sábado, julio 27, 2024
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Cartelería sagrada rompedora

Artículo de Alfonso de la Vega

La presentación del cartel de este año para anunciar la tradicional Semana Santa de Sevilla está moviendo a división de opiniones sobre el autor: Unos en su padre y otros, los más, en su madre.

El lector puede admirarlo aquí para formar su propia opinión.

Es verdad que el Arte sagrado quedó muy tocado desde los desastres estéticos, teológicos y litúrgicos provocados por el concilio Vaticano II. No hay más que ver los adefesios actuales contra la Tradición que se perpetran con las Musas en huelga en toda clase de Arte, pero se solía mantener, dentro del mal gusto creciente, un cierto respeto a las víctimas, en especial cuando como es el caso de Sevilla la Semana santa se vive con una gran emoción, admirable desde todos los puntos de vista.

Pero, quien puede lo más, puede lo menos. En plena ofensiva Bergoglio ha nombrado audaz cardenal en defensa de la fe a un paisano y colega homosexual declarado e impenitente, autor de extraordinarias obras porno-teológicas, modelo de su género tales como “Sáname con tu boca o el arte de besar” o “La pasión mística”. O bien otras menores: “Para Liberarte de la Ansiedad y de la Impaciencia, “Teología espiritual encarnada. Profundidad espiritual en acción en las que se glosa la excelencia de la función de los orgasmos y la visualización mental de los genitales.

Así que con tan grandes ejemplos de la autoridad competente algunos “agradaores” sevillanos que quieren ascender en el escalafón no van a ser menos, ni dejar de dar puntada sin hilo. De modo que hacen aparecer la sublime figura del Salvador como si fuera escapada del burdel homosexual del suegro de Su Excelencia el Presidente del Gobierno de Su Majestad, o bien inspirada en alguna de sus figuras más notables. Como un San Sebastián, considerado emboscado icono gay, pero sin flechas  ni de Cupido ni de verdugos. Y de esta manera se matan dos pájaros del mismo tiro, con una extraordinaria alianza o unión temporal de empresas, UTE, entre el Vaticano y el no menos degradado socialismo patrio de todos los colores.

El icono como representación espiritual contiene en sí mismo historia, tradición, simbolismo y arte. Es doctrina en imágenes. De modo que la actual misión salvífica y redentora de homosexuales del socialismo hispano tanto azul como rojo, su aprovechamiento y ordeño de presupuestos, ha de quedar plasmada en una porfidización estética habitual en la Historia del Arte cuando reina la confusión o el mal gusto.

En el lejano mundo mesopotámico de Sumer y Acad, origen remoto de muchas de nuestras tradiciones religiosas, la fiesta del Año Nuevo era precedida de una especie de Saturnales o Carnaval en los que dominaba el desorden y los demonios antes de que el Orden fuese luego así restaurado. La celebración del Año Nuevo tenía que ver con la renovación del fuego, como ahora también se produce con la del cirio pascual cristiano durante el sábado santo. Y también se celebraba la muerte y resurrección de un dios, Marduk, que descendía a los infiernos. Su estatua y la de la diosa eran colocadas juntas y salían en procesión.

Si en su antiguo tratado Manuel Panselinos establecía cómo debían ser los colores de los vestidos y actitudes de todos y todas santos y santas de la Iglesia, en esta rompedora adaptación socialista se pretende explicar el nuevo modo canónico de exponer al Salvador para mejor edificación del votante devoto y confusión de malvados tradicionalistas de la “extrema”.

Pero la moda iconoclasta rompedora arrecia en territorio pepero. Veamos.

El ayuntamiento de Cartagena también se suma icónicamente a una Semana Santa rompedora. Sin embargo, en este caso la iconología retoma o aparece inspirarse en las más antiguas representaciones tradicionales de Cristo.

La arquitectura cristiana aparece en el siglo IV y la iconología cristiana en el siglo III. Pero una iconología inequívoca, que haya abandonado de forma clara el estrecho parentesco semiótico con otras tradiciones gráficas paganas o hebreas veterotestamentarias tampoco se encuentra hasta ya el siglo IV. Un aspecto curioso de esta iconología que parece querer disimular la identificación del cordero (agnus) con el agni o fuego védico lo constituye la notable evolución de su imagen a partir del siglo IV.  Al principio se sustituye el inicial cordero nimbado con el sol y portador de la cruz por otra figura con cabeza humana.  Luego aparece solo la cabeza nimbada. Aunque no con corona de espinas como la cartagenera que comentamos. Luego se puso la cabeza humana en la intersección de dos brazos de la cruz. Tras el concilio de Constantinopla a finales del siglo VII se ordena representar el cuerpo entero de Jesús sobre la cruz. No sin ciertas reticencias, como muestra la imagen del cordero portador de la cruz en la cripta de la iglesia de Sos, en Zaragoza. A partir del siglo XIII la figura dramática del Cristo clavado y sufriente en la cruz, semejante a otras anteriores paganas de Prometeo o Baal, se adopta con carácter general.

En algunas imágenes se muestra la forma de mandalas al estilo oriental, con la figura espiritual principal en el centro geométrico de la composición. Es frecuente la figura del Buen Pastor y del cordero que suele asociarse a la del alma del cristiano. También aparecen personajes psicopompos acompañando el alma del difunto.

La imagen del Sol y del fuego, asimilada por el Cristianismo a Cristo y al cordero, procede de los Vedas. La antigua Trinidad védica del Sol (Savistri) el Padre celestial; del fuego (Agni), hijo y encarnación del sol, y del Espíritu (Vayu), el soplo, ha sido adoptada también como dogma fundamental por el Cristianismo. El ritual o ceremonial católico de resurrección del fuego oficiado el Sábado santo también presenta reminiscencias de ritos védicos.

El faro, foco de luz, que aparece en el cartel de Cartagena pudiera asimilarse al fuego como luz que nos ilumina a través de la negrura del mar. «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida», (Juan 8, 12- 20). De manera que si al cartel cartagenero aunque raro se le puede encontrar una inspiración tradicional, el de Sevilla parece una provocación.

¿Hasta cuándo abusarás, Catilina, de nuestra paciencia? ¿Hasta cuándo esta locura tuya seguirá riéndose de nosotros? ¿Cuándo acabará esta desenfrenada osadía tuya?

Pues no se sabe, Cicerón ni está ni se le espera y Catilina está desatado haciendo de las suyas.  

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2 COMENTARIOS

  1. Nada es casual en estos tiempos de plandemias, inclusiones, timos cambios climaticos y apologias trans, las tradicciones tambien estan siendo atacadas como parte adoptrinadora de sus agendas 20/30, cuando por su naturaleza y raices las tradicciones como la semana santa en Sevilla tienen y tendran una fuerte resistencia no se atreven a atacarlas de manera frontal y recurren al «arte» de manera sivilina creando imagenes que no representan la naturaleza del evento si no el prototipo transgenero asexual que abandera el globalismo adoptrinador, la realidad se impone, una imagen deberia representar lo mas fiel posible al personaje del via crucis con abalorios, fisico y costubres de la epoca y no por el contrario un ser anodino, depilado y de rasgos afeminados, esto no se corresponde con la realidad del personaje, epoca y situacion de reo, obviamente le falta musculatura, bellos, sudor, sangre, rasgos duros para ser mas fiel a la realidad, por lo tanto este cartel no es arte, mas bien volviendo a la intencionalidad es un insulto a la tradiccion y a la inteligencia humana que en realidad es lo que pretende

    • Que pinte a Mahoma de maricón y lo haga frente a una mezquita a ver que le hacen los moderados musulmanes eso los moderados los no moderados…
      Es que ya esta bien de tanta provocación al final se va a liar pero va a ser por hartazgo una mecha que se prenda y boom.

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