El prototipo perfecto para la izquierda es el hombre blandengue, digámoslo claro, por favor, que ya va siendo hora. Al contrario del hombre antiguo, recio, firme, con ideales contundentes, (no hay más que recordar las historias como la de Alejandro Magno), considerado todo un machista, este tipo de hombre no sólo acepta la superioridad legal de la mujer en los asuntos de alcoba o de coqueteo, sino que se somete a su pareja. En vez de ser una persona ruda, directa y con cojones, como ahora tienen las féminas, según se desprende de sus palabras, empoderadas por el estado, consiente, escucha y deja florecer toda su sensibilidad hasta límites que rozan el orgasmo.
Uno de los rasgos de todo ello, si lo ponemos en la centrifugadora, es que creen que todo está bien y no hay nada que cambiar, sino que es cuestión de continuar, siempre que no haya problemas. Ese varón protector, que defendía a su familia de todas las injerencias externas, a su esposa y a sus hijos, manteniéndolos con el sudor de su frente, ya no existe. Es algo que lamento contar a aquellas mujeres que esperan aquel macho protector que les da seguridad, esa que buscan de manera desesperada, a pesar de que han descartado a los hombres para estos fines. Todo lo contrario, estos hombres se acomodan a las circunstancias y en vez de protectores son socios de sus féminas, las consienten de manera dadivosa y melosa, las entienden, incluso si lo que hacen es todo punto ilógico y absurdo, incluso diría yo infantil, y creen en las relaciones de iguales: dos personas que son tan semejantes que buscar las diferencias entre ellos es un insulto, todo ello para buscar la compenetración en la que no haya ni violencia, ni, como dicen, viogen, porque resulta que les han hecho creer que siempre ha habido mucho maltrato machista y que hay que erradicarlo. El problema es que la violencia puede proceder también de la mujer, de muchas maneras e incluso de manera legal, cuando utilizan las leyes para vengarse del marido o la pareja.
Como todo está bien, entonces, hay que seguir las reglas, lo cual lo convierte en un ser sumiso donde los haya, sin carácter y sin capacidad de defender ni su verdad ni sus principios ante nadie, menos ante su pareja, la cual interpreta estos hechos como maltrato psicológico, porque cualquier momento en el que el macho abre la boca y se expresa de manera cruda, como es su naturaleza, y, sobre todo, estando ya harto de tanta tontería, alza la voz para poner un límite. Entonces a mujer, que ya no aguanta ni una mosca, que se divorcia del hombre simplemente porque la aburre y ya no es ni cortés ni educado (eso sí, el macho ha de ser galante con la mujer, incluso en lo que le pasa por la mente, sin que se lo diga, hasta en el temor de subirse al ascensor sola con él, no sea que ocurra algo), en cuyo caso decide, por derecho a emanciparse de su voluntad, como si alguna vez hubiera estado sometida, y ser libre, dando igual la seguridad que te puede dar una persona como tu pareja.
Todo ello hace que el hombre blandengue justifique todo ello y sea incapaz de poner un límite a muchas de los deseos de las féminas que se consideran empoderadas, dejando el espacio que reclaman, mientras no son conscientes de que, al mismo tiempo, a los hombres se les va retirando de manera peligrosa, de que jugar con sus sentimientos es lo más fácil, quitarle a los hijos tan sencillo como ponerle una denuncia falsa, arruinarle la vida porque sí, por un capricho o, sencillamente prohibirle cualquier piropo, de esos que tanto les gustaba a las mujeres de antaño (ahora hasta eso se considera una agresión).
En este contexto, en el que acostarse con una mujer te puede costar la cárcel si al día siguiente le cambiar el humor y dice que no dio su consentimiento para el acto sexual, los hombres ya no se acercan a las mujeres ni buscan emparejarse nuevamente y, mucho menos tener hijos, los cuales, en no pocos casos, crecen con un síndrome de alienación parental que les hace creer que sus padres fueron muy malos, maltratadores, irresponsables y muy fríos, así que nunca los amaron, es un hecho que tener una compañera no es factible, porque, en no pocos casos, en vez de eso tienes una enemiga potencial y de por vida. Ante el odio que rezuma el feminismo ante el varón, el hombre es poco más que un esclavo que no ha de levantar la menor sospecha de rebeldía, lo cual es considerado por la mujer no sólo como un insulto a su persona, sino como una afrenta a su dignidad femenina, porque, así de claro, a estos niveles de tanta sensibilidad y suspicacia, la piel es tan fina como el papel de arroz que se rompe con la más mínima caricia en la pasión de la noche.
Es así como el hombre blandengue respira y suspira por su amor y llega incluso a hacer todas las tareas de la casa y hasta cocina (no es raro que la mujer no sepa ni hacer un huevo frito), o bien recoge todo lo que deja tirado porque la mujer está muy ocupada en sus pensamientos y eso es excusable en seres con tanta sensibilidad. Son muchos los talleres que se imparten sobre la nueva masculinidad y son éstas las sugerencias que se les lanza, incluso desde organismos ministeriales y ONGs. Lo grave es que el hombre llega a no ser dueño de su vida, de modo que es el sistema ideológico el que le marca el terreno sobre qué es lo permitido o lo que no.
Lo malo de ello es que las mujeres tampoco tienen esa facultad, lo cual les impide gestionar sus emociones de manera adecuada para respetarse a sí mismas de manera sincera, al estar inundadas por mensajes tan absurdos como que los abusos sexuales están de moda en los autobuses, que hay mucho machismo, mucho maltrato y que han de mirar con un ojo al vestido que se compran y con el otro al vendedor, no sea que se les acerque demasiado, lo cual se interpreta como algo con muy malas intenciones. Son presas, en otras palabras, del mismo que el del hombre blandengue, volviéndose completamente inseguras. Mientras tanto si el 75% de los suicidios en España cada año, de los más de 4.000 casos, son hombres, les da exactamente igual, así como del daño psicoemocional que supone que te pongan una denuncia falsa, aunque luego el juez o jueza diga que no hay pruebas. Importan los casos en los que mueren mujeres a cargo de hombres heterosexuales. (¡Qué raro que no se comenten homicidios ni entre gays ni entre lesbianas en los medios de desinformación y mucho menos cuando es la mujer quien comete el delito, o un ángel venido de otros lares donde no comen jamón!).
Lo grave de todo ello es que las leyes, en vez de protegerlas, las abandonan cada vez más (como la ley del sí es sí, liberando violadores) y, al hacerlas víctimas y seres vulnerables, han de reclamar especiales derechos y áreas legales de protección, de la que no disponen los varones, como siempre ha ocurrido en todas las épocas de la historia que se conozcan. Todo ello impide que tengan confianza en sí mismas y sean seres completamente inseguros, por mucho feminismo que haya (de hecho, hay una relación inversa entre estos dos fenómenos) y ello les acerca a gustos homosexuales. El hombre se ve obligado a buscar el placer en personas menos peligrosas y que piensan como ellos, y no pocas mujeres, igualmente, desarrollan desde edades muy tempranas deseos lésbicos, impulsadas por la ideología LGTBIQ+.
Ello supone el fin de la complementariedad entre hombre y mujer, de la familia y de los hijos. No es mi intención generalizar esta situación en todos los casos, aviso para los mal pensados y mal pensadas, porque sé que hay muchas personas que comparten este diagnóstico, pero la creciente tendencia a este fenómeno no deja de ser preocupante. Todo ello está en la línea de la consideración de la escasa importancia del sexo biológico en detrimento de la identidad de género que se va conformando a lo largo de la existencia, de acuerdo con las teorías que establecen colectivos como del tercer género, en cuyo caso estos esquemas de machismo y temor al varón desaparecen, pues el hombre ya no es hombre ni blandengue, al haber dado el próximo paso a la negación de su verdadera naturaleza.
Este tema, que podría considerarse un chiste, no lo es pues es la causa de que no sólo no nazcan hijos, sino que la sociedad humana desaparezca, víctima de su propia autodestrucción por razones puramente biológicas y los seres humanos, hay que decirlo, no somos ni ángeles celestiales ni estamos en un peligro permanente, como nos quieren hacer creer, sino que estamos hechos de carne y huesos, sentimientos, deseos y muchas carencias.
Hombres y mujeres son diferentes, por mucho que se empecinen con sus absurdas y delirantes teorías sobre la identidad de sexo y ambos nos necesitamos para sentirnos plenos. Todo lo que contravenga este principio, lo prohíba o intente llevarlo al campo de la batalla interpersonal, surge de una idea más propia de fascistas, cuyo objetivo es tan oscuro como sus sucias ideologías, por cierto llenas de veneno y, obviamente, de burdas incoherencias.
Pero hombre si eso es lo que quieren,despoblacion total,por eso estan promoviendo este tipo de leyes,para que los hombres no se acerquen a las mujeres y solo haya parejas de homoxesuales, asi no hay mas natalidad, legalizando abortos,sistemas anticonceptivos a granel y proclamar por todos sus sistemas de engaño el odio entre parejas heteros, ahora ellos no cumplen sus mierdas de leyes,por ejemplo von der brujen creo que tiene al meno 5 hijos
Ángel, háblale a la concurrencia de la hibristofilia.
El ser más letal para la autoprotección de una sociedad es la mujerzuela hibristófila.
Para la remontada agotadora que tenemos por delante será necesario explicar a la obnubilada sociedad que detrás de muchos casos de mujeres «buenistas» superiores morales lo único que hay es una zorra hibristófila y manipuladora. Y sí, ahora mismo estoy pensando en ESA, aunque son legión.
El hombre violento lo ha hecho incluso la mujer, no es de extrañar como en sociedades islamicas las más fanaticas son ellas. Y en esta sociedad tanto en la realidad como en la ficción las más crueles son ellas. Solo hay que ver las series y peliculas para darse cuenta como mujeres malvadas no paran de salir y en la sociedad real ya las tenemos en la politica, judicatura, sanidad superando con creces la psicopatía del hombre. Estas mujeres suelen acabar mal no asesinadas como dicen muchos sino con vidas cortas y penosas.
Así es en España,por qué vete a Marruecos o viaja a Afganistán y verás.
Y está inercia llega desde Bruselas sin lugar a dudas,que impone su ideal de masculinidad mas alla de la decadencia postilustracional.
Realmente las mujeres quieren esto?.
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Es en Latinoamérica,donde se mantiene el ideal de hombre-macho,diferente a la interpretación española de machista bruto y animal.Los políticos ayudan bien poco cuando proponen un mundo de ciencia ficción donde los hombres y mujeres son personajes de comic,el mejor ejemplo es la Reina Ñeticia,en un mundo plástico y superficial.
Pero no os preocupéis,el hombre sigue ahí dando guerra y gustando a las mujeres,véase Jaime del Burgo,Bertín Osborne y otros de los que las mujeres no exigen ni siquiera ser jóvenes.
Tal vez el problema sea tambien de los hombres cuyas responsabilidades les hacen guardar su sexualidad en secreto,por qué ya no se ve todo tan natural como en la vieja Roma.
El Rey es gay?,por qué se han suicidado varios escoltas?.
https://monarquia.elconfidencialdigital.com/articulo/espana/guardia-civil-que-ha-suicidado-madrid-formaba-parte-escolta-personal-rey/20221217190536091003.html
Si está todo muy enrarecido con esta ingenieria social.