En un país donde la «verdad económica» se filtra a través de titulares manipulados y comunicados oficiales que parecen escritos por un equipo de ilusionistas, los últimos datos de deuda pública publicados por el Banco de España este miércoles deberían ser un escándalo nacional. Pero no lo son, porque los medios afines al Gobierno —esos fieles guardianes de la narrativa sanchista— se han apresurado a tergiversarlos con frases como «la deuda se modera» o «baja al 102,3% del PIB», como si un descenso marginal en la ratio ocultara el abismo absoluto en el que ha sumido a España el Ejecutivo de Pedro Sánchez. ¿Modera? ¡Por favor! Estos datos no son un alivio; son una confesión velada de fracaso, una clara muestra de cómo el gobierno socialcomunista ha convertido la estabilidad fiscal en un chiste malo, financiando promesas electorales con el futuro de generaciones enteras.
El Banco de España, en su informe mensual, revela que en julio de 2025 el saldo total de la deuda se situó en 1,68 billones de euros (1.680.313 millones), con una ratio del 102,3% del PIB. Sí, baja 1,9 puntos respecto al año anterior, pero eso es mera cosmética: el volumen absoluto sigue siendo un monstruo que crece al 3,9% interanual.
Los medios palmeros, como siempre, se lanzan a titular «mejora en la ratio de deuda», ignorando que este «éxito» se debe más al crecimiento nominal del PIB que a cualquier recorte real en el gasto público desbocado. Es el mismo truco de siempre: inflar el denominador para que el numerador parezca menos terrorífico.
Pero vayamos al meollo, al pecado original de este Gobierno: el incremento brutal de la deuda desde que Sánchez tomó las riendas en junio de 2018. En ese momento, la deuda pública española rondaba los 1.170.000 millones de euros, aproximadamente el 97,5% del PIB, según las series históricas del Banco de España. Siete años después, en julio de 2025, hemos saltado a 1.680.313 millones —un aumento neto de más de 510.000 millones de euros, un 43,6% de incremento en términos absolutos. ¡Más de medio billón de euros engullidos en políticas populistas, subsidios clientelares y un gasto público que ha pasado de ser un instrumento de desarrollo a una bomba de relojería! En términos per cápita, eso significa que cada español —niño, adulto o anciano— carga con 977 euros más de deuda que hace un año, y unos 10.000 euros adicionales desde la llegada de Sánchez.
¿Dónde está el crecimiento económico prometido? ¿En las amnistías catalanas o en los chiringuitos ideológicos? No, está en los mercados, donde la prima de riesgo tiembla ante la perspectiva de un default soberano disfrazado de «solidaridad europea». Este Gobierno ha multiplicado el ritmo de endeudamiento para mantener una maquinaria electoral que premia el despilfarro sobre la responsabilidad. Y si desglosamos los datos por segmentos, el panorama es aún más desolador. El informe del Banco de España pinta un mosaico de irresponsabilidad compartida, donde cada nivel de la Administración contribuye al caos general. Aquí va el detalle:
- La deuda del Estado se situó en 1,525 billones de euros, con un incremento interanual del 4, 1%
- La deuda de la Seguridad Social se situó en 126.000 millones de euros, un 8,6 % más que en el año anterior.
- La deuda de las prescindibles Comunidades Autónomas fue de 340.000 millones de euros, con una variación del 1,6 % interanual.
- La deuda de las corporaciones locales fue de 23.000 millones de euros (1,4% del PIB)
Como ven, el Estado central sigue siendo el gran devorador, financiando un agujero negro de pensiones, subsidios, observatorios, chiringuitos y «transiciones ecológicas» que no transitan más que dinero a consultorías amigas. La Seguridad Social, ese pilar del bienestar que Sánchez juró defender, ha visto su pasivo inflarse un 8,6% en un año, porque las reformas demagógicas no resuelven el envejecimiento poblacional; solo lo maquillan con más deuda.
Este no es un Gobierno, es una usura.