Por Alfonso de la Vega
El gobierno de Su (antes) Católica Majestad ya vuelve a enseñar su patita con motivo del atentado que pretende perpetrar contra la basílica del Valle de los Caídos. Se ha filtrado que en una primera etapa de su furor iconoclasta pretendería eliminar las monumentales estatuas que rodean la Gran Cruz. Representativas de la Piedad, los cuatro Apóstoles y las Virtudes teologales. De confirmarse, lo de abominar de las virtudes, Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza, está en su naturaleza o razón de ser socialista, no es de extrañar, pues lo que le suele mover es el resentimiento social, el fomento del vicio, la corrupción y de la envidia igualitaria. Lo de los apóstoles resulta un poco más raro de entender si como dicen algunos obedece a ideas masónicas, puesto que el cuatro, junto con la cruz que sería el cinco, es decir la Materia, el Cuatro, iluminada por la presencia del Espíritu, el Uno, forma parte de los símbolos del hombre esclarecido resultado de la evolución espiritual en libertad. El cuatro de los evangelistas más el de las virtudes suman el ocho, como los lados de la Cúpula de la Roca de Jerusalén, casa madre del Temple y “centro del mundo”. Construida por un califa para guardar la roca desde que la que Mahoma subió a los cielos a lomos de Alborak.

Sin embargo, lo de la supresión de la Piedad indica su condición desalmada y conecta con la actual ofensiva vaticana contra la tradición corredentora de María, la Virgen madre del Salvador, recientemente perpetrada por el pornógrafo gay el cardenal Trucho Fernández con la complicidad de Preboste.

El socialismo borbónico woke promueve la hegemonía de marimachos, de furias pretendidamente feministas, abortistas, libertinas, mentirosas, todo ello opuesto a la auténtica preciosa condición femenina tanto desde el punto de vista espiritual y psicológico cuanto manifestado en la historia de la civilización. Una constante de la humanidad, patente para cualquier historiador de las religiones es la importancia del arquetipo femenino. La psicología humana necesita la acción benéfica de lo protector femenino también incluso en el ámbito de la búsqueda espiritual. Así el papel de la Dama para el caballero. Los ejemplos no están solo en el Cristianismo con la Virgen.
El Budismo se fue trasformando a medida que se extendía por toda Asia. La doctrina más escueta, racionalista y experimental de los orígenes se fue diluyendo o modificando en ocasiones cuando asimilaba creencias locales, surgiendo así un complejo sistema de metáforas que permitía que tanto el racionalista como el mero devoto interpretaran la doctrina cada uno a su manera. Para los racionalistas era una filosofía positivista y a la vez un código moral basado en el autodominio, la bondad y la clarividencia. Para los devotos era una fidelidad, un sentido emocional de pertenencia, una fe o devoción a una figura salvífica o benefactora exterior, Avalokitesvara, Kuan Yin, Budas de la Compasión, para indicar la necesidad psicológica de la piedad, de la compasión, que la madre y el ideal femenino aporta a la frialdad puramente conceptual de lo solo teológico. De ahí la conveniencia para los poderes oscuros de intentar eliminar ese asidero de Amor para la Humanidad.

Por desgracia en este furor iconoclasta el gobierno de la Corona además de ésta cuenta con la infame complicidad de la CEE y la señorita Ayuso. Lo de la CEE actual se comprende, gobernada hoy por colaboracionistas, comunistas, invertidos y algún complaciente abortista. Lo de la Ayuso se entiende mejor por su filiación pepera pero extraña en alguien que pretenda ser alguna suerte de alternativa al marasmo actual, salvo que como fiel agendista azul no quiera enemistarse con sus amos.
Aunque tanto el Vaticano como la actual Iglesia española guardan un escandaloso silencio muestra de su incompetencia e ingratitud conviene recordar la postura tradicional papal sobre el profundo significado del Valle. El Papa Juan XXIII resumió las líneas maestras de la espiritualidad de este monumento en el breve pontificio de 1960 por el que concedió el título de Basílica Menor a la iglesia de Santa Cruz del Valle de los Caídos. No me importa repetirlo otra vez:
“Yérguese airoso en una de las cumbres de la sierra de Guadarrama, no lejos de la Villa de Madrid, el signo de la Cruz Redentora, como hito hacia el cielo, meta preclarísima del caminar de la vida terrena, y a la vez extiende sus brazos piadosos a modo de alas protectoras, bajo las cuales los muertos gozan el eterno descanso. Este monte sobre el que se eleva el signo de la Redención humana, ha sido excavado en inmensa cripta, de modo que en sus entrañas se abre un amplísimo templo, donde se ofrecen sacrificios expiatorios y continuos sufragios por los Caídos en la guerra civil de España, y allí, acabados los padecimientos, terminados los trabajos y aplacadas las luchas, duermen juntos el sueño de la paz, a la vez que se ruega sin cesar por toda la nación española”.
El cardenal Cicognani, en nombre del Papa Juan XXIII, explicó en la homilía de la Misa de consagración de la Basílica el 4 de junio del año 1960, varias cuestiones:
“Contiguo a la Basílica, se ha edificado un gran Monasterio destinado a una Congregación religiosa, puesta al servicio de los fieles, y se ha escogido para ello una Comunidad de la Orden de San Benito… por la cual la Nación española rezará diariamente con la Iglesia, para la Iglesia, en nombre de la Iglesia. … Esta Basílica debe ser un centro de irradiación espiritual, un santuario adonde se dirijan los sentimientos de adoración y veneración de los fieles… dedicada a la Santa Cruz, debe ser como un místico recinto donde las almas se encuentren en su propia atmósfera para meditar los misterios de Dios, especialmente el de la Redención. Cristo crucificado, que se alza aquí en el altar mayor, en una pieza de arte admirable, y en la cumbre de la montaña la altísima Cruz, lanzada a los espacios cual flecha que señala el cielo, como señal de esperanza y garantía de salvación; una cruz que domina todo el valle y lo ilumina cual faro de luz redentora… Frente a la Cruz, salen al paso a nuestro espíritu el pensamiento y la doctrina de San Pablo en su Carta a los fieles de Colosas acerca de Cristo y del sacrificio de la Cruz, en el cual ve San Pablo la redención y la reconciliación del género humano con Dios, y la pacificación de todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra, merced al primado que sobre todas las cosas tiene Cristo”.
El cardenal explica las finalidades espirituales para las que ha sido construido el monumento que no es la gloria del franquismo sino que posee una dimensión espiritual: ofrecer sufragios por las almas de los muertos en la guerra y rezar por la Nación española. Sin embargo, de modo canallesco la descreída y cobarde CEE actual lo esconde u olvida, pero no está de más recordar estas cuestiones.
Contra la damnatio memoriae y tergiversación semántica que el gobierno borbónico del Frente Popular está perpetrando gracias a complicidades y cobardías antes impensables cabe recordar el valor perenne de los símbolos espirituales en la iluminación de la conciencia. La montaña y la caverna son símbolos de centros espirituales como lo son todos los axiales o polares, como lo es la montaña. Y con más evidencia si sobre ella como en el Risco de la Nava se yergue una cruz de 150 metros de alto. En el profundo simbolismo espiritual del Valle de los Caídos la caverna basilical se encuentra en el corazón de la montaña de Cuelgamuros. La “caverna del corazón” como centro vital. Allí, en la nave principal de la cripta excavada en la montaña se disponen ocho tapices con representaciones del Apocalipsis de San Juan, que valen para ilustrar el tremendo combate entre el Bien y el Mal que ahora se está manteniendo en el Reino de España. El octavo tapiz muestra al ejército de Cristo combatir al dragón de las potencias del averno. Tras haberlo vencido encadenan al dragón. La ciudad santa es recuperada para el Bien. Los ángeles custodian sus puertas y los justos adoran la visión. Según esta Revelación sagrada debemos esperar que, pese a todo, el Mal no prevalecerá. Esa es la base de toda civilización digna del tal nombre, la preeminencia del Espíritu sobre la Materia.
Pero todo esto parece que ya se habría arrojado al capacho de las meras ideas supersticiosas inservibles o perjudiciales para el negocio, de las que reniega la nueva iglesia judaizante emergente que hoy se yergue sobre la demolición de la Tradición. Como también a su modo la lúcida advertencia de extraordinaria actualidad e interés del presidente Azaña:
“Pero es obligación moral,… sacar de la lección y de la musa del escarmiento el mayor bien posible, y cuando la antorcha pase a otras manos, a otros hombres, a otras generaciones, que se acordaran, si alguna vez les hierve la sangre iracunda y otra vez el genio español vuelve a enfurecerse con la intolerancia, y con el odio y con el apetito de destrucción, que piensen en los muertos y que escuchen su lección: la de esos hombres, que han caído embravecidos en la batalla luchando magnánimamente por un ideal grandioso y que ahora, abrigados en la tierra materna, ya no tienen odio, ya no tienen rencor y nos envían, con los destellos de su luz, tranquila y remota como la de una estrella, el mensaje de la patria eterna que dice a todos sus hijos: Paz, Piedad y Perdón”.

