No nos cansaremos de repetir que, más que los políticos, el principal problema de España somos los propios españoles, una sociedad que cada vez es más lamentable y que carece de principios, de valores y, sobre todo, de valentía.
Un nuevo ejemplo, y ya son incontables, se ha producido con las recientes elecciones generales. El hecho de que haya habido un pucherazo más que evidente y que aquí no pase nada, demuestra que a la inmensa mayoría de los que nos rodean solo le importa lo que les «ordenen» las televisiones y solo se movilizarán por el Rubiales de turno, o por la última chorrada que se le ocurra al sistema para mantenernos ocupados.
Pero ustedes imaginen que no hubiera habido pucherazo. Ya sabemos que con Sánchez en el gobierno esa posibilidad es inexistente, pero vamos a imaginar, por un momento, que no lo hubiera habido.
Con eso también podríamos comprobar otro de los grandes problemas que sufrimos en España: el de los sorbesopas, el de los vividores, el de los pelotas, el de los descerebrados, el de las amebas.
En alguno de esos puntos se encuadraría un tipo como el exministro socialista Belloch, quien reconoce que Sánchez no le gusta, que es el peor presidente de la historia, pero que él le vota. Y como este hay muchos, muchos más de los que pudiera parecer.