jueves, noviembre 13, 2025
InicioOpiniónColaboradoresLa alianza liberal-comunista

La alianza liberal-comunista

Supongo que nadie me discutirá que, en este mundo hay, al menos, dos clases de personas: Las que tienen y las que no tienen. Las que tienen son conscientes, obviamente, de que pueden perder, en caso de que se tomen decisiones políticas desafortunadas. Las que no tienen suelen ser mucho más frívolas, políticamente hablando.

Es por eso que las constituciones liberales del siglo XIX (también la “Pepa”, tan aclamada por los comunistas pese a incluir el catolicismo como única religión estatal y verdadera) establecían alguna forma de voto censitario. Así, el art. 25 de la citada, advertía que los derechos de ciudadanía se suspenden “por no tener empleo, oficio o modo de vivir conocido”. Ni qué decir que eso hubiera impedido que muchos podemitas se postularan y que algunos de ellos, como Irene Montero, ocuparan una poltrona ministerial. Los padres de aquella constitución acordaron restringir los derechos de ciudadanía (y por tanto, el derecho a votar y ser votado) convencidos de que, si deciden solo los que tienen algo que perder, las decisiones serán más prudentes (Por eso, los que así pensaban, fueron llamados “conservadores”).

Pero en el siglo XX se produjeron tres fenómenos que cambiaron el “status quo” liberal: El primero fue la vertiginosa industrialización, que supuso el desarraigo de millones de personas, que vendieron sus propiedades rurales para iniciar una vida urbanita. Al mismo tiempo, se extendió la posibilidad de que “todo el mundo” pudiera ocupar cargos públicos. Los estadounidenses, con su OTAN, fueron los adalides de tal cambio, imponiendo su idea de “democracia popular” incluso con la fuerza. ¿Quién no recuerda lo que hicieron con Gadafi y lo que siguen haciendo con Libia? (Por poner un ejemplo).

Dicho “voto universal” introducido por demócratas no liberales (socialdemócratas) facilita que aún hoy sigan “ganando” todas las votaciones aquellos que no tienen nada que perder (Es por eso que el PP ha acabado siendo tan socialdemócrata como el PSOE). El tercer fenómeno fue la universalización de los “medios de comunicación de masas”, que no deben confundirse con “medios de información” pues lo que se informa es siempre verdad y lo que se comunica pueden ser simplemente mentiras.

El caso es que. una masa desarraigada, convenientemente dirigida por los medios de comunicación de masas, votará, irreflexivamente, aquello que propongan sus líderes mediáticos, creyendo que no tienen nada que perder. Esa falsa percepción ha permitido la aprobación de más y más leyes que han ido “erosionando” la clase media hasta hacerla casi desaparecer (Falsa porque, aunque no puedas perder ningún objeto de valor, porque no tienes, sí puedes perder la salud, por ejemplo).

Así se explica que, en la actualidad. los más grandes capitalistas apoyen el comunismo y no el capitalismo entendido desde la óptica liberal. Aquel capitalismo (que podemos llamar clásico) dependía de la clase media mientras que el capitalismo actual (que podemos llamar neo-liberal) se apoya en una masa desarraigada que cree que no tiene nada que perder. Es por eso que hoy confluyen capitalismo y comunismo. Es por eso que grandes financieros como Soros, subvencionan descaradamente una agenda comunista. El comunismo necesita una masa depauperada, embrutecida, atemorizada, inconsciente, para perpetuarse. ¿Y qué necesita el consumismo neo-liberal? ¡Exactamente lo mismo!

Colocar a la masa en el umbral de la miseria y hacerla depender de subvenciones es el “truco perfecto” de la Alianza Liberal-Comunista. ¿Es concebible que los subvencionados se amotinen contra los subvencionadores? Así, todos los que dependen de una paga del sistema se convierten, automáticamente, en defensores del mismo sistema que los convirtió en miserables.

La agenda que han confeccionado los liberales-comunistas prevé que, para el año 2030, nadie tenga nada. Ellos lo venden, desde sus medios de comunicación de masas, como la feliz consecución del tan ansiado ideal de igualdad del género humano, que ya promovía Jesús de Nazareth.

Cuando los comunistas quieren “caer bien” (es decir, cuando sienten la necesidad de “lavar su imagen”) no dudan en proclamar, a los cuatro vientos, que Jesús quería lo mismo que ellos, pero omiten deliberamente, que la igualdad que predicaba Jesús no contemplaba excepciones. Cristianos y comunistas podrían estar de acuerdo si estos no exceptuaran a nadie, en su “No tendrás nada y serás feliz”, pues eso significaría que todo vuelve a ser de todos, como era en un principio (como quería Jesús). Pero el caso es que eso supondría el fin del poder del dinero, el fin del poderío de supremacistas económicos como Soros, Gates, Rothschild, Felipe VI. ¿Puede ser que entre eso en sus planes?

Si te gusta leer artículos como éste y quieres apoyarme, para que pueda seguir escribiendo en libertad, compra mi nuevo libro AQUÍ.

También puedes apoyarnos escuchando nuestra música AQUÍ.

Artículo relacionados

Entradas recientes