en la misma línea se expresó su alma gemela, el presidente golpista Pedro Sánchez, cuyo sueño de dictador es, aparte de dividir España, arruinarla y vender los restos a los fondos buitre, restringir el pensamiento libre y la libertad de expresión de quienes no comulguen con sus planes quiméricos de destrucción. Ya lo está haciendo, de facto, pero no cejará hasta declarar mediante ley o decreto el “delito de desinformación”, so pena de prohibición de publicar, detención, cárcel y quién sabe. No es un secreto que para los dictadores antidemocráticos desinformación es sinónimo de fake news o noticias falsas.

Por tanto, hay que seguir en la lucha, aunque los frutos nos parezcan escasos. Es duro predicar en el desierto ante quien no entiende ni quiere entender e incluso se permite la mofa ignorante o lanzar el discursito propagandístico y pagado de los promotores del pensamiento único oficial a través de sus apesebrados medios de comunicación. Sé que esto es desesperante, y lo sufro. Muchas veces me pregunto por qué hacemos esto y qué nos impulsa a insistir hasta el agotamiento en esta contienda contra un Goliat que a priori lleva las de ganar. ¿Quizá forma parte de nuestro plan de vida? No tengo una respuesta certera, pero siento que cada vez que alguien se rinde porque el mensaje es desoído y rechazado, es un activo que desaparece de la lista de la Resistencia, un soldado menos en el campo de batalla. ¡Y todos somos necesarios en esta guerra contra el Mal! Hemos avanzado, pero queda mucho trabajo por hacer.

A estas alturas, la mayoría de los ciudadanos aún ignora que unas élites psicópatas diseñan el devenir del mundo y están intentando convertirnos en esclavos sin posible liberación. Tampoco saben que los políticos “electos” son meras marionetas que actúan a sus órdenes. Desconocen también que nos están enfermando a través del aire, el agua y los alimentos. Ni siquiera sospechan que los continuos rayados y cuadrículas en los cielos no son estelas de aviones convencionales, sino fumigaciones aprobadas por ley. Pura geoingeniería. No han caído en la cuenta de que el feminismo de género es una ideología totalitaria, discriminadora, injusta y deformante, con todos sus flecos: ley trans, eugenesia, genotipado de embriones, aborto y perversión de la infancia. Referente a la pandemia, ignoran que fue diseñada para reiniciar un nuevo sistema, el llamado Nuevo Orden Mundial, es decir, la gran dictadura global, sin derechos, sin libertades, sin propiedad privada, sin nada, donde la única verdad será la del gobernante de turno al más puro estilo del Miniver orwelliano, pero mucho peor. La mayoría no tiene constancia de que los inóculos covidianos y otros del calendario vacunal contienen grafeno y otras y que han causado y siguen causando miles de muertos, incluidos niños y adolescentes en perfecto estado de salud; y, a mayores, que este elemento cuasimágico será la interface que nos “transhumanizará” y conectará a la nube para ser monitoreados, a través de las redes electromagnéticas, auténtica arma contra la humanidad. Una buena parte de la población aún no ha descubierto que la covid no es una enfermedad causada por un virus, sino un “síndrome de irradiación aguda” en el que interviene el grafeno y los pulsos electromagnéticos. Desconoce asimismo que la ivermectina es un excelente germicida, lo mismo que la plata coloidal o el dióxido de cloro que, malévola e interesadamente, llaman lejía. Y muchos otros extremos como el carné ciudadano de puntos, al más puro estilo chino, o las ciudades de quince minutos –pequeños campos de concentración—, que ya se están trazando en algunas ciudades.

No es nuestra intención crear pesadumbre, pero sí advertir de que el cambio de era se está realizando a gran velocidad, sin apenas transición y tiempo para reaccionar. Las señales son muchas y los datos sobre la mesa también. ¿Y por qué a pesar de la evidencia los ciudadanos no caen en la cuenta de que, más allá de la subida de los carburantes, del recibo de la luz o incluso de la política local, existe un proyecto metageopolítico macabro y destructivo para el hombre y la vida en el planeta? La respuesta es sencilla: a la sociedad le falta información; solo se alimenta de noticias basura. La humanidad ha sido sistemáticamente engañada y programada para obedecer y creer las consignas provenientes de las instituciones, la clase política y la ciencia que, dócil y servilmente, transmiten los medios de comunicación. El ser humano no está acostumbrado a tamizar, a poner la información en entredicho y a pensar por sí mismo. Al ciudadano común le falta entrenamiento para discernir, unir puntos y construir visiones panorámicas. Así, el estado básico de confort que le aporta el pensamiento único le hace sentirse a resguardo y seguro, sabedor de que quien cuestiona y disiente se convierte en candidato al sambenito, al vacío o incluso, en casos extremos, a la muerte. ¡Y en estos tiempos, tanto o más que en los de Giordano Bruno! Solo que ahora el fuego de las hogueras ha sido sustituido por enfermedades o accidentes extraños, amén del uso de las nuevas tecnologías de microondas o el uso de la nanotecnología.

Por si esta condición del ser humano no fuera suficiente, los medios de comunicación oficialistas silencian o falsean cualquier noticia que pudiera contribuir a la sospecha, a la desconfianza, a hacerse preguntas y a abrir los ojos ante hechos que, aparentemente inconexos, están cosidos con el hilo invisible del gran plan.  Y este, lejos de ser secreto, llevan tiempo gritándolo a los cuatro vientos, sin que su esencia y auténticas intenciones sean captadas por el radar social.

Así, y perdón por la reiteración, la sociedad está sumida en el sopor, sin entender nada de lo que ocurre a su alrededor, salvo lo que le cuentan las teles y los periódicos del sistema, es decir, mentiras, tergiversaciones y propaganda. Por eso hay que seguir concienciando, aunque racionalmente pensemos que ya es demasiado tarde.

Sin embargo, y aunque considero que están bien fundadas, discrepo de algunas opiniones de investigadores y “guerreros” a los que aprecio y respeto: no creo que el cambio sea tan inminente. Me refiero a que una cosa es plantear cómo será la humanidad de un futuro próximo –completamente esclava y controlada por la inteligencia artificial—y otra, que el cambio vaya a ser ya en los próximos dos o tres años. Sabemos que este 2024 va a ser duro y que nos tienen preparada esa enfermedad misteriosa anunciada por el inefable Tedros Adhanom y otros agoreros, y que habrá cambios importantes, incluso confinamientos. Pero, repito, creo que lo grueso no será tan inminente. A no ser que los fatídicos augurios de una tercera guerra mundial se cumplan, que podría ser. En esa coyuntura las élites y sus marionetas los políticos servidores lo tendrían más fácil para decretar medidas drásticas y urgentes ¡por el bien común! Sabemos cómo se las gastan. Y las guerras se sabe cómo empiezan –a veces ni eso—pero se ignora en qué pueden derivar. Y pudiera ser que alguno de los sociópatas tuviera la ocurrencia de apretar el botón nuclear. La conclusión es que las bolas de cristal están empañadas y en cuestión de fechas no se puede pronosticar nada.

Eso no quiere decir que no sea urgente ir preparándose para el gran cambio. Hay que decidir si queremos seguir formando parte del sistema, viviendo como esclavos dependientes del gran ordenador central, con grafeno en las neuronas, sensores, códigos MAC, y quizá la obsolescencia humana impresa en el cuerpo, o si optamos por vivir fuera del sistema, pero libres. Libres, aunque con muchas restricciones y carencias, pero fieles a los principios inherentes a nuestra naturaleza humana y divina. El sentido espiritual y trascendente de todo esto nos lleva a pensar que quizá estemos ante la decisión más importante de nuestra existencia, y de la historia humana. Quizá estemos aquí por eso y, a pesar de todo lo que los megalómanos del mundo tienen programado, reconocemos que es un lujo ir a la contra, ser dueños de nuestras decisiones y pioneros en este germen creador del nuevo paradigma.

No podemos hacer otra cosa, salvo seguir cumpliendo con nuestro deber, defendiendo la verdad, el bien y lo justo, y proponiendo el goce y disfrute de tantas cosas buenas que nos ofrece la vida.

Magdalena del Amo
Periodista, psicóloga, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.
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8 COMENTARIOS

  1. Si los que mandan y sus sicarios son satanistas estamos ante una guerra espiritual y con reacciones materiales poco conseguiríamos.Me pregunto si Magdalena tiene alguna propuesta de acción defensiva, personal o colectiva, metafísica

    • Los que mandamos somos nosotros no tienen nuestro consentimiento, pueden chillar, patalear, mandar a uniformados o togados que NO LO TIENEN. Nadie en su sano juicio se suicida por eso estos criminales son tan repulsivos porque mediante vil engaño o lo que se conoce como consentimiento viciado o fraude estan provocando el suicidio de millones. Toda esta purria traidora merece un juicio internacional por cimenes contra la humanidad y los inductores la pena maxima. los lacayos utiles la perpetua. Todos estos togados, uniformados son complices de sus crimenes que les queda muy claro, no valen excusas cuando los Derechos, honor y deber estan por encima de cualquier orden que de cualquier payaso sea Pedro Sanchez o el papa y vds no dijeron no sino que fueron sus complices, les va a dar igual, negarlo ya estan marcados en la historia como los grandes traidores a su especie, raza y nación.

  2. Mientras no haya una ruptura total con el sistema economico, politico, mediatico, cientifico y judicial no hay nada que hacer. No va a venir la solución de los mismos que nos han traido hasta aqui cosa que ya me ha hartado de repetir en ED como un loro ganandome insultos, amenazas y menosprecio de muchos.
    Los que trabajan para el sistema deben romper con el y no valen medias tintas estoy hasta las narices de escuchar payasadas, como Estado de Derecho como que todos no son iguales y patatin, patatan.
    Examinen vds los hechos, las pruebas. las contradicciones y verán que es una mayoria no como dicen muchos juristas que nos quieren tomar por imbeciles que son minoria. Si son mayoria señores jueces y fiscales a que cojones esperan vds para cumplir con su jodido deber en lugar de hacer el payaso con casos como Rubiales que es un insulto a la inteligencia de un homo sapiens sapiens pensante normal, si son hombres de Neandertal o de Cromagnon su sitio no es el juzgado, ¿Que parte no esta clara ya?.
    Nos estan llevando al desastre esos que se dicen juristas con excusas que ya ni un niño de cuatro años se creen. Les recuerdo a vds que para juzgar se deben tener de manera imprescindible tres cosas.

    JURISDICCIÖN
    RACIOCINIO
    HONOR

    Pues bien la mayoria carece de estas tres cosas yo ya no se si somos tontos o somos tontos.

  3. Seguramente que esta basura antihumana en el mejor de los casos acabe en un agujero donde no vea más la luz del Sol condenado a 20 años eso es lo mejor o lo peor que le puede pasar a este pedazo de mierda con patas porque sino le vendrá un linchamiento popular sea aqui o en Afganistan o que un juez piadoso lo condene a la horca. En cualquier caso esta basura esta acabada y mucho tendría que redimir este pedazo de mierda para que su final fuera distinto. En cualquier lo que le espera al otro lado no se lo deseo ni al peor de mis enemigos, este genocida y el resto que son igual o peor que este sujeto lo va pagar muy caro.

  4. La COVID no existe ni la enfermedad ni narices nadie que es envenenado dice que tiene una enfermedad sino que me han envenenado, Le recuerdo a muchos que esto es delito de Terrorismo quimico y biologico delitos por los que la AN no cumpliendo con sus funciones actua que es lo que es en realidad no una enfermedad. Cuando Putin se carga a sus enemigos con Polonio no tienen una enfermedad estan envenenados y muertos por radiación. Que todo esto causen sintomas conocidos es evidente más los que se cargaron con respiradores, desatencion, morfina en dosis letales no padecian ningún sindrome se los cargaron, por lo tanto la COVID no existe. Esto es tan de locos como decir que los que murieron por gas mostaza murieron por una enfermedad nueva provocada por el gas mostaza lo que es falso, lo mismo pasa con el fraude de la COVID. Los venenos provocan sintomas de acuerdo, lo que no provocan son pandemias ni nuevas enfermedades provocan muerte por acción letal que puede provocar sintomas de muchas enfermedades pero no la enfermedad como tal. Por lo tanto la covid no existe cosa que el Dr Sevillano y Ricardo no se dan cuenta que no son nuevas enfermedades son sintomas de un atentado biologico.quimico que es de lo que va todo esto.

  5. Como nos recuerda Mattias Desmet:

    «El primer y fundamental principio al que tiene que ceñirse la resistencia durante un proceso de formación colectiva y de totalitarismo emergente, es que la gente que no va con las masas tiene que seguir hablando. Eso es lo más crucial.
    Como el totalitarismo se basa en la formación colectiva, y la formación colectiva es una especie de hipnosis, la formación colectiva siempre es provocada por la voz del líder, que mantiene a la población en un proceso de hipnosis. Y cuando las voces disonantes siguen hablando no podrán despertar a las masas, sino que perturbarán constantemente el proceso de formación colectiva.
    Interferirán constantemente en la hipnosis. Si hay gente que sigue hablando, la formación colectiva no suele ser tan profunda como para que haya una voluntad en la población de destruir a la gente que no va con las masas. Eso es crucial.
    (…)
    Pero nunca debemos olvidar que alzar la voz tiene un efecto inmediato. Tal vez no es que despierte a las masas, sino que perturba el proceso de formación colectiva y la hipnosis. Y, de esa manera, evita que las masas se vuelvan altamente destructivas hacia las personas que no les siguen la corriente.
    También ocurre otra cosa. Las masas empiezan a agotarse a sí mismas. Empiezan a destruirse a sí mismas antes de empezar a destruir a las personas que no están de acuerdo con ellas. Así que esa es la estrategia que hay que utilizar para la resistencia interna contra los regímenes totalitarios».

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