El mundo de las artes escénicas españolas despide con profundo pesar a Adolfo Fernández, actor, director y productor teatral que ha fallecido este viernes, 12 de diciembre de 2025, a los 67 años. Nacido en Sevilla en 1958 y criado en Bilbao desde los cuatro años, Fernández exhaló su último aliento en su domicilio de Perales de Tajuña (Madrid), víctima de un cáncer que lo había mantenido alejado de los escenarios en sus últimos meses. Su partida, confirmada por la Academia de Cine —de la que era miembro—, deja un vacío en el teatro contemporáneo, su gran pasión, y en el cine y la televisión, donde su voz grave y su presencia imponente se convirtieron en sello indiscutible.
Fernández no era solo un secundario de lujo; era un artista comprometido, con una carrera que abarcaba más de cuatro décadas. En televisión, brilló en series icónicas como Policías, en el corazón de la calle, donde encarnó a personajes duros y complejos, o Águila Roja, interpretando al maestro Agustín, un rol que lo acercó al gran público. También participó en Amar es para siempre, Machos Alfa y El Ministerio del Tiempo, siempre aportando esa intensidad que lo hacía inolvidable. En el cine, colaboró en films como Entre las piernas (1999), dirigida por Manuel Gómez Pereira, Yoyes (2000) de Helena Taberna, Todo es silencio (2012) de José Luis Cuerda y su último trabajo, Ebro, de la cuna a la batalla (2016). Su timbre vocal, inconfundible, narró incluso el podcast Las dos muertes de Javier Ardines en 2021, demostrando su versatilidad más allá de la imagen.
Sin embargo, el teatro fue su verdadero hogar. Fundador de la Escuela de Teatro de Sestao en los años 80, dirigió montajes como Martes de Carnaval con Mario Gas y participó en obras como Testigo de Cargo, Vida y muerte de Pier Paolo Pasolini o A Electra le sienta bien el luto. En 2018, cosechó un Premio Max por la adaptación de En la orilla, basada en la novela de Rafael Chirbes, junto a Ángel Solo, un galardón que premió su rigor y sensibilidad social. En 2002, creó K Producciones, enfocada en proyectos políticos y comprometidos, y extendió su labor a talleres en cárceles, siempre desde el anonimato, respaldando causas justas.
La causa de su muerte, un cáncer diagnosticado años atrás —posiblemente en la boca, que le obligó a reaprender a hablar tras una cirugía que le extirpó parte de la lengua—, lo alejó progresivamente de su «verdadera pasión». En sus últimos meses, aún actuó en Testigo de Cargo en el Teatro Arriaga de Bilbao.
Adolfo Fernández no solo interpretaba; vivía el arte con una generosidad que inspiró a generaciones. Su voz resonará eternamente en la memoria colectiva, recordándonos que el compromiso transforma la ficción en verdad. Descansa en paz, maestro.