lunes, agosto 4, 2025
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Muchos prefieren irse voluntariamente antes que vivir en este infierno llamado España

No es un secreto a voces que en España tanto la ansiedad, en sus diversas formas, y la depresión son una verdadera pandemia mental que amenaza a toda la población. Según las recientes cifras del INE hubo más de 3900 suicdios, de los cuales 2900, aproximadamente, son de varones. Si tenemos en cuenta que esta causa de muerte es la segunda por número de víctimas, podemos tener los signos de que algo muy grave ocurre, primero, en la salud mental de los españoles, segundo, que es muy preocupante que una mayoría sean hombres y que las mujeres opten menos por esta forma de acabar con sus vidas ¿Será verdad que el feminismo asesina a sus víctimas?. Algo muy gordo está sucediendo, y no de ahora, sino desde hace mucho tiempo. El desinterés de las autoridades por este asunto, el hecho de que no se haga un análisis serio y en profundidad para averiguar las razones sociales que pueden llevar a un hombre quitarse la vida o que se queden en las hemerotecas del INE como si cualquier cosa sin importancia, como si no hubiera sufrimiento y dolor antes de que una persona decida tomar una decisión así de tajante, desear desaparecer de la sociedad, es una prueba más del desdén de la psicología como ciencia hacia su verdadero propósito, tras haber sido dominada por los lobbies de la psiquiatría y las farmacéuticas, centrada en sus principios profesionales marcados por la agenda 2030. No digamos ya del ministerio de Sanidad, cuya ministra con sólo hablar de la palabra salud mental le entregan arcadas por el olor a cadáveres que encierra, prefiriendo crear chiringuitos para encerrarnos y envenenarnos con inyección si es su santa voluntad de criminal sin reparos. A nadie le interesa porque es el gran negocio de las farmacéuticas, tener a enfermos mentales dependientes de una pastilla de por vida, incluso con falsos diagnósticos de esquizofrenia o de psicosis al menor signo de depresión curable. Parece ser piensa el enfermo mental que todos son de su condición. Buscar salud mental en la seguridad social es hoy encontrar a quien, como no te descuides, te interna.

Y es en el día a día, según veo en los pacientes que he atendido en España, que no han sido poco, he podido llegar a muchas conclusiones interesantes. Para su empezar sus vidas les parecen sencillamente insoportables, no ya porque tengan problemas económicos, que de por sí ya generan el estrés suficiente para conducir a quien prefiera quitarse del medio, sino por la visión que tiene de sus vidas, de sus rutinas, de lo que les espera todos los días, de la falta de estimulación positiva, de la negatividad creciente en una sociedad cuyos miembros han perdido el norte y sólo se limitan a sobrevivir hasta donde el cuerpo les permita, porque no tienen otro recurso. Sus vidas carecen de sentido, viven en un perpetuo estad de inseguridad, lógico ante el estado de indefensión aprendida al que el sistema social conduce a muchas personas, sin una salida clara en el sentido de su felicidad y de sus motivaciones al comprobar, como el resto vive robotizado y sin ver el fascismo sociológico reinante. Basta un poco de sensibilidad, ser un poco despierto, para darse cuenta eres el único que se percata de ese detalle, de que hables lo que hables, se lo cuentes a quién se lo cuentes, no te escucha, pues está tan ensimismado en su día a día que se volvió ciego de mente y espíritu. Peor aún si tus propios familiares se aclimatan a ese infierno insoportable, pero tú no puedes, en cuyo caso aparecen signos progresivos como la rabia, la impotencia por frustración y la sensación de que vas muriendo poco a poco al comprobar que no hay salida posible.

Nadie se mata porque sí, porque hoy se le ocurrió. Es un proceso que se inicia con un cuadro depresivo que va intensificándose primero hasta hacerse insoportable y después te lleva a decidir que ya no aguantas más. Muchos los piensan, no lo hacen, pero otros sí, sobre todo si las circunstancias y las presiones externas se vuelven tan horrendas que es mejor la libertad de la muerte. Pensemos en quien ha perdido su negocio, su economía, a quien no levanta cabeza ni queriendo, a quien ve como los problemas externos en vez de resolverse se van intensificando y obligando al sujeto a responder como individuo, pensemos en quien se encuentra en interminables procesos de divorcio sin poder ver a sus hijos, con unas esposas convertidas en seres abominables que se creen estar empoderadas de soberbia y odio  en el fondo y que odian al varón porque así les han enseñado, pensemos en quien vive en el sufrimiento sin remedio, sin solución alguna, salvo que la salida no sea otra que tragarse todo el mal que lleva dentro para continuar en su proceso autodestructivo.

Las emociones de miedo, de las que derivan aquéllas que pueden conducir a alguien a quitarse la vida, que es lo más preciado, se acumulan vía inconsciente y se reproducen a sí mismas como las bacterias, sobre todo si se deben a traumas que nunca fueron tratados, lo cual suele suceder, pues el ser humanos tiende siempre a querer evitar aquello que le produce dolor y prefiere lo que le aleja de sus verdaderas necesidades emocionales. Al final, convertidas en agentes tóxicos, provocan que el sujeto se vaya enfermando. El problema es que se desconoce el límite de hasta qué punto una persona está rebasando fronteras que ya son peligrosas para sí misma, en el sentido de que cada pensamiento, reacción emotiva es un deseo de hacerse daño y destruirse de una vez porque no sabe cómo poner un límite a la pesadilla de su existencia.

Los casos en los que se llega al suicidio son tan extremos que el sujeto lleva años, muchos de ellos con tratamientos psiquiátricos que han sido completamente inútiles y que en pocos casos han conducido a estos sujetos a pensar que la muerte es la única solución. ¿Hasta qué punto los psiquiatras no son más que perfectos gurús para hacer que se mate más gente? ¿Hasta qué punto este sistema social, con olor a Lucifer, desea que la gente decida desaparecer por inseguridad social si decides matarte, no haciendo falta que ni que te drogues, ni tirarte del cuarto piso, sino pidiéndoselo al generoso estado que en eso sí es raudo?, No olvidemos quiénes son sus anos espirituales.

Con todo lo señado, sobran razones para entender por qué a las autoridades no se le interesa la salud mental de los españoles, pero es motivo más que suficiente para dejar claro cuando la muerte no es un problema, sino que, si se produce forma parte del gran plan, ése que tienen in mente los gobiernan en la sombra jugando con la muerte como una gran fuente de inversión no sólo económica, sino de entrega a Leviatán.

Nada es casualidad, pero el ser humano puede luchar por su felicidad si lo desea, Sólo ha de tener fe en Dios.

 

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