Una de las consecuencias fundamentales de cumplir años es, además del envejecimiento, el proceso de aprendizaje por el que cada vez más gente parece no pasar nunca. No se sabe si por influencia de medios, de políticos, o de pura vagancia, parece que los años le sirven de poco a muchos.
E imaginen si eso influye en el resto de la gente cuando sucede en personas anónimas, como lo hará cuando el «afectado» tiene responsabilidades políticas. Ese es el caso de Irene Montero, llegó donde ha llegado por enchufismo y por ser «mujer de», cuando no estaba preparada ni para salir a hacer la compra ella sola.
Entonces mete la pata en el desarrollo de su trabajo y te cuenta que es por culpa de los demás, sin ningún tipo de rubor. «Oiga, que ha metido la pata». Y llega la tipa y nos cuenta que son los otros los que han metido la pata porque son «no sé qué», o «porque no la han entendido».
Y como su infantilidad llega a extremos preocupantes hace todo eso, además, en público rodeada de gente que, encima, le aplaude, demostrando que no están mucho mejor que ella.
El problema de esos aplausos es que encima le hacen crecerse y creer que tiene razón. Mientras tanto, cada vez son más mujeres las que sufren la ineptitud de una infantil que dice estar ahí para protegerlas.
Irene «la loca»,y su Felipe «el hermoso» la rata iglesias…
¡Jajajajaja!!!