jueves, noviembre 6, 2025
InicioOpiniónLa Marcha Verde: 50 años de traiciones encadenadas al pueblo saharaui

La Marcha Verde: 50 años de traiciones encadenadas al pueblo saharaui

Hoy, 6 de noviembre de 2025, se cumplen exactamente 50 años de la Marcha Verde, esa farsa cínica orquestada por el rey Hasán II para apoderarse del Sáhara Occidental bajo el pretexto de una «manifestación pacífica». Lo que Rabat ensalza como gesta patriótica no fue más que una invasión encubierta con escudos humanos: 350.000 civiles marroquíes, muchos reclutados a la fuerza, portando coranes y banderas verdes, escoltados en la sombra por 25.000 soldados armados, cruzaron la frontera para expulsar a España de su provincia número 53. Para los saharauis, no fue una «marcha verde», sino una «marcha negra»: el comienzo de medio siglo de ocupación salvaje, represión brutal, exilio masivo y saqueo descarado de recursos.

Esta operación no surgió de la nada. Documentos desclasificados de la CIA revelaron que fue una maniobra bendecida por Estados Unidos, ideada por el secretario de Estado Henry Kissinger para presionar a España. Washington temía que el territorio, rico en fosfatos y pesca, cayera en manos independentistas respaldadas por Argelia o influencias soviéticas. La CIA monitoreó cada movimiento, y Kissinger dio luz verde a la invasión disfrazada para fortalecer a su aliado marroquí y, de paso, estabilizar la sucesión en España.

Mientras Franco agonizaba conectado a máquinas, el gobierno de Carlos Arias Navarro decidió negociar a sus espaldas. El entonces príncipe Juan Carlos de Borbón, actuando como jefe de Estado interino, fue el gran traidor en la sombra. Archivos de la CIA desclasificados en 2019 muestran que mantuvo contactos secretos con Hasán II, mediados por Kissinger. El 2 de noviembre, Juan Carlos visitó El Aaiún para arengar a las tropas prometiendo «defender hasta el último hombre» nuestra provincia –elevada a esa categoría en 1958, con DNI español para sus habitantes, matrículas «SH», ayuntamientos y representación en las Cortes–, mientras en paralelo pactaba la rendición total. España colocó minas antipersona y preparó planes de guerra como «Marabunta»… para retirarlo todo por orden superior.

El 14 de noviembre, apenas seis días antes de la muerte de Franco, se firmaron los Acuerdos de Madrid: un pacto secreto que entregó la administración (no la soberanía, nunca transferida válidamente) a Marruecos y Mauritania, violando la opinión de la Corte Internacional de Justicia que negaba cualquier lazo territorial marroquí. El resultado: bombardeos con napalm y fósforo blanco sobre civiles saharauis, miles de muertos y 170.000 refugiados en los infernales campos de Tinduf, donde aún malviven. Las consecuencias de esta traición las pagó el pueblo saharaui, con EEUU usando a un príncipe dócil y un Marruecos fortalecido.

Cincuenta años después, Marruecos controla de facto el 80% del territorio, explota ilegalmente sus riquezas, reprime con torturas, desapariciones y violaciones sistemáticas de derechos humanos. La ONU lo mantiene como territorio no autónomo –el último en África pendiente de descolonización–, con un referéndum prometido desde 1991 que nunca llegó.

Pero la traición no quedó en 1975. Se repitió en 2022 con nombre y apellidos: Pedro Sánchez. En marzo de ese año, envió una carta secreta al rey Mohamed VI –filtrada por Rabat, no por Moncloa– en la que calificaba el plan de autonomía marroquí como «la base más seria, realista y creíble». Sin debate en el Consejo de Ministros, sin consultar al Congreso, sin explicaciones mínimamente convincentes, Sánchez abandonó décadas de neutralidad española, rompió el consenso histórico del PSOE –que siempre defendió la autodeterminación saharaui– y traicionó su propio programa electoral.

¿A cambio de qué? Nos lo podemos imaginar. El elefante en la habitación es Pegasus: el software espía desarrollado por la empresa israelí, NSO Group, que infectó el móvil de Sánchez en mayo de 2021, robando gigabytes de datos sensibles. Marruecos, cliente confeso de de esa empresa, desató la crisis migratoria de Ceuta y, presuntamente, chantajeó con información comprometedora para doblegarlo.

El Frente Polisario lo llamó «traición histórica», congeló relaciones con Madrid; Argelia retiró embajadores y congeló el comercio, dejando en evidencia la torpeza presidencial. Sánchez priorizó intereses cortoplacistas – personales, ante rumores de presiones por Pegasus– sobre la legalidad internacional y la deuda con un pueblo abandonado tres veces: por el gobierno cuando Franco agonizaba, por Juan Carlos con la bendición de la CIA, y ahora por un presidente que se arrodilló ante el chantaje marroquí.

La Marcha Verde no fue pacífica: fue el inicio de una agresión que dura 50 años, orquestada por Kissinger, ejecutada por Hasán II y traicionada por Juan Carlos. Sánchez, al entregarle el Sáhara sin explicaciones ni consulta, ha consumado la capitulación definitiva. España no solo perdió una provincia: perdió su dignidad una y otra vez. Mientras Marruecos festeja, los saharauis resisten en el exilio o bajo el yugo. El pueblo saharaui merece justicia.

(Por Lourdes Martino)

EsDiestro
Es Diestro. Opinión en Libertad
Artículo relacionados

Entradas recientes