La devoción a la Divina Misericordia fue relanzada por Karol Wojtyla. Durante su homilía en la canonización de Sor Faustina Kowalska (1905-1938), polaca como él, el 30 de abril de 2000, declaró que el segundo domingo de Pascua se llamaría en adelante domingo de la Divina Misericordia.
Sin embargo, el papa Pío XII había colocado esta devoción, incluidas las apariciones y los escritos de Faustina en el Index Librorum Prohibitorum (índice de libros prohibidos). Luego, vinieron otras prohibiciones hechas por Juan XXIII en 1958. Esa lista ya no existe, ya que fue formalmente abolida el 14 de junio de 1966 por el papa masón hebreo Pablo VI. La devoción no ha sido nunca aprobada por la Iglesia Católica, sino por la secta Vaticano II.
La imagen original del Jesús de la Divina Misericordia muestra rayos de color rojo y blanco (sabiendo que el fondo del retrato es negro, tenemos aludidos los 3 colores de la alquimia) que provienen de la región de un pecho sin corazón, pintado en 1934 por el masón Eugeniusz Kazimierowski, bajo la solicitud e las instrucciones de Sor Faustina, así como del sacerdote jesuita Michal Sopoćko, su confesor y director espiritual hasta el 21 de marzo de 1936. Michal se preocupó de todo lo necesario para que se pintara la primera imagen de Jesús Misericordioso en Vilna y se le rindió culto público durante la celebración del Jubileo de la Redención en 1935. Antes de la Segunda Guerra Mundial, trató de persuadir a las autoridades eclesiásticas para que se instituyera la fiesta de la Divina Misericordia.
Eugeniusz Kazimierowski
Michał Sopoćko
Se trata de un Jesús sin la marca de los clavos en las manos y en los pies, sosteniendo una mirada dura y con dos cuernos sutilmente dibujados a manera de haces de luz (Lucifer) en la cabeza.
Las revelaciones privadas recibidas por Faustina entre 1931 y 1938, muy populares entre los “católicos” carismáticos, hacen la promoción de la comunión en la mano, trampa diabólica de la religión del Vaticano II, supuestamente aprobada por “nuestro Señor”. La religiosa afirmó que la Hostia voló a sus manos varias veces, diciéndole “Jesús” que deseaba descansar en ellas.
Para más inri, elogios innecesarios de Jesús que decían que ella era básicamente la persona más grande del mundo no fomentaban su humildad, sino al revés su vanidad.
Por añadidura, le dijo a Faustina que la chispa de Dios que preparará al mundo para su Segunda Venida saldría de Polonia. Esto ha sido interpretado en el sentido de que la persona elegida de Dios fue el antipapa apóstata Juan Pablo II, un hombre que aprobó todas las falsas religiones del mundo.
En cuarto lugar, la devoción se centraba sobre la misericordia divina en una época en que la humanidad se acerca más y más a llenar la copa de la Justicia divina. El problema en aquel tiempo (y por supuesto hoy en día) es que los hombres ya no temen a Dios. Esta falsa devoción comunica el mensaje perfecto para hacerles creer que recibirán la misericordia infinita de Dios, incluso si permanecen en sus pecados, pudiendo optar cualquier persona por buscar el arrepentimiento en el último instante de su vida y así salvarse sin ningún esfuerzo.
Otras de las objeciones propuestas es que Jesús pidió rezar a Faustina la coronilla de la divina misericordia de la misma manera que el rosario, desplazando este último a un lugar secundario. Y debido a que la coronilla es más breve, tiene la misma estructura y posee muchas promesas dadas por medio de apariciones, se ve como una oración creada en contra del rosario.
Ahora bien, la monja francesa Sor Margarita María Alacoque en el Monasterio de Paray-le-Monial, recibió entre 1673 y 1675 cuatro grandes revelaciones con manifestaciones visibles del Sagrado Corazón de Jesús. Luego, propagó la devoción. En 1864, fue beatificada por el Papa Pío IX y en 1920, canonizada por Benedicto XV.
No se necesitaban más revelaciones sobre el Sagrado Corazón de Jesús. Aquella bastaba hasta el fin de los tiempos.