En los últimos años, he tenido la oportunidad (el privilegio) de publicar, en este medio, el resultado de mis investigaciones y reflexiones, siempre con absoluta libertad. Con algunos de esos textos he armado un libro, que saldrá a la venta el diecisiete de abril. Mi intención: ofrecer un breve compendio, que pueda servir a quienes lo lean, para conocer, en poco tiempo, lo que a mi me costó tanto descubrir.
Cuando empecé a divulgar, sabía que tendría que renunciar a muchas cosas (Pues nadie contrata a un abogado que escribe sobre amar). Hubo personas que se avergonzaron de mí, incluso en mi propia familia. Me perdieron el respeto cuando menguaron mis ingresos. No les culpo. Los “de abajo” fuimos educados para pensar, sobre todo, en “ganarnos la vida”. Ya me pasó algo parecido hace cuarenta años, cuando quise ser rockero. Entonces le dije a mi madre que quería comprar una guitarra y me contestó: -Mejor aprende a tocar el clarinete y podrás ganar algo en la banda local-.
Tocar un instrumento que sirva para ganar dinero, estudiar una carrera teniendo en cuenta sus salidas y no la vocación, y renunciar al amor de tu vida, llegado el caso, por continuar corriendo. Eso es lo que se considera “normal” en esta sociedad, pero yo quise averiguar si se puede vivir de otra manera, haciendo lo que realmente le gusta a uno; y eso he hecho durante todo este tiempo, escribir sobre el amor a la vida, sobre la libertad, materias éstas en las que conseguido ser “toda una autoridad”. ¿Quién puede jurar que ha dicho, lo que ha querido, en cada momento de cada día, durante cinco años seguidos? ¡Yo puedo!
¿Cuanto más durará mi dicha? ¡Quién sabe! ¿Quién sabe cuánto durará su actual ocupación? A todos nos ha tocado vivir en una época de gran incertidumbre ¿no? ¿Qué sentido tiene pues sacrificarse por un futuro que nadie ve claro? Reflexionar sobre ello fue lo que me llevó a ver el presente como única opción, y esa visión me llevó a hacer, sin demora, todo aquello que tenía intención de hacer en esta vida… Y así es como he podido escribir un libro, libremente, sin tener en cuenta el interés de nadie (tampoco el mío) y sin dejarme coaccionar por nadie (ni siquiera por mí mismo). Ahora sé que ignorar el propio interés es necesario para comprender el interés común y comprender el interés común es necesario para tener algún futuro. Si no lo crees, puedes comprobarlo, a partir del diecisiete de abril.