El rey Pirro de Epiro, con su famosa victoria sobre los romanos en el año 279 A.C., en la batalla de Ásculo, logró una victoria que le costó la muerte de miles de sus soldados. El mismo Pirro, al contemplar el campo de batalla, dijo: «Con otra victoria como esta estoy perdido»
Hoy se han celebrado ya las elecciones generales donde se van a elegir a los diputados y senadores que en teoría van a representar a la soberanía del pueblo español en la Cortes. Del resultado de las mismas, es decir de las urnas, no va a salir nada bueno para España. De un sistema electoral que no es representativo, la voluntad de los españoles no va a quedar reflejada en los resultados salidos de estos comicios.
Los diputados son presos de la dictadura de los partidos, y la más mínima muestra de independencia de uno de los elegidos dará al traste con su continuidad en el Senado o en el Congreso de los Diputados. El aparato administrativo de los partidos políticos ahoga el libre albedrío del representante elegido por los ciudadanos y si ya es una entelequia que un elegido por sufragio pueda ser el portavoz de los electores, mayor quimera es pensar que sea libre en sus decisiones, si no quiere morir civilmente en el grupo mixto.
Este sistema, en el cual el voto está condicionado por los medios de comunicación y por el pensamiento oficial, los cuales machacan la mente del elector durante meses antes de emitir el sufragio para dirigirle su opinión a lo políticamente correcto, no es democrático.
Una película o una serie emitida unas semanas antes de las votaciones, dirigida a destruir una ideología concreta, condiciona la voluntad del votante y desvía su verdadera intención hacia lo falso y mendaz. Una campaña de agresiones o escándalos, aunque sean falsos, unos días antes del día de celebración de los comicios, pueden destrozar las expectativas de un candidato y de su partido.
La mentira institucionalizada y el engaño del elegible a los votantes, carecen de trascendencia política y la falacia ya forma parte del teatro electoral, haciendo que nadie crea en las promesas de los candidatos ni en los programas electorales.
La abstención crece por la falta de ilusión, ya que el votante sabe que poner un papelito en la urna, no va a cambiar algo. Los españoles saben que, después del circo, los mismos estarán en sus escaños cobrando unos sueldos increíbles, aderezados de dietas, viajes y comisiones. Mientras el pueblo tiene que ir a trabajar a la misma hora todos los días y cada vez ha de pagar más impuestos, sus barrios se llenan de inmigrantes ilegales la inseguridad de adueña de los barrios obreros y de los pueblos. Sus hijos no pueden encontrar trabajo ni crear una familia y se ven obligados a emigrar de España para buscar un futuro mejor.
Los electores sabemos que se nos ignora durante cuatro años, y que los partidos acuden a nosotros para legitimar su añagaza de hacernos creer que somos importantes para poner papelitos en un terrario del que sólo saldrán reptiles.
Los dos partidos que se turnan en el poder, no consienten que nada cambie ni que se modifique el statu quo establecido entre ellos. Suceda lo que suceda, ellos pactaran y evitaran que el único partido que busca la alternativa de cambio en España, pueda conseguir el objetivo de dar esperanza a los españoles.
Para destruir nuestra patria, PP y PSOE solo necesitan una urna que les legitime, unos medios de comunicación que blanqueen sus mentiras y unas ovejas balando.
Debemos de replantear las reglas de este juego siniestro que insulta nuestra inteligencia y nos lleva a la destrucción como pueblo y como nación.
El voto de todos no vale igual, y no todos deben votar. La magistral obra de “La República” de Platón, debería hacernos reflexionar sobre qué es la justicia, cómo se expresa esta en el hombre y cómo se ha de organizar la ciudad-estado ideal. La división de la polis en clases sociales es esencial, y la posibilidad de que todas las clases sociales participen en el gobierno de la ciudad–estado, no es conveniente para la supervivencia de la sociedad. Solamente los formados en la ciencia de la política y la filosofía podían formar la clase dirigente, cúspide de la pirámide social y rectores de la polis. Solamente los formados para gobernar el estado, pueden conocer cómo llegar a tener la visión intelectual de conseguir el bien absoluto para todos y de cuál es el límite extremo del mundo inteligible. Los guardianes del estado deben de cuidar su existencia bajo la égida de los dirigentes formados en el gobierno, y el resto, ha de producir y comerciar con bienes y servicios para dar riqueza a la polis.
Platón justifica la división de la polis en clases separadas ya que es imposible que un hombre pueda realizar dos oficios a la vez. Sólo los ciudadanos podrán votar, los ilotas y extranjeros vivirán fuera del gobierno de la polis. Dice Platón que «Por ello es característico de nuestro Estado que el zapatero sea sólo zapatero y no a la vez timonel, el labrador sea labrador y no sea a la vez juez, y el guerrero, guerrero, y no comerciante a la vez que guerrero» (III, 9). De esa división deriva la justicia, la cual tienen su base “en que cada uno haga lo que le corresponde hacer”.
Nuestras sociedades desarrollaron la organización y la representación más perfecta en la Cortes Castellanas, que tienen su origen en las viejas Cortes de León, donde se agrupaban los representantes ante el rey, por clases sociales y gremios, de las esas Cortes, emanaba la potestad de dar dineros al rey para sus campañas políticas y militares. Eso era democracia.
Pero otro filósofo, este nefasto, llamado Juan Jacobo Rousseau, en su obra “El Contrato Social” convirtió la verdad política en algo relativo, bajo el falso axioma de que todos los hombres son buenos. Con este sofisma que da lugar a una ideología maligna, que destruyó el justo gobierno de las naciones, permitiendo que cualquiera pudiera emitir el voto y opinar sobre como regir la nación-estado. Este conjunto de voluntades ajenas a la naturaleza de la polis, carentes de formación política de gobierno, al ser más numerosas, serían las que decidirían sobre el destino del resto de la sociedad, llevándola a su destrucción. Se llegó con ello a la dictadura del sufragio universal, llegándose al absurdo de poder votar, en una urna, si Dios existe e incluso llegar a ganar Dios por un puñado de votos.
Como digo, de estas elecciones de julio de 2023, no puede salir nada bueno para España. Ha vencido la vulgaridad de un funcionario gris, en el que un pueblo gris y caduco, se ve tristemente representado.
Hoy ha ganado Txapote.
Es evidente que la salvación de España y de su pueblo, no pasa por poner papelitos en un terrario.
Todos los hombres son buenos, antes de ser engañados.
Lo que ha pasado esta muy claro entre restar, pp y psoe le han robado diputados a VOX.
VOX es quien habría ganado las elecciones con unos 100-102 diputados, restar unos 20 y PP y Psoe en torno a 80-90 eso es lo que ha pasado pero como VOX esta en el ajo no va a reclamar nada ni el PP menos.