Sin ser psicólogos, ni nada parecido, ayer observamos varios detalles en la forma de comportarse de Pedro Sánchez que nos dejan claras señales de que está al borde del colapso mental. No debe ser nada fácil para un vanidoso, que solo se relaciona directamente con pelotas aduladores, encontrarse con un rechazo tan grande como el que tiene entre la mayor parte de la sociedad española. Este hombre parece estar al borde del colapso mental, porque una cosa es lo que quiera mostrar cara a la galería, pero otra muy distinta es lo que tiene que estar rondando por su cabeza.
En la primera jornada del debate de investidura, la cosa parecía estar muy clara para su cohorte de aduladores socialistas: cada vez que el líder haga un gesto, aplausos y vítores hasta destrozar las manos y las gargantas. Y así fue desde el momento de su llegada a su escaño: atronadora, interminable e injustificada ovación para animar su desasosegada mente.
Y de esta misma forma transcurrieron las interminables horas de autoayuda que Sánchez practicaba cada vez que se subía a la tribuna. Mirada hacia la presidente de la Cámara, mirada hacia la bancada socialista y aplausos de los calientaescaños.
Pero es imposible mantener la artificial cordura durante tanto tiempo de exposición pública sin mostrar algún rasgo de su actual estado mental. No es posible disimular durante tanto tiempo una tranquilidad impostada y un control, que no es real.
Por eso se producen situaciones puntuales que resultan tremendamente extrañas para la gente normal. ¿Qué es lo que se ha dicho siempre de alguien que se ríe de sus propios chistes, de sus propias gracias? Pues imaginen qué pensarían de ese «alguien» si, además de reírse de sus propios chistes, lo hiciera con carcajadas nerviosas y descontroladas.
Teniendo claro que Sánchez es un personaje ambicioso, mentiroso, sin escrúpulos y vanidoso, estamos seguros que no está actuando como realmente le gustaría actuar. Aunque pretenda hacer ver lo contrario, su posición no es cómoda y tiene que haber alguien, no sabemos quién, que le esté teledirigiendo para hacer lo que está haciendo.
Imaginen su situación personal, estamos seguros que en estos momentos tiene que tener los «riñones» muy bien cubiertos, como para no tener la necesidad de desgastarse de esta forma para seguir siendo presidente del Gobierno. Y aunque le sobre ambición y ansias de poder, lo que más le tiene que gustar es vivir bien, sin dar «palo al agua».
¿Mantenerse en el poder para protegerse judicialmente por lo que pueda pasar en un futuro? Podría ser, pero el sistema no va a permitir que se le toque un pelo a nivel judicial aunque deje de ser presidente porque podrían salir a la luz muchas cosas del propio sistema.
Está obligado a seguir interpretando un papel y tendrá que hacerlo hasta que le manden. La cara es el espejo del alma y hay ciertos gestos que le delatan. Viendo tantas horas de debate, como vimos ayer, creemos, sinceramente, que el tipo está a punto de desmoronarse. No lo hará en público, pero nos podemos imaginar como serán esas noches a solas con su cabeza.
Está poseído. Ha vendido su alma al diablo
Es la sonrisa de un ciborg,me recuerda a Sunak que también parece un androide.