En un cambio de rumbo que ha generado titulares internacionales, el gobierno de Nueva Zelanda ha decidido abandonar la agenda de cero emisiones netas impulsada por la ex primera ministra Jacinda Ardern, al revocar la prohibición de perforación de petróleo y gas establecida en 2018. Esta decisión, anunciada en el presupuesto nacional el pasado 22 de mayo, incluye una inversión de 200 millones de dólares neozelandeses para expandir los yacimientos de gas en alta mar, marcando el fin de una política de Ardern que buscaba posicionar al país como líder en la lucha contra el climacambiático. La medida refleja una reevaluación de las prioridades energéticas del país tras años de dificultades económicas y energéticas derivadas de la transición a fuentes renovables.
Jacinda Ardern, primer ministro Nueva Zelanda entre 2017 y 2023, hizo del climacambiático una prioridad de su gobierno laborista. En 2018, anunció una prohibición sobre nuevas exploraciones de petróleo y gas en alta mar, declarando que “el mundo ha superado los combustibles fósiles”. Esta medida se complementó con la aprobación del Zero Carbon Bill en 2019, que estableció un marco legal para alcanzar emisiones netas cero para 2050, con excepciones para el sector agrícola.
Ardern también declaró una emergencia climática en 2020, comprometiéndose a que el sector público alcanzara la neutralidad de carbono para 2025, respaldado por un fondo de 200 millones de dólares neozelandeses para reemplazar calderas de carbón y adquirir vehículos eléctricos o híbridos. Estas políticas, descritas por Ardern como el “momento libre de armas nucleares” de su generación, en referencia a la histórica legislación antinuclear de 1987, buscaban alinear a Nueva Zelanda con los objetivos del Acuerdo de París de limitar el calentamiento global a 1,5 °C.
Sin embargo, la transición hacia energías renovables no ha cumplido con las expectativas. Durante los últimos tres años, Nueva Zelanda se ha enfrentado un aumento en los precios de la energía, dejando a 110.000 hogares sin capacidad para calentar sus viviendas, según la organización Consumer NZ. Transpower, red nacional eléctrica, advirtió sobre un alto riesgo de apagones debido a la insuficiencia de las fuentes renovables para satisfacer la demanda durante períodos de frío intenso. La producción de gas natural, que representa aproximadamente el 30% de la generación eléctrica del país, cayó en 2024 a su nivel más bajo desde 1983, exacerbando las tensiones en el suministro energético.
El ministro de Recursos, Shane Jones, calificó la prohibición de Ardern como un “desastre”, argumentando que ha generado una “escasez de suministro” que ha afectado a la industria y la manufactura. “No estamos dispuestos a quedarnos de brazos cruzados mientras nuestra economía se deteriora por preocupaciones de seguridad energética”, afirmó Jones, destacando que el gas natural seguirá siendo crítico para garantizar energía asequible y segura durante al menos las próximas dos décadas.
La decisión de revertir la prohibición, que se espera se formalice en una legislación el próximo mes, responde a la necesidad de aliviar la escasez de gas y revitalizar la economía. Nueva Zelanda cuenta con reservas significativas de gas natural en sus fondos marinos, estimadas en miles de millones de metros cúbicos, particularmente en la región de Taranaki, donde la producción comercial comenzó en 1959. La reactivación de la exploración se considera un paso para recuperar empleos y fortalecer sectores clave como la generación eléctrica y el procesamiento de alimentos. John Carnegie, de Energy Resources Aotearoa, señaló que la medida tendrá “amplias implicaciones para el sector industrial y la economía regional”.