viernes, octubre 31, 2025
InicioOpiniónColaboradoresAl ladrón, al ladrón

Al ladrón, al ladrón

Por Alfonso de la Vega

Este tan socorrido recurso engañoso para los amigos de lo ajeno en sus intentos de burlar a los perseguidores, es uno de los habituales gritos de guerra de la casta borbónica para distraer al personal y echar la culpa de sus desastres cuando no meros delitos a los demás. Todos cobran del erario a precio de oro como si fueran los mejores pero cuando hay algún problema ninguno resuelve nada. Siempre la competencia es de otros. Y al crédulo, manso, burlado y saqueado súbdito que le den.

El mecanismo se repite una y otra vez gracias a su demostrada eficacia y la impunidad de sus promotores. Inundaciones, incendios, desfalcos, corrupción, depravación moral, el 11M, todo vale para insultar al otro y afianzar el propio poder en la Monarquía.

Se cumple el primer aniversario del terrible desastre valenciano, desastre que si no ha sido provocado por algún experimento con «armas climáticas» como sospechan algunos investigadores, sí está claro al menos que se ha agravado por ideologías asesinas que justifican la incompetencia si no imprudencia o pasividad criminal de muchas instituciones. En algunos lugares la devastación no fue debida solo a la traicionera riada.

Pero lo importante es tener el poder de manipular. Decía Stalin, ilustre personaje y presunto santo patrono modelo del actual gobierno, que más importante que los votos es la facultad de poder contarlos. Mientras se pueda hace un oportuno pucherazo en la fase del proceso que sea no hay problema para el mantenimiento del régimen. Y el pucherazo EX ANTE de las votaciones se obtiene mediante la propaganda sectaria y engañosa.

No deja de ser curioso pese a todo que en un asunto tan escalofriante que demuestra la condición devastadora del régimen autonómico y la propia maldad del régimen del 78 se haya podido desviar la atención de tal manera que la culpa del desaguisado la tenga la víctima.

La corrupción del entendimiento afecta a la plebe pero ya también incluso a colegios profesionales, universidades, agrupaciones, todos callan incluso los que conocen o debieran conocer lo que ocurre por su formación, profesión o trabajo.

En un escenario que parecía una lonja de subasta de mercaderes o la fría sala de espera de un aeropuerto y en audaz alarde de su prodigiosa minerva don Felipe dijo que había que investigar los hechos y sacar consecuencias. Lo de investigar mejor dejarlo ad calendas graecas y sobre las consecuencias mejor otra amnistía porque no quedaría autoridad sin castigo, empezando por él mismo que no debiera tener la conciencia tranquila.

En el caso de Valencia hay excepciones que salvan el honor y la dignidad entre la cobardía y el colaboracionismo cómplice de los demás. Ayer mismo lo pudimos comprobar con la intervención a lo María Pita o Agustina de Aragón de la valiente y lúcida familiar de unas víctimas de la catástrofe. Una mujer que llamó a las cosas por su nombre. Lástima que solo una parte del público asistente, aplaudiera o gritara “Bravo”, “ Bravo”…
Lo menos malo de este triste asunto es observar que pese al heroico lavado de cara de Su Majestad por parte de los lameculos alabanciosos habituales la gente ya comienza a despacharse a gusto en los comentarios de los lectores a los textos. Y aunque es cierto que a la degenerada casta política borbónica le da igual ocho que ochenta mientras se mantenga en la poltrona «donde haiga», a Su Católica Majestad debiera empezar a preocuparle que pese a la prensa pepera y cortesana que tapa las protestas contra él poco a poco se vaya abriendo paso la conciencia de la complicidad real en esta escandalosa desvergüenza.

Hay excepciones entre los monárquicos más lúcidos o patriotas. En su reciente discurso en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas el que fuera jefe de la Casa Real, Jaime Alfonsín, aseveró delante del propio don Felipe que la constitución se incumple de manera reiterada y sistemática bajo su reinado, lo que pone en evidencia el mal desempeño de Su Majestad de sus obligaciones como garante constitucional. Y tras alertar del futuro de la Monarquía también propugnó una reforma para recuperar lo recuperable. Pero sigue el “circo” como su jefe de gobierno se ha atrevido a calificar a otra de las onerosas e inservibles instituciones del reino: el Senado.
La riada parece ser que también se ha llevado parte de la credibilidad de la Monarquía.

EsDiestro
Es Diestro. Opinión en Libertad
Artículo relacionados

Entradas recientes