sábado, noviembre 23, 2024
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El pelele y la piñata

Artículo de Alfonso de la Vega

Una tradición muy nuestra es la del pelele, disponible para ser manteado. Y otra no solo propia de los Carnavales, es la del apaleo de un personaje maléfico al que se supone responsable de nuestros males. Tal personaje de carácter maligno o diabólico tiene varias caras y nombres pero siempre causa desgracias. A veces el pelele representa al cornudo que luego de la ofensa encima ha de ser apaleado. En Méjico es costumbre tradicional la piñata. Pero, ¿Qué es la piñata y cuáles sus significados?

En su origen es una vasija de barro, llena de dulces, que en el baile de máscaras del primer domingo de Cuaresma suele colgarse del techo para que algunos de los concurrentes, con los ojos vendados, procuren romperla de un palo o bastonazo, y, por extensión, la que se pone en una fiesta familiar, de cumpleaños o infantil.

La forma actual de las piñatas surgió en el siglo XVI en Méjico, cuando los frailes comenzaron a celebrar las “misas de aguinaldo” o “posadas” durante los días previos a la Navidad. En ellas se usaba la piñata como alegoría para evangelizar a los pobladores de la región.

Los siete picos simbolizan los pecados capitales y debían ser destruidos con los ojos vendados (haciendo alusión a que la fe es ciega), con la ayuda de un palo que demuestra la virtud terminando con las tentaciones.

En la Nicaragua del coleguilla y correligionario dictador Ortega piñata significa apropiarse de bienes públicos o privados. También muy de aplicación al caso.

La manifestación de la pasada nochevieja en Ferraz ha sumado a esta colección de malhechores la figura del falsario valido de Su Majestad.  Otra figura a hacer objeto de la magia simpática tradicional.

Al déspota no le ha sentado nada bien tan clara alusión a sus pecados capitales y ha ordenado a su esbirro el jefe de los hombres de estaca que reprima a los súbditos descontentadizos y contestatarios que no comprenden los sacrificados desvelos del césar supremo para hacernos felices al traicionarnos, humillarnos y arruinarnos, siempre por bien nuestro.

Y además “barato, barato”, como diría su amigo el moro vendedor de alfombras voladoras.  Va de retro el sabio viejo temor liberal al déficit y con el falsario están encantadas las gentes a las que favorece con su feliz gobernación: vagos, parásitos, monopolistas, agiotistas, agendistas, prestamistas y usureros. Si comparamos la deuda en España en el tercer trimestre de 2023 con la del mismo trimestre de 2022 la deuda anual se ha incrementado en 72.553 millones de euros. Se ignora el paradero de decenas de miles de millones de euros tapabocas comisionistas de la UE pero la tenebrosa bruja Úrsula confirma las peores expectativas, pues acaba de felicitar al falsario por su encomiable labor de devastación.

Hemos visto que la piñata tiene un simbolismo metafísico de lucha contra el Mal, pero al socialismo azul, colaborador del rojo, y sus huestes mediáticas mohatreras según manifiestan tampoco le ha sentado muy bien lo de la piñata de Ferraz y se solidariza con el déspota. Incluso el penoso alcalde demediado y embustero que disfruta Madrid hace todo lo posible por sabotear a los manifestantes en su ayuda o socorro. En el reino del “todo vale”, pues resulta que “todo vale pero depende”.

Sí. Sobra estupidez y falta coherencia en el reino filipino. Un poco de Lógica clásica nunca debiera venir mal: si se puede lo más, se ha de poder lo menos. Si se puede quemar impunemente la bandera, o la efigie de Su Majestad, jefe de Estado y representante de la soberanía, puesta cabeza abajo, no se entiende por qué no hacerlo con una figura de tercer o cuarto orden aunque de grandes méritos como la del doctor falsario.

Claro que hoy la bandera puede ser objeto de toda clase de injurias y no pasa nada. Y lo de las habituales humillaciones a Su Majestad merecería comentario aparte, pero sirva un mal se queja quien se deja.

De modo que debiera ser motivo de orgullo y satisfacción para el interesado y sus secuaces de ambos socialismos el que en el imaginario popular figure ya junto a las representaciones simbólicas señaladas. Todo un reconocimiento de los trabajos prestados en bien de la Patria y de la pertinaz Monarquía ahora menguante.

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