En la política española tenemos muchos farsantes a los que se ha intentado blanquear con el paso de los años. Felipe González, Alfonso Guerra o Josep Borrell son algunos de ellos. En el caso de Borrell, incluso la propia y supuesta sociedad civil intentó hacerlo con aquella famosa manifestación del 8 de octubre, posterior al golpe de estado de Cataluña, en la que al tipo se le colocó para leer el manifiesto, demostrando quiénes eran los organizadores de aquel esperpento.
Ahora, ese masón y siervo de Soros, es el Ministro de Asuntos Exteriores de la Comisión Europea, el premio obtenido por ser un servil y un auténtico impresentable. Como ya sabrán todos ustedes, el espejo en el que intenta mirarse esa Comisión, que dirige Úrsula von der Brujen, es China y hacia ese camino vamos, de la mano de la propia Brujen y del propio Borrell.
Y por si no hubiera habido pruebas suficientes que demostraran la calaña de estos personajes, aquí tienen lo que hizo Borrell en el Parlamento Europeo cuando Hermann Tertsch le estaba poniendo «las peras al cuarto» por su sintonía con los regímenes dictatoriales y comunistas.
Ahora que vuelvan a llevar a este personajes a leer manifiestos, como si tuviera algo de lo que presumir. Como buen miembro del PSOE que es, no es más que un traidor, un auténtico vividor y uno de los siervos más importantes del agendismo.