No estás tú para cambiar el mundo. Está el mundo para cambiarte a ti. El mundo es un escenario en el que se suceden escenas, actos, en los que entran y salen un sinfín de personajes. Unos con papeles largos, otros con papeles cortos, otros sin ni siquiera una frase.
¿Es igual el primer beso que el último? Por supuesto que no, porque cada uno te fue “marcando”, te fue cambiando, poco a poco, casi imperceptiblemente (O sin casi). Cada acto que actuaste te fue cambiando. ¿Qué eres hoy sino la suma de tus buenos y malos actos? (De tus acciones desinteresadas e interesadas).
Es pues, evidente, que el mundo está para cambiarnos; como también lo es que no nos cambia a todos de igual manera. Si le dieras el mismo guion a diversos personajes. ¿Qué sería de la diversidad? ¿Qué sería del teatro del mundo? Hay personajes que se empeñan en no hacer cosa mala (en actuar bien) mientras que otros se empeñan en no hacer cosa buena. Y entre unos y otros, la mayoría se esfuerza por mantener un equilibrio imposible, sin interés en ser ángeles ni demonios, sin pretender ir al cielo ni tampoco al infierno. ¡Si acaso al limbo!
Pongamos por ejemplo a una mujer que queda embarazada. El estado tecnológico del mundo le permite elegir entre experimentar los actos propios de la maternidad o abortar dicha experiencia. Sin duda, la experiencia de la maternidad (y paternidad) es de las más indicadas para sumar actos positivos (Desinteresados) pero eso no impide que otros personajes lo vean como algo que desorganizaría mucho su vida y prefieran “quedarse como están” (En el limbo).
Pero hay quien tiene presente que cada acto desinteresado es un acto de amor como cada acto de amor es un acto desinteresado. ¿Cuántos actos desinteresados tienen oportunidad de hacer los padres y las madres? ¿Cuántos padres serían capaces de dar la vida por sus hijos? ¿No es dar la vida el acto más desinteresado que se puede concebir? ¿Cuánto amor hay que sentir para hacer algo así?
La verdad es que el mundo te va cambiando, presentándote nuevos personajes, nuevos actos, creando nuevas escenas, de acuerdo con tus elecciones, con tus intereses. Hay personajes interesados en sentir amor y eligen consecuentemente. Los del limbo prefieren quedarse como están, sentados delante de la tele, contemplando escenas artificiales, empeñados en mantener un equilibrio imposible entre comodidad y aburrimiento, entreteniéndose con los diferentes métodos tecnológicos con los que el mundo le promete que su último beso sabrá como el primero.
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