Real Decreto de Pillaje 33666/2024

Por Ana Tidae

Por el procedimiento de urgencia. 

A ningún realista pueden sorprenderle las noticias de pillaje, violencia y saqueo subsiguientes a la situación de catástrofe que se ha perpetrado en el Reino de Valencia. Es una ley matemática y universal. La vida real. Tal vez tenemos ventaja cognitiva los que nos criamos en suburbios, respecto a la anodina plaga pijaprogre de pensamiento Alicia. Tampoco a ningún realista pueden sorprenderle, aunque nunca dejar de emocionarlo, los vídeos de personas jugándose la vida para salvar a otras, o las columnas de voluntarios dispuestos a llenarse de barro, horror y riesgos de derrumbe o exposición a las malas piezas por ayudar a las víctimas. Las leyes civilizadas que hemos ido utilizando a lo largo de los siglos eran elaboradas fundamentalmente por las personas capaces de entender la realidad y los comportamientos humanos, con sus proporciones eternas. ¿Por qué a unos les da por rapiñar y a otros por sacrificarse en una misma situación concreta? Es una pregunta que lleva haciéndose la humanidad desde que el mundo es mundo. Lamentablemente llevamos décadas tragando unas doctrinas enfermizas que han dejado huérfana de referencias a la sociedad y han ido empujando las leyezuelas a un limbo subjetivo y relativista, convirtiendo así las naciones en el caldo de cultivo perfecto para dar rienda suelta a la criminalidad nata. ¿Es importante saber por qué razones y factores uno es un héroe sacrificado y otro una rata inmunda, uno rescata animales y otro tortura cachorros, uno se desloma a trabajar y otro exige que lo mantengan? Sí, desde el punto de vista de la intriga científica y el del afán por progresar, en el sentido de mejorar. No, desde el punto de vista pragmático para vivir en paz y justicia.

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“Lo lleváis en la sangre”, dice una valiente valenciana en uno de los vídeos más tristemente famosos de esta espantosa tragedia. ¿Qué llevan en la sangre ese hatajo de alimañas que acometieron de urgencia la toma definitiva y con sueldos jugosísimos del medio de comunicación público oficial –los de la “publicidad institucional” también lo son a efectos prostiprácticos-  mientras la región valenciana y sus habitantes sufrían un devastador acto de guerra sin mover un dedo e incluso saboteando la ayuda? Incluyo a gran parte de los que abandonaron el hemiciclo, de los que unos teorizo que lo hicieron por márketing oportunista y el resto en fila ovina por “disciplina de partido”, ya que a estas alturas ha quedado claro que apenas cuatro o cinco personas continúan siendo humanas en ese recinto. 

¿Qué llevan en la sangre? Para mí la respuesta es firme, pues he resistido a lo largo de las décadas el adoctrinamiento sesgado sobre “víctimas de la sociedad”, ya que hace más de sesenta años que muy poca gente y particularmente gafe puede afirmar que no haya gozado de igualdad de oportunidades o haya carecido de asistencia social. Llevan lo mismo. Si toda esa gente estuviera en el escenario del agua y el lodo, serían de los dedicados al pillaje de jamones, licores, y joyas de abuelitas ahogadas. De los que apilarían niños bajo el agua para subirse sobre sus cuerpos y mantenerse ellos con la cabeza fuera y exigiendo prioridad en el rescate. Son lo mismo. Por eso han ascendido entre la podredumbre. “No estamos para achicar agua”. Cuanto más tarde un porcentaje suficiente de la población en entender esto, y en no ver estas palabras como una pataleta “polarizante” sino como un potente foco de luz sobre la siniestra realidad, peor será. Todavía está muy reciente el efecto errejón el aliade sobón, para que la gente despierte a la monstruosa mentira que estamos viviendo, y a la naturaleza profundamente repulsiva y psicópata de los “gobernantes electos” y su amplio círculo de cortesanos.

Esta es la misma gente que nos ha estado reprochando haber nacido en un lugar “privilegiado”, con empeño en hacer sentir culpable –al que se haya dejado- por esa circunstancia accidental, para hacernos renunciar a cualquier aspiración de proteger el territorio y a los compatriotas, un territorio maldito e impuro cargado de deudas morales y materiales que ellos van a encargarse de recaudar para saldar. ¿Y por qué están ellos en esos sillones de terciopelo en lugar de en una humilde carpintería inundada de un pueblecito valenciano?  Mucho menos accidental es su presencia en las instituciones que el lugar donde uno nace y tiende a amar y cuidar si no es un maldito psicópata. Son muchos años ya de títulos hereditarios en forma de carnet de partido, parentesco, favores sexuales, tráfico de influencias, trabajo para siniestras agencias y lobbies y vaya usted a saber qué otras sórdidas vías de acceso. Ese es su privilegio de cuna y de catre, blindado además con un más que probable fraude en el paripé de cada cuatro años.

Para esto además han abierto las puertas al lumpen sin fronteras. Ni “humanitarismo” (están demostrando con los valencianos su carencia total de tal noción), ni “asegurar el sistema de pensiones”, ni “enriquecimiento cultural”, ni “antirracismo”, ni “mano de obra” ni pollas en vinagre. Toda esa palabrería ha sido igual de falsa y manipuladora que el tierno feminismo de Iñiguito o el bucólico fluir de las aguas y los pececitos de la “restauración de la naturaleza”.  ¿Cuántos habrán muerto esperando un rescate hasta el límite de sus fuerzas? 

Mediocres corruptos repitiendo consignas agendistas y siguiendo instrucciones de seres maquiavélicos que sí saben a la perfección cómo sonará la música al mover cada palanca del ecualizador.

Unos hacen el pillaje con bolsas y mochilas embarradas, y otros lo hacen, multiplicado por millones y en condiciones de privilegio, en forma de apunte en el BOE. Son, en esencia, lo mismo. Chusma. Lo llevan en la sangre.