sábado, julio 27, 2024
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Del periodismo como «ismo»

Artículo de Alfonso de la Vega

Los “ismos” definen épocas. También las “retrovanguardias”.

Está por narrar hasta ahora el encuentro entre Apollinaire y nuestro gran Valle Inclán como corresponsales de guerra. Para Gómez de la Serna hablando de ismos no cabe más remedio que empezar con el ilustre italiano de origen polaco que se puso una pajarita en el cuello para hablar mejor a un gramófono. Uno hijo de un cardenal romano amigo o medio pariente del Marqués de Bradomín, el otro, tremendo corresponsal de visiones estelares de momentos de guerra desde La Media noche a En la Luz del día. A Apollinaire le hirieron con un cascote de obús en la cabeza mientras leía un ejemplar de Mercure de France durante un descanso en la trinchera. “Pensé que no me habían dado e iba a proseguir mi lectura cuando la sangre empezó a caer sobre la revista”. “Tus senos son los únicos obuses que yo amo”. Valle quedó manco en otro acto heroico pero no durante la guerra carlista sino gracias a una más prosaica reyerta literaria en la que las palabras las cargaba el diablo. El mismo que sostiene los hilos que nos mueven, según Baudelaire.

Apollinaire herido

En sus intentos por decodificar el arte Valle nos hace brillar la luz inextinguible de La Lámpara maravillosa: «Dios es la eterna quietud, y la belleza suprema está en Dios. Satán es el estéril que borra eternamente sus huellas sobre el camino del Tiempo

Para otros autores lo que sucede no es sino puro dadaísmo. Sin embargo para su promotor, Tristán Tzara, en realidad el término «dadá» no significa nada. Abolición de la memoria: «dadá». Abolición de la Arqueología: «dadá». Abolición del futuro: «dadá». Libertad. «dadá, dadá, dadá.» «Si la ausencia de sistema es todavía un sistema es por lo menos el más simpático».

La irracionalidad es un arma diabólica. El ilogismo o el anti-intelectualismo son características propias de la literatura o el arte cubista. Existe un rechazo de la lógica. De la gramática. A la frase bien construida propia del discurso de la conciencia, de lo racional, se añade o es suplantada por el sentimiento, lo emocional, la subconciencia. Es decir, el sentir antes que el comprender. Si se suprime el orden, la continuidad cronológica, la comprensión se resiente. De ahí también la incoherencia o la discontinuidad del discurso ávido de explotar nuevas emociones.

En consecuencia, cabe afirmar que el periodismo moderno habitual puede considerarse una modalidad o adaptación del cubismo de las viejas vanguardias de hace más de un siglo. Lo comprobamos una y otra vez, sea con ocasión de la guerra en Ucrania, o la crisis de Gaza o con casi cualquier otro momento.

Bombardeo en Gaza

El periodismo cubista mercenario de los grandes medios de la plutocracia a cuyo servicio está construye relatos fabulosos de buenos y malos, mueve emociones desterrando los análisis. Por ello elude el estudio cronológico, la concatenación de causas y concausas que explican los sucesos.  El discurso comienza cuando conviene, la noticia huérfana, monda y lironda cuando no bien guisada al gusto que interese. Pero, confundidos senos con obuses al final la sangre cae sobre la revista.

Vivimos el apogeo de la mohatra, del fraude, de lo falso, de la demagogia. Se ocultan los datos que no interesan, se impide el análisis racional de lo que ocurre. Se alaba o se condena el crimen según quien lo perpetre. Todo se tergiversa si no le conviene al tinglado.

Llega un momento en el que es difícil comprender lo que pasa porque para lograrlo es preciso empezar casi de cero, comprobando y revisando desde lo más básico o elemental, buscando antecedentes históricos para intentar formarse una opinión documentada y razonable incluso de las razones ocultas de la aparente sinrazón. El famoso ¿a quién beneficia?

El cinismo es “la desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables”. El fanatismo es una lacra, constituye un extravío moral e intelectual que nubla mentes y corazones y supone una rémora para el progreso y bienestar de individuos y naciones.

A juzgar por su escasa repercusión mediática la crisis humanitaria de Nagorno Karabaj  asolada por Azerbaiyán parece que no cuenta. La terrible crisis humanitaria de Gaza sería otro de los últimos y relevantes ejemplos. Con la complicidad de la mayoría de los media occidentales en manos sionistas, el Estado de Israel está impunemente destruyendo casas, bombardeando hospitales e iglesias y provocando una limpieza étnica como respuesta al más que sospechoso ataque terrorista de Hamas, una agrupación promovida en su momento por el propio Israel, que según dicen los palestinos no los representa, y, desde luego, digna de toda sospecha.  Y un ataque que había sido anunciado sin que las autoridades armadas hasta los dientes se molestasen en hacer nada para impedirlo o neutralizarlo al momento.

Una y otra vez aparece el axioma de que la propia dialéctica del sistema requiere de adversarios reales o inventados que le permita encubrir o enmascarar quien monopoliza el poder absoluto y quien representa la verdadera amenaza para la humanidad. Pero lo inmediato, la sensación del horror, la emoción desatada, el miedo, limitan la capacidad de comprender. Este es uno de los mecanismos psicológicos de las falsas banderas, en las que el Imperio gringo y el Estado sionista de Israel han demostrado ser especialistas consumados. Auténticos cubistas de ejercicio, maldito sea su arte aunque ya no estén ni Apollinaire ni Valle para explicarlo.  Y no, no son senos, son obuses.

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2 COMENTARIOS

  1. Los periodistas son las putas del poder más claro el agua.
    Menuda panda de hijos de puta, vendidos, rastreros y sinverguenzas.
    Va a acabar muy mal la cosa.

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