En una entrevista reciente, Víctor Domínguez, el famoso influenciador conocido en las redes como Wall Street Wolverine, ha lanzado una crítica feroz contra Meta España, cuya directora general es Irene Cano Piquero, acusando a la plataforma de ser «una mafia que vamos a desmantelar».
Domínguez denuncia que la filial española de Meta, que incluye Facebook e Instagram, además de haberle eliminado la cuenta de Facebook hace unos meses, está practicando censura, shadow banning (ocultación silenciosa de contenido) y sabotaje interno, limitando la libertad de expresión de ciertos usuarios y colectivos en sus plataformas, algo que muchos lo venimos sufriendo desde hace unos años. Alguien debería recordar a la señora Irene Cano que su jefe Mark Zuckerberg, CEO de Meta, anunció recientemente una serie de cambios radicales en las políticas de moderación de contenido de la compañía, enfocándose en un mayor compromiso con la libertad de expresión.
En la entrevista no solo se habló de Meta, también se recordaron las prácticas de censura que existían previamente en la antigua Twitter donde, por compartir cosas que ahora se han convertido en completamente normales, te tumbaban la cuenta sin más. Eso antes de su transformación en X bajo la dirección de Elon Musk.
Hemos de recordar las tremendas políticas de moderación de Twitter antes de 2022, cuando la plataforma era propiedad del sin¡estro Jack Dorsey. Bajo su antigua gestión, la plataforma implementó controles estrictos para combatir lo que ellos consideraban «desinformación, discursos de odio y contenido controvertido», especialmente desde el 2020 y todo lo que sucedió a partir de ese año… Estas medidas incluyeron la eliminación de contenido considerado «incendiario o falso» y la suspensión de cuentas de prestigiosos científicos, médicos e investigadores que cuestionaban la narrativa oficial, incluso de figuras políticas como Donald Trump tras las elecciones estadounidenses en 2020.
Pero el caso de Domínguez en Facebook no es un hecho aislado, y su denuncia sobre la censura en esta red social encuentra eco en otros episodios recientes. Apenas unos días antes, el popular canal nostálgico ‘Yo Fui a EGB’, con 1,8 millones de seguidores en Facebook, anunció que su cuenta había sido suspendida permanentemente. Tal y como contamos en este diario, Meta justificó esta decisión alegando un motivo de lo más absurdo: que tres fotos de familias disfrutando de la playa en los años 80 infringían sus normas por «mostrar desnudos o incitar a la v¡olenc¡a». La hipocresía de Meta se agrava al contrastar estos casos con la tolerancia de la plataforma hacia contenido para adultos en ciertos grupos. Testimonios en diversos foros han documentado cómo Meta permite, e incluso promociona, material explícito o controvertido en comunidades específicas, mientras aplica sanciones drásticas a contenido nostálgico o inofensivo.
Hace unos años, la cuenta de ‘Unidad Nacional Española’, con más de un millón de seguidores, fue eliminada de Facebook bajo las políticas de moderación de la plataforma, justificándose en supuestos incumplimientos de sus normas sobre «discurso de odio o contenido extremista».
El caso de Domínguez, junto con las eliminaciones de ‘Yo Fui a EGB’ o ‘Unidad Nacional Española’ pone de relieve un problema estructural: la creciente preocupación por la libertad de expresión en las redes sociales y el poder desmedido de empresas como Meta para decidir qué contenido es aceptable. Mientras Domínguez promete «desmantelar» lo que considera una «mafia» dentro de Meta España, la comunidad digital española exige respuestas claras y transparentes sobre las políticas de moderación, dejando en el aire una pregunta crucial: ¿quién regula a los reguladores de internet?
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