Por Alfonso de la Vega
Hace ya unos años los Buzan publicaron una interesante obra El Libro de los mapas mentales. Cómo utilizar al máximo las capacidades de la mente en el que desarrollaban un instrumento de investigación y trabajo multiuso que llamaban mapas mentales. Dedicaban el libro “a la libertad de la inteligencia humana en continua expansión”.
Pretendían presentar un concepto nuevo en la evolución del pensamiento: el pensamiento irradiante. Mostrar un instrumento nuevo y revolucionario que permitiera usar el pensamiento irradiante para sacar el máximo provecho posible de todos los aspectos de la vida: los mapas mentales. Dar una profunda libertad intelectual.

Con la expresión pensamiento irradiante se referían a “los procesos de pensamiento asociativos que proceden de un punto central o se conectan con él.” El mapa mental expresaba de modo gráfico tal pensamiento irradiante. Y resulta muy recomendable para la enseñanza o la ordenación y exposición de ideas.
Pues bien, para intentar comprender en su auténtica naturaleza y dimensión la corrupción del régimen de la Monarquía borbónica los mapas mentales constituyen un instrumento muy útil para evitar no perderse en trampas, añagazas y vericuetos, identificar los principales focos de corrupción de los que irradian los desfalcos en sus distintas ramificaciones y posibilitar su expresión para hacer todo comprensible y comunicable.
En efecto, he de confesar que ya me pierdo entre tanta corrupción que asola el reino filipino, cuando cada día un gravísimo nuevo escándalo se acumula al anterior en un suma y sigue vertiginoso que requiere algún tipo de jerarquía u ordenación para no perderse entre tanta maleza delictiva como nos regalan nuestros próceres.
Y la primera corrupción es la del entendimiento.
Es de temer que tanto embrollo, tanta complejidad, tanto “estese a la parte” “considerando” y “otrosí digo” termine naufragando sin terminar de hacer Justicia en lo principal.
Ahora bien, aparte de la dificultad meramente intelectual o el ejercicio de voluntad, la elaboración de estos mapas no deja de tener sus riesgos al mostrar sin disimulos ni retóricas la realidad que el Poder pretende ocultar. La naturaleza e identidad de los centros o focos de corrupción desde donde irradia la corrupción hasta sus últimos tentáculos o ramificaciones derivadas. En los mapas antiguos se indicaban los territorios más peligrosos o inexplorados, las áreas desconocidas, con serpientes marinas o tenebrosas criaturas y un “Hic sunt dracones”, es decir, “aquí hay dragones”. También en El nombre de la rosa se explica que existe un tremendo guardián del umbral que vigila la entrada prohibida al “finis africae” al que sin embargo el estudioso merecedor puede acceder mediante una sabia combinación de raciocinio e intuición.
Cabe comprender que para elaborar un mapa mental dedicado a esta clase de investigaciones hace falta espacio, mucho espacio. No vale un simple DINA4 ni un DINA3, en el caso del reino de España, sobre todo si tenemos en cuenta las sustanciosas relaciones internacionales, necesitaríamos todo un enorme desplegable, haría falta por lo menos una gran sábana o mural para colocar tanta y gloriosa hazaña. Si bien se puede subdividir en partes acoplables para profundizar en determinadas corrupciones sin perder la necesaria visión de conjunto o panorámica del Régimen.
Sea como sea, les puede resultar útil a los investigadores de todas clases y profesiones emplear este filantrópico instrumento en beneficio de la nación, la justicia y la verdad.

