jueves, noviembre 20, 2025
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Franco está de moda

“.. Con la fama y grandeza de esta victoria rindió todos los demás pueblos, que habían tomado las armas contra él, a unos por medio de ellas y a otros por el de muy ventajosas alianzas… Con tan admirables cualidades y con tan prodigiosa disciplina mantuvo gloriosamente la grandeza y elevación de su fortuna, sin dejarse llevar del orgullo, ni de la libertad a que los más Príncipes se rinden, siendo de ordinario por quienes se gobiernan, y con quienes se aconsejan. No se diferenciaba de los demás hombres en los adornos exteriores, por ser de opinión, que los Príncipes debían exceder mas a los súbditos en la virtud, que no en la gala y pompa de los vestidos. Era airoso y gallardo, cortés y familiar…”

Quinto Curcio Rufo. Escritor e historiador romano que vivió presumiblemente bajo el reinado del emperador Claudio, en el siglo I.

Francisco Franco Bahamonde, el invicto Caudillo, falleció al filo de una madrugada otoñal el 20 de noviembre de 1975. Pero ni la muerte hizo que perdiera su primera batalla, más aun, le dio la suprema victoria final: Entró con los laureles en la Historia de España.

Yo era un niño, y vi como mi madre lloraba. Observe como mi padre contenía las lágrimas y se dirigia a la gigantesca cola de varios kilómetros que los españoles hacían para dar el último homenaje a este general irrepetible. La muerte nos arrebató al hombre que había construido una España nueva, en orden, sosiego y con un prometedor futuro.

Franco dirigió el timón del Estado español durante cuatro décadas con singular maestría, sin vacilar, perder el rumbo o mostrar cansancio. Su figura es gigantesca, y su obra grandiosa. Pocos hombres en la Historia de España pueden eclipsar su magnitud, y que a lo largo del siglo XX, incluso a nivel internacional, no existió estadista que poseyera sus acrisoladas virtudes. Fue un auténtico privilegio para España haberle tenido como Caudillo, subrayando su ejemplaridad, hasta tal punto, parece haber sido elegido por la mano de la Providencia.

El verdadero genio de Franco radicó en la efectiva y practica gobernanza de una nación destruida, aislada por las repugnantes democracias occidentales y en devolver la Fe Católica Verdadera a una España martirizada por el comunismo.

La solidez de la personalidad de Franco se cimentó en dos puntos clave: poseer un sistema filosófico-político patriota, católico y esclarecedor para cualquier circunstancia y reservar una amplia parcela de su insobornable personalidad para sí mismo.

: Poseía convicciones personales muy fuertes. Era un filósofo práctico de la política que detestaba la teoría, viviendo siempre de realidades, y cuya mirada profundizaba en la misma entraña de las cosas. Siempre prefirió actuar con la más delicada prudencia, sin prometer lo que sabía que no podía entregar.

La habilidad y paciencia de Franco contribuyeron en gran medida a la victoria de los aliados en la Guerra Mundial, los mismos que después le dieron las gracias cercando a España para que se rindiera por hambre a la “democracia”. El mundo se olvido de que si hubiese triunfado el comunismo en la guerra o  en ves de Franco, España la hubiera gobernado una persona menos hábil, habría sido desastroso para Occidente. Por ello, las democracias tienen una profunda deuda de gratitud, aunque paradójicamente, con el régimen autoritario e inicialmente «fascistoide» de Franco.

Nunca fue un hombre frío, calculador o amante del Poder. Su supuesta frialdad era, en realidad, una objetivada serenidad que le permitió superar las situaciones más críticas a lo largo de su existencia. Nunca ansió ni buscó el poder. Hasta el Alzamiento Nacional, Franco solo quiso ser un soldado. Las circunstancias, como la muerte del General Sanjurjo y el vacío dejado en las filas nacionales, le obligaron a aceptar poderes que él no había deseado.

Nunca fue  hermético. Simplemente fue un hombre excepcional, vivía en perpetua soledad. Este hermetismo era provocado por aquellos que llegaban a él sin un mínimo de pudor.

A lo largo de toda su vida, Franco mantuvo tres constantes esenciales: su religiosidad, su firmeza y su amor a España. Sus palabras siempre estuvieron inspiradas por esta trilogía.

En 1942, señaló que “ todos los seres racionales tienen dos huecos, el religioso y el político. El bienestar y la grandeza de los pueblos se alcanzan cuando estos huecos se llenan con la verdad, o vendrán otros a llenarlos con mentiras”.

En 1943, subrayó que “es ley de la historia el predominio y supremacía del espíritu”.

Siempre nos enseño a los españoles que el progreso material requiere «sólidas virtudes colectivas» cuya determinante radica en la conciencia individual, y que es «funesto y suicida» levantar el nivel de vida si esta no se hace cristiana y digna.

Si algo marcó los designios de Franco en el orden interno fue la unidad, ligada inseparablemente a la idea del orden. Su expresión favorita era «Unidad de los hombres y de las tierras». Para lograr este ideal unitario, adoptó varias estrategias:

  1. Unificación Política: Unió las fuerzas dispersas en torno a la España nacional e hizo de la doctrina falangista el núcleo ideológico del nuevo Estado. Para evitar desviaciones, dictó el Decreto de Unificación y empleó la dureza con los disidentes.
  2. Terceras Vías: Concibió la alianza «indisoluble» de falangistas y requetés como una anticipación de las futuras «terceras vías» entre el comunismo y el capitalismo.
  3. Pilares Sociales: Recreó los pilares tradicionales de la sociedad española (familia, municipio).
  4. Verticalidad Sindical: Estableció la nueva Organización de los Sindicatos, manteniendo la unidad mediante el concepto de la verticalidad (empresarios y trabajadores en el mismo plano).
  5. Relación con la Iglesia y la Monarquía: Se apoyó en la Iglesia, concediéndole prerrogativas y ayudas a cambio de la confesionalidad del Estado. También conservó una puerta abierta a la Monarquía, institución a la que sirvió sin reservas hasta su muerte. Era el único monárquico de España.

A pesar de que sus contrarios anunciaban «próximos derrumbamientos,» Franco se mantuvo firme, adaptando la dirección del país al nombrar desde Falange hasta tecnócratas, según lo exigían las circunstancias económicas y sociales. Únicamente el almirante Carrero Blanco llegó a ser percibido como «delfín” y depositario de sus designios a largo plazo, pero su dramática muerte, extraña y fruto de un contubernio internacional, impidió conocer hasta dónde habría llegado su influencia.

En la segunda mitad de 1974 y 1975, cuando graves problemas (terrorismo, dificultades con Estados Unidos, hostilidad europea, alta tensión con Marruecos) acuciaban a España, su figura parecía más erguida.

El 1 de octubre de 1975, disminuido físicamente y con huellas de un mal próximo, tuvo el impulso de dirigirse a las masas adictas en la Plaza de Oriente. Este encuentro, ante la multitud que entonaba el «Cara al Sol,» fue el último encuentro del General Victorioso con los españoles herederos de la Victoria contra el Marxismo..

Respecto a la sucesión, Franco aseguró que el momento en que se clausurase el periodo vitalicio de su Regencia en el Reino de España estaba contemplada una sucesión por un Rey que reinara y gobernara. La fórmula de sucesión quedó legalmente asegurada por los altos organismos del Estado, como eran el Consejo del Reino, Cortes Españolas y Consejo Nacional del Movimiento— mediante los dispositivos de la Ley Orgánica de Sucesión.

Su pensamiento final fue que a su muerte, «todo quedaba atado y bien atado«. Su obra continuaría bajo las «manos jóvenes, firmes y leales» de Don Juan Carlos I, quién al final traicionó su legado y entregó a España al Mundialismo, con el único objetivo de preservar su Dinastía y crear una fortuna.

Franco no fue indiferente para nadie, y cuanto más le odiaban sus enemigos, que eran los de España,  más grande fue su gloria. 

Su partida al Olimpo de los héroes y su presencia en la casa del Padre, marca el principio y el final de toda una época trascendental de la Historia de España. España ahora está en declive, destruida moral y territorialmente, gobernada por los enemigos de la Patria y caminando por una senda equivocada de la Historia, que pondrá a prueba el pronóstico de Franco.

Recordemos su testamento político, como epílogo a esta loa: 

“… Quiero agradecer a cuantos han colaborado con entusiasmo, entrega y abnegación en la gran empresa de hacer una España unida, grande y libre. Por el amor que siento por nuestra Patria, os pido que perseveréis en la unidad y en la paz, y que rodeéis al futuro Rey de España, Don Juan Carlos de Borbón, del mismo afecto y lealtad que a mí me habéis brindado, y le prestéis, en todo momento, el mismo apoyo de colaboración que de vosotros he tenido. 

No olvidéis que los enemigos de España y de la civilización cristiana están alerta. Velad también vosotros, y para ello deponed, frente a los supremos intereses de la Patria y del pueblo español, toda mira personal. No cejéis en alcanzar la justicia social y la cultura para todos los hombres de España, y haced de ello vuestro primordial objetivo. Mantened la unidad de las tierras de España, exaltando la rica multiplicidad de sus regiones como fuente de la fortaleza de la unidad de la Patria. 

Quisiera, en mi último momento, unir los nombres de Dios y de España y abrazaros a todos para gritar juntos, por última vez, en los umbrales de mi muerte: ¡Arriba España! ¡Viva España!»

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