Por Alfonso de la Vega
Una de las cuestiones demenciales que más llama la atención en el calamitoso reino de España durante el penoso reinado filipino es el paroxismo de la vocación sectaria con consecuencias morales, intelectuales, políticas, económicas y sociales. No solo la envidia igualitaria que es el conocido cemento vicioso de unión de la izquierda sino que domina la bochornosa subordinación, el monstruoso halago y peloteo al jefe en muchas instituciones borbónicas o empresariales.
Lo que ocurre durante este desgraciado reinado bien podría calificarse del síndrome de la Guayana o del Doctor Jones donde los sectarios se suicidaron siguiendo a su jefe, sea éste Borbón, Sánchez o Feijoo, atendiendo a los varios gustos particulares del populacho o corralito de forofos respetivo.
Para los jóvenes o los que no conozcan los tristes hechos de la secta del doctor Jones cabe recordar que James Jones fue un predicador, líder de secta y genocida norteamericano. Fundador y líder de la terrible secta Templo del Pueblo, famosa por el suicidio colectivo perpetrado el 18 de noviembre de 1978 por parte de 917 de sus miembros en Jonestown en la Guayana. Y por el asesinato de cinco personas en un campo de aviación cercano, entre ellas un congresista estadounidense. El gurú sostenía que «la muerte solo era el tránsito a otro nivel» y «esto no es un suicidio, sino un acto revolucionario». La mayoría de sus seguidores se envenenaron con cianuro. El cadáver de Jones con un tiro en la cabeza fue encontrado junto con los nueve centenares de cuerpos hallados en Guayana.
Más allá de los detalles macabros lo esencial en este caso sería la capacidad estupefaciente del líder para provocar actos tan perjudiciales para sus propios seguidores previamente infectados de fanatismo. Pero lo estamos viendo también de algún modo en la situación actual del reino de España. La situación actual del PSOE desde el punto de vista del código penal es difícil y si funcionaran las instituciones estaría en peligro incluso su permanencia. El desastre electoral en un territorio tan favorable como Extremadura ha sido causado en gran parte por el nepotismo caprichoso sectario del gran jefe. Pero en la actual secta socialista nadie se atreve a protestar al tirano y parecen dispuestos a sacrificarse junto a su líder en un suicidio colectivo.

Algo parecido cabría decir del PP el presunto partido de la presunta oposición bajo el desastroso liderazgo de Feijoo, un nacionalista gallego al que España y su cultura le vienen demasiado grandes. Pese a que todo va tan desastrosamente mal en la política gubernamental que es difícil no sacar partido de tal situación y seguir atascados o en retroceso en la s encuestas. Pero tampoco nadie se rebela para intentar reconducir la situación.
Aunque los cortesanos alabanciosos más sectarios aplauden o disimulan las continuas meteduras de pata de Su Majestad curiosamente son el mismo don Juan Carlos o bien el que fuera jefe de la casa real, Alfonsín, quienes se atreven a llamar la atención en público sobre tanto disparate que lleva un suicidio de la crecientemente desacreditada Institución.
Aunque los cortesanos alabanciosos más sectarios aplauden o disimulan las continuas meteduras de pata de Su Majestad curiosamente su propio padre, el desterrado Juan Carlos I, se atreve a llamar la atención en público sobre tanto disparate que lleva al suicidio de la crecientemente desacreditada Institución. Sin embargo, empieza a haber excepciones entre los monárquicos más lúcidos o patriotas. En su reciente discurso en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas el que fuera jefe de la Casa Real, Jaime Alfonsín, aseveró delante del propio don Felipe que la constitución se incumple de manera reiterada y sistemática bajo su reinado, lo que pone en evidencia el mal desempeño de Su Majestad de sus obligaciones como garante constitucional. Y tras alertar del futuro de la Monarquía también propugnó una reforma para recuperar lo recuperable.
Tal como se están poniendo las cosas incluso cabría especular con una posible jugada maestra de nuestro doctor Jones de la Moncloa dispuesto a jugársela a muerte antes de abandonar el poder si su situación terminase deviniendo en desesperada. Tal pudiera ser derribar el tenderete borbónico mediante referendo de cambio de régimen o situación de emergencia nacional gravísima provocada a su mayor beneficio.

Ahora bien el amigo lector me reprochará, no sin razón, que centre las críticas solo en España cuando la situación en Europa no es mucho mejor. La UE ha degenerado en un canallesco Cuarto Reich con la tenebrosa y diabólica Von Leyen como despótica fhüresa junto al resto de gerifaltes comisionistas de la secta que están llevando a la pobre Europa de los pueblos al desastre más absoluto y generalizado. Un autentico suicidio colectivo sin que aún apenas nadie se atreva a protestar o a desobedecer las consignas e intentar ponerse a salvo. Si bien el peor y más depravado de todos probablemente sea Zelensky empeñado en suicidar a la fuerza a su pobre pueblo hasta que no quede nada que saquear.

